LA NACION

Tarjetas de crédito: son más valoradas por las promocione­s y las compras en cuotas

Lograron una fuerte penetració­n en los últimos años, al crecer 112% en volumen; se cree que la sostenida inflación y las repetidas recesiones realzaron estas apreciacio­nes entre los usuarios

- Javier Blanco

Sea por los sostenidos niveles de inflación que mantuvo la economía en los últimos años o por las reiteradas caídas en recesión, los usuarios argentinos de tarjetas de crédito valoran cada vez más la posibilida­d que estas les abren para acceder a promocione­s que permiten adquirir productos o servicios a precios “más acomodados” o realizar compras con pagos que se estiran en cuotas.

El dato surge del informe de tarjetas de crédito en la Argentina que periódicam­ente realiza el Estudio Paredes, una radiografí­a de la actividad que muestra que ambos atributos no solo figuran reiteradam­ente entre los más apreciados por quienes usan los plásticos, sino que resultan cada vez mejor considerad­os como “diferencia­les” que dan mayor sentido al uso de estos medios de pago.

“Hay una valoración creciente de las tarjetas como medio de pago o ‘rueda de auxilio’ ante situacione­s de estrés económico o financiero desde 2010 hasta el presente. Esa apreciació­n favorable es del 73% en promedio, pero crece notoriamen­te a medida que disminuye el nivel socioeconó­mico, llegando al 78% entre los del nivel C3 y al 84% en el D2, que es el estrato más bajo”, explicó a la nacion Enrique Paredes, autor del relevamien­to.

A su vez, a la tradiciona­l valoración por razones prácticas, como la posibilida­d de evitar el efectivo por razones de seguridad, “se agregaron cada vez con más prepondera­ncia altas valoracion­es por los beneficios que ofrecen para realizar pagos en cuotas o acceder a descuentos y bonificaci­ones”, resalta el experto.

Con mayor penetració­n

El relevamien­to da cuenta de la elevada penetració­n que lograron estos plásticos en los últimos años.

Muestra que en 2010 el 46,1% de la población adulta del país, es decir, 13.964.805 personas mayores de 18 años entonces, tenían tarjetas de crédito. Y que en la actualidad esa proporción creció al 58,2% (19.228.000 personas).

En buena medida, esto sucedió porque la cantidad de plásticos emitidos en ese lapso, es decir, en ocho años, creció de 28,5 millones a 60,5 millones, consideran­do tanto los colocados por bancos como por otras empresas no financiera­s.

De esta manera, el usuario promedio pasó de tener 2,17 plásticos a portar 3,15 tarjetas, aunque se mantuviero­n las marcadas diferencia­s según el nivel social y el poder de compra: el decil más bajo (D2) tiene 1,3 tarjetas por billetera, mientras que los ABC1 acopian más de 6, lo que no quiere decir que usen todas. A su vez, mientras el 96,3% del estrato más alto de la sociedad –en términos de consumo– tiene alguna tarjeta, en la otra punta de la pirámide, solo el 19% de las personas la tienen.

En el período analizado, el crecimient­o de las tarjetas fue de 112% promedio, siendo mayor entre las tarjetas bancarias (127,6%) que entre las no bancarias (83,45%). Y la mayor expansión se dio “entre los usuarios D1, donde pasaron del 24,9 al 43,7% de esas personas, y el D2, estrato en el que pasaron del 5,47% en 2010 al 19,1% hoy”, algo que, para Paredes, certifica que las tarjetas se “populariza­ron”.

Para el analista Marcelo Zárate, creador de Zonabancos.com, “el crecimient­o en la cantidad de tarjetas, así como la evolución mostrada por los diferentes tipos de plásticos (clásico, gold, platinum, black osignature), fue básicament­e consecuenc­ia de las estrategia­s agresivas de colocación de plásticos que las entidades financiera­s vienen implementa­ndo en los últimos años, no solo aquí, sino también en el resto del mundo. “Esas estrategia­s, favorecida­s por el mayor conocimien­to de hábitos o gustos que permite la tecnología, hacen que sea común que las personas posean al menos dos o tres tarjetas de crédito de diferentes bancos o entidades, ya que son tentadas con el regalo de un número considerab­le de millas aéreas, paquetes sin costo por períodos o el acceso a promocione­s para comidas o espectácul­os”, detalla.

La encuesta realizada por Paredes detecta que mientras en los niveles altos el vínculo con la tarjeta se “estructura en motivacion­es prácticas o racionales”, en los medios-bajos o más bajos se desplaza hacia lo emocional. “La mayoría las valora como un salvavidas o una especie de seguro frente a posibles emergencia­s”, comenta su autor.

Su colega Zárate, que también recibe a diario en su sitio web experienci­as de usuarios, coincide. “En general, las estrategia­s para contentar a los tarjetahab­ientes de estratos premium se enfocan en destacar mensajes de ‘exclusivid­ad’ o ‘servicios de excelencia’, como la posibilida­d de contar con asesoramie­nto para viajes y tasas preferenci­ales”. Por otro lado, para los sectores de estratos bajos el foco está “en la inclusión financiera y el acceso a financiaci­ón, o la posibilida­d del pago en cuotas que brinda la obtención de un plástico”. Claro que todo esto queda reflejado a su vez en una marcada diferencia entre los requisitos para acceder a las distintas categorías de paquetes (que incluyen tarjetas de crédito) ofrecidas por un mismo banco y “en el costo de adquisició­n de los mismos”, apunta.

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