LA NACION

El cardenal Poli pidió que se legisle “por el bien común”.

El cardenal primado dijo en San Cayetano que el proyecto “pone en un camino sin salida a los indefensos y vulnerable­s que se están gestando”

- Evangelina Himitian.

Ante miles de fieles, en la misa por San Cayetano, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, reforzó la ofensiva de la Iglesia contra el proyecto de legalizaci­ón del aborto y dijo que la propuesta que tratará hoy el Senado “pone a los indefensos y vulnerable­s seres humanos que se están gestando en un camino sin salida”.

El cardenal primado, que hoy oficiará una misa, a las 20, en la Catedral, habló directo a los senadores que hoy deberán emitir su voto: “Elevamos nuestra oración para que los miembros del Honorable Senado de la Nación no interrumpa­n la honrosa y laudable tradición de legislar para el bien común con leyes que abran a la esperanza de nuestro pueblo a favor de la cultura de la vida”.

Poli insistió en que la interrupci­ón voluntaria del embarazo perjudicar­á a los inocentes, a quienes deja “excluidos de la legítima defensa, sin juicio ni proceso”.

“Solo les correspond­erá el deber de aceptar morir sin más”, sostuvo, al presidir la misa en honor del patrono del pan y del trabajo.

Horas antes de que comience el debate en el Senado, el arzobispo llamó a elevar la voz de los que no pueden hablar en defensa de las dos vidas, y advirtió que “detrás de la incomprens­ible palabra interrupci­ón no hay nada”.

“No juzgamos a nadie, menos a las madres que por motivo que solo ellas y Dios saben a veces, bajo presión, en situacione­s angustiant­es, sin trabajo y solas, optan por el aborto, que siempre será un drama”, señaló, ante la multitud que se acercó al santuario de San Cayetano.

Antes de cerrar su homilía, el cardenal pidió “que este debate del aborto no nos haga olvidar el verdadero problema de la Argentina, que son los pobres, que hoy suman la tercera parte de la población y siguen esperando”.

Poli habló ante una multitud en la que predominar­on los pañuelos celestes, salvo una excepción.

Una pincelada verde se abría paso entre la marea celeste de los fieles que esperaban para entrar al santuario. El pañuelo que Marcelo Mansilla llevaba atado en su mochila resaltaba en el gris de la mañana, como el tapado rojo de aquella niña en La lista de Schindler. Muchos se codeaban, lo señalaban. Marcelo hacía oídos sordos y avanzaba.

“Sabía que venir con mi pañuelo verde podía generar cosas. No lo hice para provocar. Vine con mucho respeto, aunque estaba preparado para que me dijeran de todo. Pero fue todo lo contrario. Todos fueron muy amables. Me dieron la paz y los voluntario­s hasta me sirvieron té. Yo vengo a agradecer, porque San Cayetano me dio trabajo y le dio salud a mi hermana, que tuvo un accidente hace dos años. Y es como yo pensaba, los santos nos responden a todos, porque ellos no trabajan para las institucio­nes, sino para la gente”, cuenta Marcelo, que es de Junín, tiene 24 años y se está por recibir de enfermero.

El pañuelo verde de Marcelo no pasó inadvertid­o durante la jornada de ayer, justamente porque el debate por la despenaliz­ación del aborto marcó como nunca el día de San Cayetano.

Pañuelos celestes, consignas como “salvemos las dos vidas” o “toda vida vale”, estaban tan presentes como las espigas y las estampitas, entre las miles de personas que hacían fila para entrar al santuario y pedir un favor en esos dones en los que el santo es especialis­ta: salud y trabajo.

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Soledad aznarez El cardenal Poli, ayer, en Liniers

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