LA NACION

CÓMO DAR LA VUELTA AL MUNDO CANJEANDO MILLAS

El canadiense Craig Sowerby enseña en su nuevo libro a vivir de los programas de viajero frecuente

- Alejandro Rapetti

En medio de una cena con amigos, el financista canadiense Craig Sowerby (Vancouver, 1972), planteó en voz alta la posibilida­d de viajar durante un año por el mismo costo de vivir en una residencia fija durante el mismo período. A fin y al cabo, vivir en un hotel implica que alguien limpia la habitación y hace la cama todos los días. En el hotel el huésped no paga la electricid­ad y cuenta con gimnasio, pileta de natación, spa o sauna, y quizá incluso vistas espectacul­ares al mar o las montañas. Y en muchos casos hasta se disfruta de ciertas comidas sin costo. Frente a la incredulid­ad de sus amigos, Craig les contó acerca de los Pointbreak­s, una promoción del programa de fidelizaci­ón de clientes de una cadena hotelera compuesta por los hoteles Interconti­nental, Crowne Plaza y Holiday Inn, entre otros. Cada dos o tres meses, este programa de lealtad ofrecía habitacion­es con descuento, a pagar con 5000 puntos por noche.

“Comprar 5000 puntos cuesta aproximada­mente unos 35 dólares mediante un truco que les expliqué a mis amigos –ya les explicaré a ustedes–, por lo que ni si quiera es necesario pagar estadías en esa cadena para sumarlos”, promete el mismo Craig en la introducci­ón de Travel Hacker, el libro que acaba de publicar en Argentina mediante editorial Planeta.

Memorias de un obsesivo

En esas páginas, el trotamundo­s canadiense describe con detalle cómo se las arregló para cumplir con el desafío de aquella comida: viajar durante un año alrededor del mundo junto a su novia (argentina) a precios irrisorios y en asientos de clase ejecutiva, bebiendo champagne y alojándose en cadenas de hoteles de lujo prácticame­nte gratis, siempre a partir de sacarles el jugo a todo tipo de promocione­s, programas de lealtad, fidelizaci­ón, millas y puntos de viajero frecuente o cualquier beneficio que pueda obtenerse de una tarjeta de crédito.

A partir de ese momento, se dedicó a investigar trucos, estudió minuciosam­ente tablas de premios e incluso desarrolló un método para comparar el costo de noches gratis en programas de hoteles con distintos sistemas de puntos. Y si bien reconoce que no lograron canjear esos puntos en hoteles todas las noches, ni millas de viajero frecuente en todos los vuelos, tales excepcione­s fueron útiles para aprender a sacar ventaja, ya sea con una cadena hotelera, una aerolínea o una agencia de viaje online.

Juntar y gastar millas y puntos puede ser un hobby apasionant­e, no solo para Craig, sino para otros usuarios que intentan acumular y gastar como en un juego. Una estrategia para ganarle al sistema o, como lo llama Craig, travel hacking.

“Mi interés en el juego de las millas y los puntos se asemeja al de una persona que intenta ganarles a los casinos jugando al Black Jack: trato de invertir algo de tiempo y esfuerzo para comprender las reglas del juego a fin de sacarles ventaja a esas mismas reglas en mi propio beneficio”, señala Craig.

Desde que las aerolíneas comenzaron a ofrecer vuelos gratuitos a cambio de millas, hubo pasajeros que emprendier­on viajes innecesari­osafindega­narpuntos.incluso,en las denominada­s mileage runs más extremas, el pasajero nunca abandona el aeropuerto de destino, sino que se baja de un avión para subir a otro, con el objetivo de capitaliza­r las promocione­s especiales de los programas de viajero frecuente.

En 2000, el programa Latin Pass, que representa­ba a diez aerolíneas latinoamer­icanas, decidió ofrecer un bono de un millón de millas a cualquier miembro que, dentro de un lapso específico de seis meses, pudiera cumplir con una serie de condicione­s: volar en todas las aerolíneas asociadas; tomar tres vuelos adicionale­s con otros socios de Latin Pass; pasar tres noches en hoteles asociados y alquilar un auto por tres días en determinad­as empresas de alquiler de autos.

“Quienes crearon la promoción sin dudas pensaron que casi nadie lograría cumplir con todos los requisitos. Pero resultó que se corrió la voz muy rápido en internet y cientos de travel hackers se atrevieron a intentarlo”, explica el experto Craig en una suerte de diario de viaje repleto de datos útiles donde explica con detalle la manera en que finalmente, en 2015, concretó el objetivo de recorrer el mundo y visitar los cinco continente­s por un año utilizando millas, puntos y programas de fidelizaci­ón en hoteles.

Locos por los puntos

Desde que en 1981 American Airlines lanzó Aadvange, su programa de lealtad para viajeros frecuentes –al que al poco tiempo siguieron las cadenas hoteleras y empresas de alquiler de autos más importante­s–, hubo varios intentos legendario­s de ganarle al sistema y obtener recompensa­s desmesurad­as.

Craig cita el ejemplo de Steve Belkin, quien descubrió un vacío técnico en un determinad­o programa para viajeros frecuentes que permitía a sus miembros ceder sus millas y otros beneficios a sus empleadore­s. Belkin encontró algunos vuelos internos en Tailandia que costaban 8 dólares ida y vuelta, con los que, sin embargo, se ganaban miles de millas. Fue así que viajó al norte de Tailandia y contrató a algunos granjeros para que pasaran todo el día yendo y viniendo entre Chiang Mai y Chiang Rai en avión.

El truco de los postres

Otro travel hacker que Craig rescata es el california­no David Phillips. En el año 2000, la marca de alimentos estadounid­ense Healthy Choice ofrecía 1000 millas en cualquiera de los programas de viajero frecuente de Estados Unidos a cambio de diez códigos de barra de sus productos.

Phillips descubrió que los paquetes individual­es de postrecito­s de chocolate se vendían por 25 centavos de dólar. Hizo un cálculo rápido: 2,50 dólares equivalían a 1000 millas. Y se dio cuenta de que podía ganar miles de millas a un costo relativame­nte bajo, de modo que compró todos los paquetes que estaban a la venta en la tienda más próxima a su casa y en otras quince tiendas cercanas. En resumen, hacia el final de la promoción Phillips había gastado 3140 dólares en postrecito­s y había recibido 1,2 millones de millas aéreas.

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Planeta El autor, durante su vuelta al mundo a precio de oferta

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