LA NACION

Norberto Eduardo Spolansky. Distinguid­o jurista y sabio consejero

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Fue uno de los grandes maestros del derecho penal argentino. Un distinguid­o jurista y profesor de las más importante­s casas de estudio del país. Un hombre de exquisita cultura, sabio consejero y noble amigo. Así lo recordaron sus familiares, colegas y compañeros de la vida, que el jueves pasado lo despidiero­n con profundo dolor. Norberto Eduardo Spolansky tenía 79 años, un hijo, Nicolás, y una vida dedicada a la enseñanza.

Se recibió de abogado con diploma de honor en la Universida­d de Buenos Aires (UBA), y allí fue profesor de la cátedra de Derecho Penal durante muchos años. También fue profesor titular de Derecho Penal Económico en la Universida­d de Belgrano y jurado en las facultades de Derecho de Córdoba, Tucumán y Mar del Plata para concursos en derecho penal. De su paso por cada una de esas institucio­nes Spolansky recibió elogios y admiración de parte de sus colegas y de sus alumnos.

Invitado como orador por el Consejo Profesiona­l de Ciencias Económicas [al momento de aprobarse la reforma de la ley penal tributaria] para responder preguntas y exponer sobre la temática, uno de los presentes aquella tarde recuerda la destreza de Spolansky para capturar la atención de su audiencia y la creativida­d para aclarar las dudas sobre una temática compleja. “Tal era su sabiduría que en lugar de explicar desde la cátedra doctrinari­a la letra de la ley penal, sugirió hacer de referí de fútbol para contestar todas las preguntas que le hicieran los profesiona­les en ciencias económicas. Y vino con tres tarjetas. Una verde, para conceder ‘se puede, no es delito penal’; una roja, para advertir ‘es delito penal tributario’, y una amarilla, en señal de ‘como mínimo lo debemos discutir’. Contestó con las tarjetas a todas las consultas, y terminó siendo aplaudido de pie por todo el nutrido auditorio”, recordó un colega.

Para muchos de los que trabajaron a su lado o tuvieron la oportunida­d de recibir su asesoría o consejo profesiona­l, Spolansky era “un fuera de serie”; “un tipo de una talla profesoral inmensa”; un académico que siempre respondía con “su delivery simple, concreto y prácticame­nte imposible de refutar”.

Para Ricardo Gil Lavedra, exministro de Justicia de la Nación e integrante del tribunal federal que juzgó a las juntas militares, Spolansky era un buen amigo y “un fino jurista de delicada ironía”. El hondo respeto y la tristeza con los que lo despidiero­n sus familiares y amigos se hicieron oír en frases como “maestro del derecho”, “prestigios­o profesor”, “brillante jurista” y “hombre de exquisita cultura”. Todos sabían de su pasión por la especialid­ad del derecho a la que había elegido dedicarse. No tantos sabían que entre sus virtudes Spolansky también era un “violinista maravillos­o”.

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