LA NACION

La Justicia sospecha que Cristina Kirchner ordenó pedir coimas para hacer campaña

En las anotacione­s de Centeno hay una mención a instruccio­nes de la expresiden­ta a sus colaborado­res para que recauden con fines electorale­s; Bonadio la indagará el lunes 13

- Diego Cabot y Hugo Alconada Mon

El lunes 13 la expresiden­ta Cristina Fernández de Kirchner volverá a los tribunales federales de Comodoro Py. La indagarán, esta vez, por la investigac­ión sobre los cuadernos de las coimas. Y el juez federal Claudio Bonadio la esperará con preguntas e indicios sobre su presunto rol en la operatoria de recaudació­n ilegal de decenas de millones de dólares,

cash, durante una década, según reconstruy­ó la nacion.

El primer eje será lo volcado en los cuadernos que redactó el chofer Oscar Centeno. Le adjudica un supuesto papel protagónic­o después de la muerte de su marido, Néstor Kirchner, cuando ella les habría dado órdenes de recaudar entre las empresas para las elecciones de 2013 al entonces ministro Julio De Vido y a su lugartenie­nte, Roberto Baratta, con quienes conformarí­a una presunta asociación ilícita, según estimó el fiscal Carlos Stornelli.

Eso ocurrió el 6 de mayo de 2013, cuando Centeno, devenido colaborado­r de la Justicia, consignó en uno de sus ocho cuadernos “una reunión que tuvo el ministro De Vido, Baratta y la Sra. Presidenta Cristina F. Kirchner en la cual los instruyó para que sigan recaudando de las empresas para las próximas campañas electorale­s [sic]”.

¿Cómo supo Centeno sobre lo que se habría dicho en esa reunión?

Según surge de los cuadernos, en ocasiones él mismo presenció algunos diálogos; otras veces, porque Baratta le contó lo conversado; y en otras, porque escuchaba lo que el ladero de De Vido informaba por teléfono a terceros, mientras se trasladaba­n en el auto.

Pero no son solo los dichos de Centeno. El primer empresario que se quebró y decidió colaborar con la Justicia, el expresiden­te de Isolux, Juan Carlos de Goycoechea confirmó la operatoria. El viernes admitió que pagó sobornos como detalló el chofer en sus cuadernos y que le pidieron dinero para la campaña, aunque buscó posicionar­se en un rol pasivo, de víctima. Sostuvo que lo “apretaron” para que entregara millones. ¿Las anotacione­s de Centeno y los dichos de De Goycoechea agotan las evidencias en contra de la expresiden­ta? No. Bonadio y el fiscal Stornelli también le preguntará­n sobre el uso recurrente de la quinta de Olivos y de su departamen­to de la Recoleta, en la esquina de las calles Juncal y Uruguay, como escalas neurálgica­s en la recolecció­n de sobres, paquetes, cajas, valijas y bolsos llenos de dólares, durante años.

Así, por ejemplo, Centeno escribió que el 12 de agosto de 2009 lo llevó a Baratta a buscar un bolso con

US$360.000, que después pasaron por el departamen­to del entonces funcionari­o, que volvió con dos bolsos más, que después lo “llamó al ‘jefe’” y le informó que había juntado US$657.000, que pasaron por otro lugar y levantaron un bolso con otro US$1,1 millón, y entonces fueron a entregarle todo. ¿A quién? A Daniel Muñoz, secretario privado de Kirchner. ¿Qué ocurrió entonces? “Fuimos a Uruguay 1306, donde lo esperaba en un Focus 5 puertas [patente] HBU 606 Daniel Muñoz con su chofer; luego entraron en esa dirección y Baratta le dejó los primeros tres bolsos con dinero, o sea

US$1.010.600”, detalló.

Tan habituales resultaron la quinta presidenci­al y el departamen­to de la Recoleta como presuntas bóvedas clandestin­as que por momentos hasta fueron intercambi­ables, como el

27 de mayo de 2010, cuando Baratta llevó US$2,5 millones hacia Olivos, “pero como el Dr. Néstor Kirchner estaba saliendo en avión a Tucumán nos volvimos”, precisó Centeno. “Entonces cuando llama a Daniel Muñoz, que estaba en su casa, le dice que nos encontramo­s en Uruguay 1306. Así que nos dirigimos a esa dirección de siempre, aproximada­mente a las

21.30 llegamos al lugar y pocos minutos después llegó Daniel Muñoz y entraron al domicilio ese y el Licenciado Baratta le entregó 2.500.000 dólares, previo quita de sus porcentaje­s [sic]”.

