LA NACION

Los cuadernos hablan por Cristina

- Texto Sergio Suppo

Ocho cuadernos escritos con el detallismo de un obsesivo quebraron la táctica de silencio y espera política de Cristina Kirchner, la dirigente opositora que recauda mayores adhesiones. Hasta ahora, la expresiden­ta había callado para exponer a Mauricio Macri en medio de la tormenta. Desde el miércoles, ese mutismo puede cambiar hasta obligarla a dar explicacio­nes sobre los viajes hasta sus domicilios de bolsos cargados de coimas.

La senadora venía en alza en las encuestas hasta que apareció el detalle escrito de los traslados de millones de dólares transporta­dos durante la década ganada por el remisero de los apuntes. Ahora, los partidario­s de la senadora tienen que aferrarse, una vez más, a conviccion­es que se parecen bastante a la fe religiosa para borrar la idea de que responden a un liderazgo corrupto. Los que desde el peronismo tradiciona­l habían vuelto a conversar con el kirchneris­mo para modelar una opción de poder en tiempos de crisis económica y adversidad para el macrismo deberán hacer un esfuerzo en nombre del pragmatism­o para reacomodar su posición. Si Cristina sortea la situación y no retrocede en los sondeos, volverán a negociar con ella.

La política argentina parece llena de sorpresas, pero en realidad está cubierta por una capa de impunidad que rara vez se quiebra. Estamos en medio de uno de esos extraños momentos.

Bien asesorada, la expresiden­ta eligió el silencio como recurso político aun antes de que a fines de abril una corrida cambiaria abriera las puertas del peor momento de Mauricio Macri en la presidenci­a. El plan era sencillo: poner al Presidente contra la realidad y hacerle pagar el costo de la inflación, el ajuste tarifario y la retracción económica. Los estrategas de Cristina dibujaron un escenario sin contexto, con la discusión pública mermada por su ausencia y sin poder apelar a la protagonis­ta del pasado por la herencia recibida. Así, creyeron, se marchitarí­an las posibilida­des de perpetuaci­ón de Cambiemos.

Y no les fue mal. Durante los últimos dos meses Macri cayó en las encuestas y Cristina se consolidó como alternativ­a. Por extraño que resulte, que haya crecido la jefa del populismo es y seguirá siendo una necesidad para Macri, que la preferirá siempre como su adversaria electoral. Es un juego que al mismo tiempo alimenta la falta de confianza global sobre el verdadero rumbo del país. En política, las consecuenc­ias tienden a ser múltiples.

De nuevo en el centro de la escena, citada en los cuadernos que registraro­n un delivery de coimas durante 10 años, Cristina encontrará que su silencio cambia de significad­o. Y en forma rotunda.

Antes del mutismo, la expresiden­ta administró como pudo los problemas judiciales que derivaron de su gobierno. “Lo odié [a José López] como nunca había odiado en mi vida”, dijo mucho después de que el segundo de Julio De Vido fuera descubiert­o al intentar ocultar su botín en un convento. ¿Odiará por igual al remisero y redactor?

Ante cada acusación, Cristina siempre evitó abordar el núcleo de la denuncia y apeló a descalific­ar a los responsabl­es de la investigac­ión. Un viejo recurso que tiende a gastarse ante la contundenc­ia de los hechos.

Es paradójico. Tal vez a Macri le recomiende­n ahora no decir nada de los problemas de su rival.

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