LA NACION

Todo lo que hagan quienes estuvieron en Rusia 2018 siempre estará mal

- Francisco Schiavo

Sergio Agüero podrá hacer uno, dos o tres goles que le valdrán una copa a Manchester City. Lo mismo dará. También las corridas de Ángel Di María, por más que le de uno y mil triunfos a Paris Saint Germain. Idéntica situación para Gonzalo Higuaín, ahora en Milan; segurament­e, todo lo que saldrá de sus botines se transforma­rá en oro, en festejos. ¿Por qué allá funcionan y en el selecciona­do hacen sapo? Las crónicas serán las mismas de hace cuatro años y la conclusión será idéntica: porque “allá” juegan con menos presión y tienen un marco de contención llamado equipo. Porque “allá” les pagan los sueldos un millonario, un jeque o una sociedad anónima que, en cualquiera de sus figuras, respetan las decisiones del entrenador. Ninguno de ellos se atrevería a darles la razón a los futbolista­s por encima del DT en alguna oscura charla de concentrac­ión. Porque “allá” le hacen caso a lo que dice un director técnico que se ganó un respeto y, valga el juego de palabras, su palabra se respeta sin chistar. Jamás se discute, por más que algunos se permitan levantar la mano de vez en cuando. Muy de vez en cuando. Porque “allá” son una pieza más del engranaje y porque nadie se cree un salvador. Use el número que use. Incluso el 10.

El selecciona­do argentino fue tan autodestru­ctivo en los últimos tiempos que consiguió lo que nadie hubiera imaginado: que los jugadores se sintieran mucho más cómodos “allá” que “acá”.

En algo habrá que ser justos: Agüero no hizo un mal Mundial. Abrió el marcador contra Islandia (1-1) y le dio esperanzas a la Argentina con el tercer tanto en el 4-3 que eliminó al conjunto dirigido por Jorge Sampaoli de Rusia 2018. Es más, no se despidió del selecciona­do y, a los 30 años, dijo estar disponible y preparado para la lucha con las nuevas generacion­es. Con lo que no podrá luchar el Kun será con algunos conceptos ya instalados y con el rechazo popular hacia una generación que parece haber colmado la paciencia de los futboleros. Lo mismo para Javier Mascherano y Lucas Biglia, que ya renunciaro­n a la camiseta celeste y blanca. Higuaín, Éver Banega y Marcos Rojo entrarían en la misma situación. Sólo habrá que esperar qué sucede cuando sacudan las noticias de Barcelona. Gol tras gol. Gambeta tras gambeta. Será... ¿otra vez lo mismo?

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