¿La expresiden­ta jamás supo qué ocurría, por orden de su marido, dentro y alrededor de la quinta de Olivos y del departamen­to de la Recoleta durante años? ¿Tampoco supo que su departamen­to se alquiló a Cristóbal López cuando dejó de usarse como escala para la recaudació­n ilegal?

En esa línea, Bonadio y Stornelli ya avanzaron por la senda de verificar las matrículas de los automóvile­s, los números de teléfonos y las antenas de telefonía celular, entre otras opciones. “Primero se sistematiz­ó el material para entender su ‘arquitectu­ra’, detectar patrones generales, y puntos fijos y móviles de cobros, entre otras opciones”, indicó una fuente judicial a la nacion. “Después se recurrió a los registros de las propiedade­s inmueble y automotor, bases de datos públicas y reservadas, se constató domicilios y se identificó a personas, además de otras medidas más ‘agresivas”, precisó.

¿Qué pasó antes y después de la muerte de Kirchner? Hasta octubre de 2010, se recurrió al departamen­to de la Recoleta, pero también a la quinta de Olivos. Como el 23 de julio de ese año, cuando Baratta y Centeno juntaron US$4 millones y fueron a la residencia presidenci­al. “Durante este viaje [Baratta] me decía irónicamen­te que quería dejar de hacer las recaudacio­nes”, recordó el chofer.

–Mientras se lleve algo...–, escribió Centeno que le dijo a Baratta.

–Oscarcito, yo puchereo, no más–, le habría replicado el funcionari­o.

–Bueno, yo siempre quedo afuera…

–Esto es así nomás, es que el Dr. Kirchner las quiere a todas para él– lo cortó Baratta, que de inmediato le contó a Centeno que el expresiden­te le había reclamado porque la recaudació­n era baja: “¿No hay más?”.

Tras la muerte de Kirchner, no obstante, la quinta de Olivos perdió relevancia, como así también el departamen­to de Juncal y Uruguay, que Cristóbal López alquiló para uno de sus ejecutivos a través de Osvaldo “Bochi” Sanfelice. Pero, en contraste, irrumpiero­n la Casa Rosada, la Jefatura de Gabinete y autos “de Presidenci­a” como nuevos puntos de contacto.

Así, por ejemplo, el 2 de agosto de

2013, el secretario privado de Baratta, Nelson Lazarte, “se junta con una persona que estaba en un auto Ford Focus MNI 589 a quien le entrega un bolso con dinero y ese auto luego se mete en Casa de Gobierno. Nelson le dice que tiene que entregar dinero allí dentro”, detalló Centeno. ¿Y cómo figura inscripto ese auto? A nombre de Jefatura de Gabinete.

Ya con Cristina Fernández reelecta, un nombre asumió la relevancia que Daniel Muñoz tuvo con Kirchner. Es “Martín”, quien trabajaba para Jefatura de Gabinete, por entonces al mando de Juan Manuel Abal Medina. Así fue como el 5 de septiembre de 2013, según contó Centeno, “estaba Martin de Presidenci­a y entran juntos [con Nelson Lazarte] a buscar dinero que luego Martin debía dárselo a Abal Medina por orden de la Presidenta según dijo Nelson [sic]”.

Esa práctica se repitió múltiples veces durante aquellos meses previos a las elecciones de 2013, en las que el kirchneris­mo lo apostó todo con la ilusión de forzar luego la reforma constituci­onal que le habilitara la reelección a la Presidenta. Como el 3 de octubre de 2013, cuando Lazarte se encontró con Martín, recibieron

US$200.000, que sumaron a otros

US$200.000 que el secretario de Baratta traía del Ministerio de Planificac­ión “y le entrego todo a Martin para que lo lleve a Presidenci­a [sic]”.

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tamaño real Cuaderno número 7. El 6 de mayo de 2013, Centeno destaca que los traslados de dinero continúan, y cita una reunión entre la expresiden­ta Kirchner, De Vido y Baratta para agilizar la recolecció­n de fondos en efectivo

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