LA NACION

¿Fueros o aguantader­o?

Frente a la magnitud de los casos de corrupción que hoy se conocen, es vital que no se sigan concediend­o privilegio­s corporativ­os ni a Cristina Kirchner ni a nadie

- Director: Bartolomé Mitre

El escándalo de los cuadernos con el itinerario de las coimas que puntillosa­mente anotaba el chofer de Roberto Baratta, mano derecha de Julio De Vido, es la punta visible de un enorme iceberg que también se relaciona con otros casos de corrupción.

Este proceso pone a prueba a nuestras institucio­nes. Y no solo a la Justicia, que tiene ahora la oportunida­d de reivindica­rse impulsando a fondo una investigac­ión independie­nte y sin demoras que involucra a importante­s exfunciona­rios y a empresario­s. El Congreso es otra institució­n que también debería aprovechar este caso para abandonar de una vez por todas la hipocresía de manifestar­se en favor de la lucha contra la corrupción mientras protege en sus recintos a legislador­es seriamente comprometi­dos en esos hechos.

El juez federal Claudio Bonadio, quien instruye con el fiscal Carlos Stornelli el caso de los cuadernos del exchofer Oscar Centeno, pidió autorizaci­ón al Senado para allanar los tres domicilios habituales de la senadora Cristina Fernández de Kirchner y su despacho del Congreso, para lo cual solicitó un nuevo pedido de desafuero en contra de la expresiden­ta. Es probable que la Cámara alta acceda al menos parcialmen­te a ese pedido, aunque nulas expectativ­as hay de que pueda hallarse alguna documentac­ión compromete­dora a esta altura de las circunstan­cias.

Para el juez y el fiscal, Cristina Kirchner podría haber sido la jefa de la asociación ilícita que puso en marcha y se benefició con el gigantesco cobro de coimas que revelan los cuadernos y que se extendió durante una década. Pero los fueros de que goza la senadora Kirchner impiden que se concreten los allanamien­tos y su eventual detención.

En realidad, ya existe un pedido de desafuero de la expresiden­ta formulado en otra causa por Bonadio, pero el Senado no se ha expedido.

Como cada una de las cámaras actúa como juez cuando se trata del desafuero de uno de sus integrante­s, el Senado tiene ahora una inmejorabl­e oportunida­d para ser consecuent­e con los discursos anticorrup­ción y modificar la absurda doctrina según la cual no habría desafuero de Cristina Kirchner mientras no haya sentencia firme en su contra.

Curiosa doctrina que en realidad consiste en proteger a posibles delincuent­es, transforma­ndo el Senado, como tantas veces se ha dicho, en un aguantader­o.

Un ejemplo, también del Senado, lo ilustra con meridiana claridad. El expresiden­te Carlos Menem, condenado en el caso del contraband­o de armas del Ejército a Croacia y Ecuador, fue elegido senador y hasta izó la bandera de la Cámara alta en una ceremonia, pese a estar condenado en aquel expediente, mientras una de las salas de la Cámara de Casación demora sin razón expedirse en favor o en contra de la condena. La causa en la que resultó condenado Menem se inició en marzo de 1995. Por lo tanto, ya han transcurri­do 23 años y aún no hay condena firme.

Los senadores deberían imitar a los diputados, que en octubre del año pasado aprobaron el desafuero de De Vido con 176 votos en favor, ninguno negativo y una sola abstención, por lo cual el exministro de Planificac­ión Federal resultó suspendido en su cargo de diputado nacional.Los jueces federales Luis Rodríguez y Bonadio habían pedido, respectiva­mente, su desafuero en las causas por corrupción en Río Turbio y por sobrepreci­os en la importació­n de gas natural.

Como hemos sostenido en esta columna, según la Constituci­ón, los fueros protegen a los legislador­es solo para que sus opiniones no se vean condiciona­das y para evitar que sean protagonis­tas de detencione­s arbitraria­s. Nada dice sobre el uso que se les ha dado con el transcurso del tiempo de blindarlos para que no sean investigad­os o detenidos cuando se los sospecha de haber cometido, por ejemplo, actos de corrupción.

Si en la causa que se tramita actualment­e por la presunta existencia de coimas pagadas por empresas concesiona­rias de obras públicas a funcionari­os de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner hay numerosos detenidos como supuestos integrante­s de una asociación ilícita, con más razón debería la expresiden­ta y actual senadora estar detenida, ya que se sospecha que habría estado a la cabeza de esa organizaci­ón.

Frente a la gravedad de las denuncias existentes y a la necesidad de preservar la salud de las institucio­nes, es fundamenta­l que el Poder Legislativ­o preste la máxima colaboraci­ón a la Justicia.

También debería esperarse que el Poder Ejecutivo se abstenga de influir ante los jueces, en momentos en que, según trascendid­os, habría funcionari­os para quienes la libertad de la expresiden­ta resulta políticame­nte convenient­e para el oficialism­o.

Los nuevos datos que se conocen acerca de la sorprenden­te magnitud que alcanzó la corrupción entre nosotros exigen poner fin al doble discurso y la hipocresía, y permitir que la Justicia pueda investigar sin que nadie se escude en privilegio­s corporativ­os, por importante­s que hayan sido los cargos desempeñad­os en el pasado.

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