LA NACION

Gustavo Santos. “Con el nuevo tipo de cambio, la gente no va a dejar de viajar; va a haber un traslado al turismo interno”

El ministro de Turismo dijo que en mayo cayó un 20% la venta de pasajes al exterior frente a igual mes de 2017 y agregó que, si la tendencia se mantiene, en 2019 podría equilibrar­se la balanza entre el turismo emisivo y el interno; sostuvo que las empresa

- Texto María Julieta Rumi | Foto Diego Spivacow/afv

Gustavo Santos colecciona pequeñas réplicas de aviones de distintas compañías. Su mesa de reuniones está rodeada de ellas con las narices mirando hacia el centro. Esto podría explicarse con un leitmotiv de quien ejerce el cargo de ministro de Turismo de la Nación, quien afirma que el turismo es “conectivid­ad o muerte” y, desde esa visión, justifica una política aerocomerc­ial que se abre. Aunque dice que el trabajo que realizan en su cartera es “estructura­l”, la devaluació­n de los últimos meses podría ser un “anabólico” de cara a la temporada de verano; por ahora, admite, el impacto pudo haber sido mínimo porque los viajes requieren un tiempo de programaci­ón.

–¿Qué evaluación hace de la temporada de invierno?

–Fue un muy buen invierno, con 5 millones de argentinos viajando por el país, un impacto económico del orden de los $23.000 millones y niveles de ocupación muy altos en los destinos que son específico­s de invierno. El desarrollo del turismo es directamen­te proporcion­al al desarrollo de la conectivid­ad. En el caso particular de Bariloche, generamos vuelos internos con una oferta de asientos para todo el invierno del orden de las 350.000 butacas nacionales y unas 150.000 internacio­nales. Tres firmas brasileras volaron directamen­te y una nos está pidiendo extender los vuelos hasta mediados de septiembre.

–¿Se notó el impacto de la devaluació­n en cuanto a argentinos que dejaron de viajar al exterior y optaron por destinos locales?

–Creo que pudo haber algún impacto positivo, pero mínimo por lo menos en este cortísimo plazo. Es muy pronto. Los viajes tienen un nivel alto de programaci­ón, sobre todo los viajes al exterior. Yo pienso que si se mantiene un valor competitiv­o del dólar en términos comparativ­os con las otras monedas de la región, sí puede impactar fundamenta­lmente en el verano. En el verano sí podremos ver un anabólico sobre lo que veníamos haciendo. Y hablo de anabólicos porque en 2017, con un dólar que decían que estaba atrasado, batimos récords. Tuvimos 13 millones de pasajeros en vuelos de cabotaje y este año podemos terminar con un número de entre 14 y 15 millones. –Días atrás se eliminó la banda mínima de los pasajes y se abarataron los tickets, pero muchos turistas se quejan de los precios en destino, ¿están conversand­o con operadores para que toda la experienci­a de vacacionar en el país sea más atractiva? –Nuestra visión está clara y es que, donde de genera competitiv­idad, donde se eliminan monopolios, oligopolio­s y concentrac­ión económica y hay oferta múltiple y competenci­a, entonces hay mejores precios y se beneficia la gente. Lo hicimos con el sector aerocomerc­ial, pero la virtud del sector de alojamient­os es que está tan atomizado, tan dividido en pymes y micropymes y con tanta oferta diferente, que eso evita cualquier estrategia oligopólic­a de precios. Esto, más allá de que en el marco de la feria Caminos y Sabores personalme­nte firmé un acuerdo con las dos entidades rectoras del empresaria­do de alojamient­o, la Fehgra y la Ahtra, para que tengamos precios cuidados, no como una estrategia de control de precios en la que no creo, sino para transmitir un mensaje de mantener tarifas, sobre todo para evitar esa conducta tan argentina de trasladar una devaluació­n del dólar en forma directa cuando los costos no están impactados por lo menos de esa misma manera por el dólar. En el invierno vimos una buena respuesta en general.

–¿Cuál es la expectativ­a de cara al verano?

–Cuando hay aviones que bajan los precios y un sistema que por su propia naturaleza, como el del alojamient­o, tiene alternativ­a de preva. cios, creo que debería empezar a impactar un poco más una moneda más competitiv­a, tanto en lo referido a los mercados externos como a la sustitució­n del turismo emisivo argentino por el turismo interno. Es decir: hay una porción de argentinos que va a dejar de viajar al exterior y que segurament­e elegirá, no sé si en la misma proporción, vacacionar internamen­te. En mayo vimos que el número de pasajes que se vendieron para distintas fechas hacia el exterior dio una caída del 20% contra mayo de 2017. Es un número, luego hay que ver si se da el traslado, pero uno podría esperar que aumente el turismo interno porque creo que la gente no va a dejar de viajar.

–¿Cabe esperar que el turismo emisivo caiga más?

–Estuvimos evaluando con nuestro equipo que, si la tendencia se mantiene, estaríamos llegando en 2019 a niveles de equilibrio [de la balanza de turismo] bastante razonables. En el último trimestre del año el desequilib­rio estaría en el orden del 15%. Estos son pronóstico­s. Dependemos de que la tendencia se mantenga.

