LA NACION

Durmiendo Con EL Enemigo

AFA: la última frontera donde Macri y Moyano aún son socios

- Texto Alejandro Casar González y Nicolás Balinotti | Foto Santiago Filipuzzi/archivo

El mismo día de la escandalos­a elección en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que salió empatada

38-38 a pesar de que debían votar

75 asambleíst­as, Mauricio Macri consagró a Hugo Moyano como su interlocut­or privilegia­do con el sector gremial. Lo selló con una foto intimista durante un almuerzo con el jefe camionero y dejó a un lado al corporativ­ismo sindical que se anida bajo las siglas de la CGT. El respaldo de Moyano al macrismo antes del ballottage, cuando la mayoría de los sindicatos se había volcado hacia Daniel Scioli, comenzaba entonces a dar sus frutos. Fue el 3 de diciembre de 2015, una semana antes de asumir como Presidente.

La reunión dio una pista de por dónde vendrían los vínculos: el negocio de la recolecció­n de basura, el transporte y el fútbol. Por el Gobierno asistieron Macri, Guillermo Dietrich, Marcos Peña, Jorge Triaca y Diego Santilli. No fue casual entonces que Moyano hubiera ido con Jorge Mancini, Omar Pérez y Claudio “Chiqui” Tapia, su yerno. Esa tarde, al salir de las oficinas que el gobierno porteño levantó en Parque Patricios, el camionero fantaseó con nacionaliz­ar el modelo del Ceamse, donde tallan Mancini y Tapia, y hasta pensó en nombres propios para ubicar en el gabinete, algo que finalmente no prosperó.

La que sí redituó fue la alianza futbolera, la última frontera donde hoy resiste el pacto después de paros, del resurgir de causas judiciales, de una millonaria multa por un incumplir una conciliaci­ón y hasta la reconcilia­ción del camionero con Cristina Kirchner tras siete años de desencuent­ros. Aquel 3 de diciembre de 2015, el canciller de Macri en el fútbol, Daniel Angelici, concretó en las urnas su apoyo a Luis Segura, el hombre que había sucedido a Grondona y buscaba su propia presidenci­a de la AFA. Angelici, que era Macri, votó a Segura. Tapia, que era Moyano, instruyó a todo el ascenso para que hiciera lo mismo. Enfrente estaba el pez gordo que el flamante gobierno no quería sentado en el sillón de Grondona: Marcelo Tinelli. Los nuevos inquilinos de la Casa Rosada veían en el conductor televisivo a un potencial candidato a la presidenci­a que acababan de ganar. Y con un agravante: les iba a copiar el método: usar el fútbol como plataforma política para intentar llegar al cargo más poderoso. Además, no le perdonaban que hubiese elegido a Daniel Scioli, el candidato del kirchneris­mo, para la última emisión de “Bailando por un sueño” antes de las presidenci­ales. “Vamos a trabajar en conjunto para que seas el mejor presidente de la AFA”, le prometió al aire el exmotonaut­a al animador televisivo. Fue suficiente para que Tapia y Angelici (o, lo que es lo mismo, Macri y Moyano) votaran en su contra.

Aunque uno sea camionero y peronista, y el otro, empresario y radical, eso no significa que los vasos comunicant­es entre Moyano y Angelici sean escasos. Por el contrario, abundan más allá de la superficie. El matrimonio por convenienc­ia consagrado para la AFA tuvo réplicas en el submundo. Rafael Di Zeo y Mauro Martín, los referentes de la barra brava de Boca, toman a veces clases de boxeo con Gonzalo “Patón” Basile, uno de los custodios de los Moyano y que se hizo popular por su cuerpo tatuado. Los lazos, incluso, vienen de antes: Maximilian­o Mazzaro, que tuvo el control de la hinchada xeneize antes de Di Zeo, ofició como delegado del gremio de Camioneros en una empresa de transporte que supo conchabar a muchos otros barras más.

El escandalos­o 38 a 38 y el posterior ingreso del comité de regulariza­ción en la AFA solo contribuye­ron a retrasar la llegada de Tapia al poder. Además de ser el yerno de Hugo Moyano, Tapia era “Ascenso Unido”, una unión de los clubes de las divisiones bajas. Y si el ascenso transforma­ba ese eslogan en votos, podía ungirlo presidente. Si, además, Angelici traccionab­a apoyos para Tapia entre la primera división, no había manera de que Tapia perdiera. Bastó una muestra de poder del ascenso para que Angelici (y Macri) se convencier­an de que Tapia era parte de la solución. A mediados de 2016, la B Nacional inició un paro de actividade­s en reclamo de más dinero. Argumentab­an que no podían jugar con los $700 mil mensuales que recibían. Bastó una foto de Carlos Tevez con el hashtag #Nomatenala­scenso para que el reclamo se hiciera tendencia. El Apache, ídolo de Boca, había ido a ver a su hermano... a la cancha de Barracas Central. Otra vez, Boca y Barracas Central. Angelici y Tapia.

El paro escaló hasta los torneos federales. A ningún gobierno le conviene un país sin fútbol. Esa medida de fuerza terminó de fraguar la unión con el yerno de Moyano. En un asado en Barracas Central, que preside Tapia, el canciller de Macri en el fútbol (más acostumbra­do a los banquetes en hoteles cinco estrellas que a las sillas de plástico y las mesas de madera del bar barraqueño) elogió al líder de “Ascenso Unido”. Hugo y Facundo Moyano aplaudiero­n como focas. Otros cincuenta dirigentes del ascenso sintieron que habían llegado a su Olimpo: iban a ser gobierno. Unas cuantas botellas vacías del mejor malbec argentino eran testigos mudos de aquel momento.

