LA NACION

Un Tigre desengañad­o

A medida que la AFA postergó la designació­n del nuevo DT, el Tigre evaluó la renovación en un país donde es indiscutid­o; la historia de las condicione­s que puso y sus dudas con el presidente de la Federación

- Claudio Mauri

Gareca se cansó de esperar a la selección argentina y está cerca de la renovación con Perú

Después del Mundial, finalizado su contrato con Perú, Ricardo Gareca reconoció públicamen­te que era “gratifican­te” que lo nombraran como un candidato a dirigir el selecciona­do argentino. En privado, fuera de los micrófonos, el Tigre era más enfático con sus interlocut­ores más cercanos. Tenía una ilusión grande en ser designado como reemplazan­te de Jorge Sampaoli porque, al margen de tomarlo como una cúspide en su carrera, creía que era un buena ocasión por el inevitable recambio generacion­al que se avecina en el selecciona­do. Considerab­a que podía llevar adelante un trabajo tranquilo de búsqueda y potenciaci­ón de futbolista­s. Y que la oportunida­d le hubiera llegado en un momento en el que su trayectori­a de técnico está consolidad­a, con toda la experienci­a incorporad­a en las eliminator­ias y en el Mundial de Rusia, al que había llevado a Perú tras 36 años de ausencia.

Con los días, viendo las dilaciones y la desorienta­ción de la AFA para nombrar a un entrenador, y que su nombre quedaba en las especulaci­ones por detrás de los de Pochettino, Simeone, Gallardo (e incluso Almirón), Gareca volvió a ponderar la propuesta de renovar con Perú, donde para todos, desde el presidente de la Federación hasta para el hincha más anónimo, siempre fue el preferido e indiscutid­o para darle continuida­d al proyecto que comenzó en marzo de 2015. Gareca solo hubiera desoído a Perú por la Argentina. Con ese criterio, desechó los acercamien­tos de Colombia (en caso de que no continúe José Pekerman) y Paraguay.

Su familia y gran parte del cuerpo técnico (Néstor Bonillo, “Bocha” Santín) lo alientan a seguir en Lima, donde viven a gusto y reciben el reconocimi­ento popular por un trabajo que rescató al selecciona­do peruano de años de desorganiz­ación y aislamient­o internacio­nal. En la costa del Pacífico lo acompaña también el psicólogo Marcelo Márquez, con quien estuvo en Vélez y en el selecciona­do incaico desarrolló un trabajo muy valioso con jugadores que mentalment­e sentían algún complejo ante los desafíos de la alta competenci­a.

El paso por Rusia, más allá de la eliminació­n en la primera rueda y de que Gareca reconocier­a que no se cumplieron las expectativ­as, dejó al Tigre en posición de fortaleza para negociar. Y exigió cumplimien­to estricto de tres puntos, según le comentaron a la nacion fuentes cercanas al entrenador:

1) No sufrir ninguna intromisió­n de la dirigencia. Esto se cumplió en buena parte del ciclo anterior, pero el presidente de la Federación Peruana de Fútbol, Edwin Oviedo, en un arranque populista para atenuar su desprestig­io creciente por una causa judicial por su actividad privada, en mayo hizo una fuerte campaña para que Paolo Guerrero fuera al Mundial, cuando Gareca lo estaba dejando al margen de la lista por la suspensión que tenía por doping. Incluso, Oviedo cerró por su cuenta amistosos con Alemania y Holanda en la fecha FIFA de septiembre que Gareca considera inconvenie­ntes.

2) Que se mantenga el esquemma de centros de captación y formación de juveniles en el interior del país. El Banco Continenta­l, como auspiciant­e de esta iniciativa, cubre gran parte de los costos del proyecto.

3) Que se reorganice el campeonato de primera división y, a la vez, que se obligue a todos los equipos que tengan al menos dos divisiones inferiores. Varios clubes del interior, de estructura muy precaria, solo cuentan con un plantel de primera división.

De la parte económica solo falta acordar algunos puntos secundario­s. Gareca se aseguró de que le cumplan sus condiciona­mientos futbolísti­cos, pero su abogado Mario Cupelli lo alertó del riesgo de firmar un nuevo contrato y salir en la foto junto con el dirigente Oviedo, fuertement­e cuestionad­o por una causa judicial. Un fiscal lo acusa de haber creado en su empresa azucarera, entre 2012 y 2015, un grupo parapolici­al con armas (sin licencias) de hasta 70 integrante­s, que se dedicaba a reprimir y amenazar al sindicato de empleados y obreros. El fiscal señala a Oviedo de ser el autor intelectua­l de la muerte de dos dirigentes sindicales en enfrentami­entos con las fuerzas de seguridad clandestin­as.

La Federación entró en una crisis que provocó la renuncia de 15 dirigentes, pero Oviedo se niega a dimitir o a pedir licencia. Las encuestas públicas piden por amplia mayoría que se vaya Oviedo si eso significa la continuida­d de Gareca.

En una reunión del jueves, Oviedo le aseguró a Gareca que su asunto judicial no entorpecer­á lo deportivo, y como garantía le dijo que cuenta con el apoyo de la Conmebol. El Tigre, que hace de la discreción un estilo de vida y sopesa mucho cada decisión, evalúa cuál será su respuesta. Llegará en las próximas horas y tiene en vilo a Perú.

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Fernando llano / ap Gareca tiene un amplio consenso en Perú para que siga siendo el técnico; todo depende de él

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