Trato inhumano a hijos de inmigrantes en EE.UU.
Una disposición administrativa norteamericana, felizmente dejada de lado y corregida, estableció que se retuviera forzadamente a unos 2700 niños, hijos de inmigrantes ilegales en los Estados Unidos, en su mayoría de origen centroamericano. Algunos de ellos, tan pequeños que usan pañales, fueron separados de sus padres y mantenidos en custodia en distintos puntos de la frontera sur de aquel país, a modo de castigo por la ilegalidad de la conducta de sus progenitores, pese a ser ellos claramente inocentes.
Felizmente, ante la innegable gravedad de lo ocurrido, la jueza Dana Sabraw ordenó a la administración de Donald Trump poner inmediato fin a tan deplorable indignidad, producto de actitudes administrativas y políticas de desgraciados perfiles xenófobos, a la que algunos atribuyeron en su momento un cariz disuasivo.
Esos miles de niños que fueron víctimas inocentes de una tan nefasta como triste política seguramente quedarán marcados por un profundo y doloroso trauma tras haber sido separados de sus padres, sin saber adónde iban ni cuándo eventualmente podrían volver a reunirse con ellos.
Lo sucedido, por ser absolutamente injustificable, no debe repetirse y debería, además, ser objeto de investigaciones transparentes que determinen y hagan público quién o quiénes fueron los responsables de tan enorme e inhumano desacierto.