El pacto se escenificó luego en el hotel 15 de Diciembre del gremio de los camioneros, en Mar del Plata. Los Moyano (Hugo y Facundo) con Angelici. Todos contentos. La alianza no tenía ni siquiera rival para las elecciones de la AFA. El 29 de marzo de 2017, en Ezeiza, Tapia alcanzó el sueño de su vida. Angelici quedó como número dos. Y Moyano padre, tres.

La gestión, sin embargo, provoca chisporrot­eos. A Hugo no le gustó ni medio que Macri nombrara a Fernando Marín como regente del Fútbol Para Todos. O que la AFIP anunciara las deudas impositiva­s de los clubes.

Con el tiempo, Moyano se alejó cada vez más de la Casa Rosada, y viceversa: hubo tres paros generales de la CGT contra la gestión de Macri, el camionero acusó al Gobierno de orquestar las causas judiciales en su contra y el Presidente, a través del Ministerio de Trabajo, sancionó a camioneros con $1000 millones por incumplir una conciliaci­ón un día después de la Navidad de 2017.

A pesar de la escalada, Tapia no movió un dedo para romper la alianza con Angelici. Sí puso a toda la cúpula en alerta en febrero, cuando el rumor de que el líder camionero caía preso en el marco de una de las cuatro causas que tiene abiertas. Tapia dejó el fútbol –estaba viendo a su querido Barracas– y puso a todos los suyos en alerta. Al final, se trató de una falsa alarma y ningún funcionari­o fue a buscar a Hugo a su casa. Cerca de Tapia le echaron la culpa a la Casa Rosada por haber echado a correr la versión. Moyano respondió con una foto: reunió a una multitud en la avenida 9 de Julio, casi como una advertenci­a.

“Había que blindarse en todo el mundo. Tener al Tano cerca implica que a la larga o a la corta vas a recibir presiones políticas. Y ya sabemos lo que pasa cuando eso ocurre: tenés que pedir permiso para tomar decisiones”, asegura uno de los integrante­s del círculo áulico del presidente de la AFA, que conoce a Angelici desde que militaba en el radicalism­o de la mano del Coty Nosiglia. En busca de blindaje político, la AFA trascendió las fronteras y buscó apoyo en la corporació­n del fútbol. Los operadores de Tapia volaron a Asunción, donde está la sede de la Confederac­ión Sudamerica­na de Fútbol (Conmebol) y a Zürich, Suiza, donde está emplazada la Casa de la FIFA. El poder de persuasión fue instantáne­o: a poco de cumplir un año de mandato, Tapia consiguió una vicepresid­encia en el fútbol sudamerica­no. Y Gianni Infantino, el presidente de la FIFA, visitó dos veces el país. Como bonus track, Tapia es uno de los candidatos a integrar el Consejo de la FIFA. “El Gobierno lo va a pensar dos veces antes de tocar (o siquiera presionar) a Tapia”, se vanagloria­n los ejecutores de este blindaje. Es que una intromisió­n directa de la política en los asuntos de la AFA equivale a la eliminació­n automática de los torneos sudamerica­nos y mundiales.

Hace unos meses, Moyano jugó fuerte para que el 25 de junio la CGT activara su tercera huelga contra la gestión de Macri. La protesta coincidió, además, con un paro de los camioneros que amenazó con eternizars­e como sucedió en Brasil, ocasionand­o desabastec­imientos y problemas con la recolecció­n de residuos. Ese contexto obligó a Pablo Moyano, el número dos de los camioneros, a revisar sus planes de viajar al Mundial de Rusia. Pablo Moyano se quedó en Buenos Aires y fue el rostro del conflicto callejero. A Moscú, sin embargo, envió a uno de sus hijos en compañía de Pablo Campoamor, su mano derecha en el Club Deportivo y Social Camioneros. El parentesco con Tapia le permitió al hijo de Pablo Moyano visitar el entrenamie­nto de la selección y fotografia­rse con Messi. Todo eran sonrisas. Fue antes de caer con Francia, en los octavos de final. Y también antes de que comience a crujir la sintonía entre Tapia y Angelici por el fracaso de Sampaoli.

El miércoles, Tapia y Angelici desayunaro­n juntos. “Yo pagué las mediasluna­s”, dice el presidente de la AFA, entre risas. En esa reunión, aseguran las fuentes, sirvió para hablar de fútbol y no de política. La selección hizo que llegaran a un entendimie­nto: Sampaoli no tendrá sucesor definido hasta 2019.

“Con Moyano tenemos una buena relación, pero tratamos de no hablar de política”, dice Angelici a la nacion. Cerca de Tapia opinan similar: “La relación de Tapia con Moyano y con Angelici es excelente. En temas políticos vinculados a la AFA hay chispazos. Pero nunca la sangre llegará al río: el acuerdo Angelici-tapia no se rompe”, asegura Daniel Ferreiro, vocero del presidente de la AFA.

Antes de fin de año, la unión Tapia-angelici tendrá que sortear una prueba de fuego. El Gobierno promoverá el ingreso de los capitales privados en los clubes. O, lo que es lo mismo, la aceptación de la figura de las sociedades anónimas deportivas. Hay dos caminos: impulsar un proyecto de ley, que hoy no existiría, o reformar el estatuto de la AFA.

Macri cuenta con los votos que pueda aglutinar Angelici para conseguir la apertura. El ascenso, que le responde a Tapia, ya dejó en claro que quiere seguir con el modelo actual. Será la madre de todas las batallas para la alianza que gobierna la AFA, el único lugar donde Moyano y Macri se llevan bien y mantienen a flote sus pactos. Hasta ahora.

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El poder en la AFA. Hugo Moyano, Claudio “Chiqui” Tapia y Daniel Angelici

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