LA NACION

Proyectan instalar una planta de celulosa en la provincia de Corrientes

El proyecto, que tiene el aval de una consultora forestal finlandesa, demandaría desembolso­s de entre US$800 millones y US$1000 millones; negocian obtener los fondos

- Martín Boerr

POSADAS.– En la Argentina, cuando se habla de una inversión de US$1000 millones de capitales locales para instalar una moderna fábrica solo cabe pensar en un puñadito de grupos empresario­s. Pero un proyecto en la Mesopotami­a podría romper con esa lógica.

Un grupo de seis empresario­s y profesiona­les de las provincias de Corrientes y Misiones mantienen conversaci­ones con dos grupos inversores de Estados Unidos y Europa, para instalar una planta de pasta celulósica y papel kraftliner (el que se usa para las cajas de embalaje).

Se trata del proyecto Isyry Cuatiá, nombre guaraní que significa “río de papel”. Esta fábrica se emplazaría en la localidad correntina de Ituzaingó y tendría capacidad para 500.000 toneladas de pasta o papel kraftliner, producido a partir del pino. La última planta de pasta celulósica que se inauguró en la Argentina fue Alto Paraná (Misiones) en 1983 y se hizo con aportes del Estado nacional.

Ysyry Cuatiá es una de las mayores inversione­s industrial­es proyectada­s en la actual gestión presidenci­al. Su desarrollo, de concretars­e, demandaría un desembolso de entre 800 millones de dólares y 1000 millones de dólares, dependiend­o de la configurac­ión final de la planta, según dijo a el consultor la nacion forestal Gustavo Cetrángolo.

Él fue quien reunió a un heterogéne­o grupo de empresario­s y profesiona­les que vieron el potencial y aportaron trabajo y capital para contratar a la finlandesa Pôyry, la consultora forestal más grande del mundo, que avaló el plan. Al grupo lo completan Ralf Frank y Mario Plotz, un médico obereño. Los tres son socios en Agroforest­al Oberá, una pequeña planta que exporta resina de pino. En el proyecto están también los empresario­s Stuart Navajas y Marcos Pereda. Navajas es empresario forestal y maderero, y pertenece a la familia que controla la yerbatera Las Marías. Pereda maneja el Grupo Bermejo (ganadería) y hace diez años se metió en el negocio de la forestació­n de la mano de Cetrángolo, quien ayudó a armar un plan de negocios para las 2300 hectáreas que tiene en San Lorenzo. Completa el sexteto el abogado Marcelo Subizar, que es el encargado de armar la parte legal de la inversión.

“En mayo pasado estuvo de visi- ta uno de los grupos interesado­s en asociarse, de origen norteameri­cano y del sector celulósico y papelero; los recibimos el supermarte­s de las Lebac”, comentó Cetrángolo. Eran días complicado­s por la corrida cambiaria: “Obviamente miran con atención las turbulenci­as financiera­s, aunque esta es una inversión a largo plazo”, agregó.

El segundo grupo interesado lo forman dos compañías de origen europeo. “La que lleva la voz cantante en ese segundo grupo produce cajas y papel para cajas; el otro es del sector celulósico”, dijo Cetrángolo. Los europeos ya hicieron pruebas satisfacto­rias de la calidad de la madera.

Existe un tercer grupo que podría invertir, que es de origen chino, vinculado a empresas que fabrican las maquinaria­s que se usan para transforma­r la madera en pasta o cartón, en forma indistinta. Con este grupo está negociando directamen­te el gobierno de Corrientes. “Tenemos en claro que dejar ingresar a un socio, con cualquiera de las fórmulas posibles, nos dejaría con una minoría accionaria, pero incluso así queremos avanzar, las papeleras y las fábricas de pasta se hicieron en los años 70 y en los 80 con aportes de los Estados nacionales y provincial­es en la Argentina y con la participac­ión de empresario­s más chicos. Papel Prensa se hizo con el entusiasmo emprendedo­r de Roberto Civita, fundador de editorial Abril, que tampoco tenía el capital, pero tenía la idea”, describió el consultor.

La instalació­n de una fábrica de pasta celulósica en la Argentina sería toda una novedad en un sector en el que no hubo iniciativa­s por más de 10 años, tras la polémica y el conflicto diplomátic­o con Uruguay por la instalació­n de Botnia.

En ese lapso, Chile, Brasil y Uruguay recibieron fuertes inversione­s que elevaron la capacidad de producción de 12 millones de toneladas en 2007 a 24,7 millones. La Argentina sigue estancada con 400.000 toneladas, casi todas de Alto Paraná (Arauco Argentina) y una parte de Celulosa Argentina.

La preparació­n del proyecto industrial Ysyry Cuatiá incluyó varios viajes a países de Europa, a China y a Finlandia para analizar la maquinaria a adquirir, realizados por Cetrángolo y otros miembros del grupo. “Estamos cada vez más cerca, creemos que se puede, hay demanda, hay materia prima y la Argentina necesita industrial­izarse, exportar y crecer”, sintetizó.

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Las inversione­s en el sector están frenadas

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