Adolfo Curi: “el sueño es formar parte de la noche de los Museos”
El desarrollador de depósitos industriales sumó obras de arte en sus proyectos y mejoró el valor de alquiler de sus naves
Adolfo Curi es presidente del Grupo Curi, una empresa familiar que se dedica desde hace varias décadas al desarrollo de inmuebles comerciales. Su búsqueda de diferenciales lo llevó no solo a la incorporación de novedades tecnológicas en sus construcciones sino que en los últimos tiempos fusionó el arte con los parques industriales, creando un nuevo escenario para el sector.
¿Cómo nació la empresa?
En 1996 mi padre observó que había un nicho desatendido en el mercado de los inmuebles industriales, en esa época casi no había depósitos con tecnología y pensó que si trabajábamos en esa dirección podríamos atender a ese tipo de cliente que hasta ese entonces no eran tenidos en cuenta. Así fue como ese año empezamos a hacer un depósito con alguna mejora tecnológica; esa nave se la alquilamos a L’Oréal y a los seis meses se la estábamos vendiendo. Con lo obtenido en esa operación compramos en un terreno sobre la Panamericana y para ese espacio trajimos de Estados Unidos una estructura metálica, con la que armamos uno de los primeros depósitos de alma llena –estructura sin columnas–de la Argentina, que la dividimos y la alquilamos para dos empresas. Un tiempo después estábamos construyendo en el mismo predio un edificio de oficinas para BMW. Así iniciamos nuestro recorrido en el sector hasta convertirnos en especialistas del rubro, sumamos ideas y hasta trajimos innovaciones tecnológicas del exterior, de cada uno de nuestros viajes, que hoy nos caracterizan.
¿Qué mercados internacionales son los que ustedes toman como referencia?
Tenemos la mira puesta en Estados Unidos y en Europa, fundamentalmente en España. Pero nosotros tenemos muchas diferencias con ellos, fundamentalmente la escala que manejan. Allá, un centro grande industrial o logístico puede tener unos 300.000 m2 mientras que aquí las dimensiones son muy inferiores : varían entre 60.000 y 80.000 m2. El tema es que mucha de la tecnología que se utiliza allí resulta imposible de aplicar en parques como los nuestros. Esto obliga a tener que adaptar muchas ideas a nuestro ámbito. Chile es otro lugar para mirar, allí los centros más grandes alcanzan los 200.000 m2. ¿Cómo sumaron al arte en sus proyectos? Nuestra familia cree en la importancia del arte y en los beneficios que generan. Entendimos que incorporando esculturas de gran tamaño lográ- bamos cambiar el hábitat de trabajo optimizando el recurso más valorado: el humano. Somos unos convencidos que el arte influye en el comportamiento de los individuos, potenciando la imaginación, rompiendo la rutina, despertando nuestra inteligencia emocional, aportando equilibrio y pensamiento divergente. Estar frente a una obra de arte modifica positivamente nuestro ánimo por la generación de endorfinas y dopamina. Ahora, si todo esto lo logramos llevar a un espacio laboral el resultado no puede ser menos que positivo no sólo estética sino también anímicamente para todos sus ocupantes y por consiguiente mejorando su resultado laboral. Como dice Eugenio Cuttica: “Somos lo que pensamos”.
Para lograr el efecto que buscábamos en el predio, en el cual actualmente hay tres empresas instaladas y unos 2000 empleados, trabajamos en conjunto con el artista, Carlos Regazzoni, y con una paisajista,con el fin de integrar el entorno con las esculturas y con las estructuras industriales. El trabajo duró cerca de dos años. ¿Cómo fue el proceso de acceder a las esculturas?
Estas obras estuvieron expuestas durante un año en el Paseo de las Esculturas frente a canal siete y cuando debieron retirarlas para que exponga otro artista, el marchand Daniel Maman se encontró con el problema de no tener espacio para guardar obras de tal medida. Entonces surgió la idea de llevar las esculturas al predio de Tigre. Ambos sabían que se trataba de una apuesta fuerte. El parque industrial no era un lugar convencional para llevar obras de arte, pero el entorno le permite a estas esculturas estar bien representadas en volumetrías, ya que estas eran muy grandes para ser colocadas en el jardín de una casa o para estar al frente de un edificio. Pero en un predio de 15 hectáreas donde hay 75.000 m2 de depósito construidos, las 30 esculturas parecen que están instaladas en un living, sin perder la proporción. ¿Las obras mejoran el precio de los lotes?
No influye en el valor de venta, pero sí mejora no sólo el precio locativo sino también los tiempos de comercialización, ya que estas obras hacen a la calidad del inmueble. Aquí el valor de alquiler el metro cuadrado ronda los US$8 mientras que en otros parques oscila entre los US$6 y US$7. ¿Piensa replicar la experiencia?
Sí, es un sello y varias empresas nos vinculan con el arte. Pensamos reservar una parte de la inversión de los nuevos proyectos para instalaciones artísticas. Queremos abrir el predio de Tigre para escuelas y hasta formar parte de la noche de los museos. Ese sería un gran sueño hecho realidad.