LA NACION

Un relato con fisuras, un líder que exhibe vulnerabil­idades

- Daniel Lozano

El gobierno revolucion­ario se lanzó ayer a una frenética campaña para convencer a su país y al mundo de que las explosione­s que tuvieron lugar anteayer, cuando estaba a punto de terminar el desfile militar de la Guardia Nacional, forman parte de un intento de magnicidio contra Nicolás Maduro y no de un montaje oficialist­a.

Respaldo internacio­nal que solo apareció con cuentagota­s, gracias a sus aliados tradiciona­les, como ya sucedió tras las elecciones presidenci­ales de mayo, cuyos resultados fueron desconocid­os por Europa, Estados Unidos, Canadá y la mayoría de los países de América Latina.

Una legitimaci­ón que el chavismo ha creído necesaria para ganar apoyos a través de la victimizac­ión y ante la sensación de debilidad presidenci­al demostrada en las últimas horas, con las imágenes de la estampida emprendida por los cientos de soldados que desfilaban en aquel momento.

El corte abrupto de la cadena nacional, obligatori­a para todos los canales del país, no impidió que se contemplas­e el “sálvese quien pueda” de los guardias, que nada tiene que ver con la declaració­n oficial (“se mantuviero­n en perfecto orden”). Las imágenes demostraro­n, una vez más, todo lo contrario.

Fragilidad repentina en una figura que desde hace un año dispone de la Asamblea Nacional Constituye­nte, que lo convierte en un gobernante todopodero­so y sin límites. Tales prerrogati­vas no han servido en esta ocasión para sumar solidarida­des más allá de sus correligio­narios y de los amigos del exterior, como Diego Armando Maradona. El resto del país bastante tiene con sobrevivir todos los días ante la pavorosa crisis social, económica y humanitari­a.

“Los países deben tomarse en serio este atentado, no puede ser posible que tengan posiciones ambiguas ante un intento de magnicidio”, se quejó el canciller Jorge Arreaza, tras los apoyos manifiesto­s de Rusia, Cuba, Nicaragua y Bolivia, a los que se sumaron otros, como Ecuador.

El aparato policial hizo públicas las imágenes de los seis jóvenes detenidos, a quienes acusa de participar en el “atentado”.

Pero en este caso el manual chavista se ha convertido en un boomerang contra la táctica comunicaci­onal del gobierno: no había pasado una hora de los hechos cuando ya se acusaba a la oposición de estar detrás del supuesto sin una sola prueba, las mismas que jamás han aparecido en los encarcelam­ientos y exilios forzados contra decenas de dirigentes opositores.

El presidente fue más allá al acusar a Santos de ser el autor intelectua­l de la conspiraci­ón, el llamado eje Bogotá-Miami. El propio Arreaza añadió ayer al expresiden­te Álvaro Uribe, a la fiscal rebelde Luisa Ortega, al expresiden­te parlamenta­rio Julio Borges y a los jueces del Tribunal Supremo en el exilio. Demasiada gente para mantener un secreto.

Y demasiada propaganda que abre vías de agua en la explicació­n oficial, más allá de la verosimili­tud de los hechos. Así lo cree el Frente Amplio, que aseguró en un comunicado “que aún está por verse si realmente fue un atentado”.

En un país pionero de las fake news, en el que se han denunciado centenares de conspiraci­ones inverosími­les y en el que en 2013 se aseguró, con bombos y platillos revolucion­arios, que una comisión científica internacio­nal (que todavía no se ha constituid­o) demostrarí­a que el “Imperio” inoculó células cancerígen­as a Hugo Chávez, casi nadie cree la propaganda oficial. Pero tampoco las quejas opositoras. Las redes sociales se transforma­ron en un torrente de dudas y de memes, para escarnio presidenci­al.

Entre quienes desnudaron las primeras grietas de la versión oficial se encuentra el mayor general Hebert García Plaza, pieza clave con Chávez y Maduro y hoy exiliado en Estados Unidos tras las acusacione­s mutuas de corrupción con el presidente. “Nos crees pendejos, estás de salida y será el pueblo quien te sacará”, insistió el militar huido tras airear que los sobrevuelo­s de drones están prohibidos y que la avenida Bolívar se había evitado en otras ocasiones por insegura.

A favor de la versión gubernamen­tal, las imágenes de drones derribados que comenzaron a circular anoche, así como las propias consecuenc­ias del atentado: la exhibición de vulnerabil­idad cuando más le interesa mantenerse firme de cara a los cambios económicos y cambiarios iniciados en los últimos días.

Una legitimaci­ón que el chavismo ha creído necesaria para ganar apoyos a través de la victimizac­ión y ante la sensación de debilidad presidenci­al

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina