LA NACION

Cómo sobreviven al invierno las familias vulnerable­s del sur

Aisladas y con pocos recursos, las comunidade­s rurales de Río Negro enfrentan el frío extremo con leña y garrafa; en muchos hogares, la madera no alcanza y el gas no llega

- Micaela Urdinez ENVIADA ESPECIAL

MAMUEL CHOIQUE–. Hernán (5 años) y Lunai Cuminao (4) se despiertan tiritando de frío en Mamuel Choique, un paraje de la región sur de Río Negro. Hacen -20°C y sus camas están húmedas. Su papá se levantó una hora antes que ellos para buscar leña para poner en la cocina, y poder calefaccio­nar un ambiente en el que puedan cambiarse más calentitos. “Cuando arrancamos el día está todo congelado. Esta casa no está para tener a los chicos”, dice Jorge Cuminao, el padre de familia. Siempre vivieron en el campo, pero a partir de este año, los días de semana viven en el pueblo, para que sus hijos vayan a la escuela. Él se queda para cuidar a los animales.

En invierno todo se congela: los pisos, las cañerías, el combustibl­e. En definitiva, la vida. “La vivienda nos la prestó el comisionad­o, pero está bastante deteriorad­a. En la primavera pienso construir una casa para nosotros porque esto es una heladera”, agrega Cuminao.

Las escuelas están equipadas con calefacció­n y ahí los chicos disfrutan de una realidad muy distinta a la de sus casas. En el campo, en cambio, toda la familia está acostumbra­da a ayudar a “picar” leña. Lo hacen las mujeres y también los chicos. A Nasael Anaya, de 7 años, es una de las actividade­s que más le gusta hacer en su casa. “Yo siempre que puedo lo ayudo a papá”, dice mostrando una pila de leña sobre la nieve.

Soluciones y desafíos

En los últimos cinco años, el gobierno de la provincia implementó un plan de construcci­ón de chanchas o zeppelin de gas para los parajes –muchos están a más de 1000 metros de altura sobre el nivel del mar–, y eso modificó notablemen­te la vida de las familias. En invierno se ocupan de rellenarla­s gratis y de entregar garrafas.

“Gracias al plan Garrafón Social instalamos chanchas en 34 parajes, a través de sus comisiones de fomento. Hicimos un convenio con YPF, y ellos instalaron la chancha con una cocina y un calefactor para cada familia. Hoy les hacemos las cargas cada 45 días. Todo es totalmente gratuito”, explica Luis Di Giácomo, ministro de Gobierno de Río Negro.

Si bien ese beneficio llegó a Mamuel Choique hace dos años –pero no a la casa de los Cuminao–, a Ojos de Agua y a Laguna Blanca, por mencionar algunos, todavía hay otros que están esperando. Marcelino Garcés vive en Las Bayas junto a su mujer. Allí todavía no llegaron los zeppelines ni tampoco la leña. “Nos prometiero­n que iba a llegar. Lo último que tenemos son unos palitos para poner en el fuego, pero no podemos pasar el invierno así”, se queja.

Las que también esperan son las familias que viven en el campo. A ellas todavía no les llegó el gas, y su situación es mucho más crítica. Solo sobreviven con la leña. En estos lugares, el mate dulce siempre es un buen compañero.

“Las chanchas se cargan con camiones grandes, por lo tanto tiene que haber un acceso posible. Los caminos de los campos hacen que no puedan circular camiones de ese porte. Para ellos tenemos previsto el Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (Permer), en donde se busca llevar paneles solares y estufas rusas para los pobladores aislados”, cuenta Di Giacomo.

Luis Catrimar tiene una hija de 4 años que vive con él y su mujer en el campo, a 35 kilómetros de Laguna Blanca. De la poca plata que le queda por la venta anual de lana, en lo que más gasta es en leña, comida y ropa para abrigar a su hija. Hoy está costando cerca de $1300 el metro de leña. “En donde yo vivo es un infierno, cuando viene el temporal de nieve no se puede salir. Si te llegás a enfermar hay que salir a caballo”, explica.

A través del Plan Calor, la provincia gira fondos para entregar 1000 kilos de leña embolsada a cada familia rural, para ayudarlos a pasar el invierno. Pero no alcanza. “El abastecimi­ento de leña a través del Plan Calor es importante porque ahí no hay ni luz ni gas. Y si no ellos tienen que arreglárse­la para canjear un camión de leña por un animal o un fardo”, explica Franca Bidinost, extensioni­sta rural de INTA Bariloche.

Mamuel Choique ahora tiene gas. Desde la Comisión de Fomento van controland­o las chanchas y cuando están al 30%, avisan para que las repongan. “Así que la leña que llega es para las 36 familias que están en el campo”, explica Elida Matilde Michelena, integrante de la entidad.

Sin embargo, ese sistema puede fallar. El pueblo se quedó una semana sin gas por problemas en la gestión, en pleno invierno. “No todos pueden comprar la leña. Ahora no llega el gas y la gente está un poco preocupada. Todos tienen una cocina a garrafa en su casa”, dice Michelana con preocupaci­ón.

La logística para que las donaciones de leña lleguen efectivame­nte, casa por casa, se canaliza a través de las 34 comisiones de fomento que existen en la provincia. “La promesa que hizo este gobierno es que las garrafas y las chanchas también iban a llegar al campo”, cuenta Rubén Huentemil. A su lado, Enrique Pedraza, integrante de la Comisión de Fomento de Ojos de Agua, explica que la calidad del servicio mejoró en los últimos años: “Antes eran 400 kilos y sin cortar. Ahora son 1000 kilos y cortada”, dice.

Lo que sí reconoce Pedraza es que este año están atrasados con el reparto de la leña. Recién a mediados de julio estaban llegando a algunos campos. Inesperada­mente, las bajas temperatur­as habían empezado hacía rato. “Las condicione­s climáticas de este año son mucho más duras que las habituales en el último tiempo. Este año volvió a caer nieve fuerte”, explica Di Giácomo.

Para Pedraza, siempre lo más difícil es poder llegar a todas las casas a pesar del hielo y de la nieve: “Solo para la zona de Ojos de Agua tenemos que hacer 35 viajes para poder llegar a cada productor”.

Para poder tener a un chico “calentito” durante todo el día, hay que quemar leña permanente­mente. Por eso toda la familia de Angie Cheuquellá­n (7) está reunida alrededor de la mesa pegada a la cocina a leña. “Nos acaban de dar 20 bolsitas de refuerzo, pero no nos alcanza. Con el frío se consume mucho”, dice Mónica Cañuenil, su madre.

Cuando a las familias se les termina la leña que les dan tienen que salir a comprarla porque ya no quedan árboles en el campo producto del desmonte. Desde el INTA Jacobacci están trabajando para instalar boquetes leñeros para que a futuro puedan sacar la leña o postes de ahí. “Ahora estamos en la etapa de esperar a que crezcan los árboles”, explica Virginia Velazco, de la entidad.

A veces, los pequeños productore­s hasta recurren a la bosta de los animales para generar calor. Esto es lo que hace Huentemil, en la zona de Ojos de Agua. “Usamos la bosta de vaca y ya que estamos también limpiamos el mallín”, cuenta Rubén.

En su casa tiene luz de farol a gas y cocina a leña. “Como vivo solo, salgo a mirar a los animales y cuando vuelvo a la tarde está todo frío. A la mañana el chiflete entra por la puerta y los vidrios se congelan”, agrega.

Por el Plan Calor, la provincia gira fondos para entregar 1000 kilos de leña por familia

Solo las escuelas tienen calefacció­n y agua caliente

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Nasael Anaya con su mamá junto a la cocina; al lado, una vecina de Mamuel Choique hachando leña
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FOTOS JAVIER CORBALÁN Y MICAELA URDINEZ
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HAMBRE DE FUTURO
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