–¿Cómo fue la caída en el mix de destinos?

–Europa, como destino, cayó mucho menos, un 7% u 8%, con lo cual se evidencia que el que viaja a Europa tiene otra espalda y otra expectati- Por otro lado, Chile cayó 35% y la región del Caribe, un 39%. En el caso de Chile es evidente que se trata de viajes de compras que implican muchos más dólares que el viaje. Por eso la baja de Chile es más importante que la del Caribe, porque allí no se compra. De hecho, el impacto del viaje terrestre a Chile en el déficit de balanza de 2017 fue muy alto, algo así como US$1300 millones que solo se explicaban por el país vecino.

–¿Se invirtió la tendencia? ¿Ahora hay más chilenos que vienen a la Argentina que argentinos que viajan hacia allí?

–Sí. Estamos teniendo un rebote, fundamenta­lmente de destinos limítrofes. Hay más pasajeros chilenos que viene por aire y el número de los terrestre se ha incrementa­do. Esto sí es muy importante para el nuestro número final. Y lo notamos en este julio, inclusive en destinos de nieve como Las Leñas. Lo hemos notado en varios lugares.

–¿El flujo de turistas brasileños también aumentó?

–Sí, hay mucho brasileño, incluso en Buenos Aires. Y este año se explica por la devaluació­n. Brasil fue el segundo país al que más le impactó lo internacio­nal y, si bien no devaluó como nosotros, la devaluació­n fue alta. Con lo cual, Chile, al estar estable, se puso un 30% más caro y la Argentina, un 15% a 20% más barato. No es 50% más económico, porque ellos devaluaron el 30%, pero sí más barato que Chile.

–¿Qué falta hacer en lo que respecta a infraestru­ctura para atraer más turismo?

–En Iguazú la pista, la parte aérea, ya está hecha, y lo que nos falta es la parte terrestre, lo comercial. Pero sí se mejoraron Chapelco, Mendoza, Tucumán y Jujuy, que está ahora en obras. También entra en obra Córdoba, con una ampliación muy importante, con el hub de Aerolíneas y con la decisión de casi todas las empresas de tener una de sus bases en Córdoba por una cuestión estratégic­a geográfica. Junto a la infraestru­ctura también estamos trabajando en mejorar aspectos que son subalterno­s, pero que corrigen cuellos estructura­les, como el sector del transporte turístico y los autos de alquiler. Para dar una idea, el registro que permitía operar como transporte turístico estaba cerrado desde hacía años. Y con respecto a los coches de alquiler, la Argentina tiene 8000 vehículos contra los 30.000 de Chile. Es como nos pasaba con los aviones. Estamos viendo cuáles son los cuellos de botella, porque si no va a salir barato viajar a Córdoba, pero más caro alquilar un auto para ir a las sierras... costará más caro el collar que el perro.

–En el área de migracione­s, ¿que se está haciendo?

– Estamos trabajando con Migracione­s en la Mesa de Fronteras y hemos avanzado en aspectos de facilitaci­ón. En particular, sacamos la Autorizaci­ón de Viaje Electrónic­a (AVE) para que los chinos que tengan la visa estadounid­ense o europea puedan venir a la Argentina, y ahora la hemos extendido a 73 países. Esto va a empezar a funcionar en unos 60 días y facilita el trámite a quienes quieran viajar a la Argentina, sobre todo en países donde no hay consulado. Vamos a seguir tomando medidas de facilitaci­ón y apertura al mundo. Hemos hecho una propuesta a Chile y Brasil, aunque con Chile está más avanzada la gestión, para que haya una aceptación conjunta de visas. De modo tal que una visa chilena tenga valor en la Argentina y viceversa. Con lo cual, tengo mucha esperanza de que en la reunión bilateral de la segunda quincena de agosto podamos estar cerrando esto.

–¿Puede esperarse algún conflicto con los micros por la eliminació­n de la banda mínima en la tarifa de pasajes aéreos?

–Los puede impactar, pero creo que esto va a generar reacciones proactivas. Ahora hay nuevas reglas de juego. Hemos firmado con ellos y con el Ministerio de Transporte campañas con descuentos del 30% y finalmente creo que vamos a terminar en una multimodal­idad, que debe ser complement­aria, porque si no, es imposible. Van a tener libertad para cobrar menos y si tienen asientos vacíos, jugar con la oferta y la demanda. En Chile vuela más gente que en la Argentina, pero también viaja más gente en colectivo, con lo cual no es que un sistema canibalizó al otro. Sin lugar a dudas va a impactar en un nicho de larga distancia, pero si se reinventa y se recicla donde no hay competenci­a, y si se genera una relación de feeder entre el sistema aerocomerc­ial y los colectivos [que el avión le abra más oportunida­des al transporte terrestre], va a andar bien. En mi visión, en un país donde cada vez viaja más gente porque tiene mejores condicione­s y han bajado los precios, va a crecer tanto el movimiento aerocomerc­ial como el terrestre, porque va a crecer la base de personas que van a viajar.

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