Generación verde. Los sub-18 que impulsan las reivindicaciones de género
El debate por la legalización del aborto despertó la militancia por los derechos de la mujer en miles de chicos; para los especialistas, son actores políticos claves
Volvieron a sus casas de madrugada, con restos de glitter verde en sus mejillas y párpados, y, horas después, la mayoría se levantó, como todos los días, para ir a la escuela. “Fue una noche histórica, y más allá del desenlace de la votación en el Senado, el tema quedó instalado. Dejó de ser tabú. Vamos a seguir movilizándonos por nuestros ideales de igualdad y nuestros derechos”, dice Azul Ferreira, de 14 años, y alumna de la Escuela Técnica Raggio, en Núñez.
Con el pañuelo verde atado en su muñeca izquierda, Ferreira habla con entusiasmo en medio de una ronda de estudiantes. Además del aula comparten algo más que los identifica y los une: es la primera vez que se movilizan por una causa y que salen a la calle para hacer oír su voz. “Sentís que formás parte de algo mucho más grande, y que se puede generar un cambio”, dice. Anteayer estuvo en el sector destinado alrededor de la Plaza del Congreso, sobre la avenida Callao, al grupo que estaba a favor de la ley de legalización del aborto.
Mientras Ferreira habla, sus compañeros se suman a la ronda. Están Neira Ortiz (14), Valentina Parodi
(17), Félix Reisis (15) y Nicole Suárez
(14). Para ellos también el debate sobre la legalización del aborto fue la puerta de entrada al despertar de una militancia política en cuestiones de género. Son centennials, o parte de la denominada Generación Z, nacidos después de 2000. Los más grandes apenas rozan los 18 años, y junto con los millennials –que llegaron al mundo a partir de 1980– , sumarán la fuerza demográfica más importante del planeta para 2020 (cerca del 60% de la población). Así lo indica el informe “New Kids On The Block”, que fue publicado por Bank of America Merrill Lynch. La investigación intenta rastrear cómo estas dos generaciones entienden la tecnología, el consumo, la educación, la economía y otros aspectos vinculados con su autonomía, como la sexualidad y el género.
Para los especialistas consultados por la nacion, los adolescentes se constituyen hoy como un nuevo actor social. Quizás, sea la generación más tolerante que haya existido en cuestión de orientación sexual y religiosa. “Hay una transformación subjetiva. Este cambio en las relaciones y sentidos culturales es apropiado por chicos y chicas y tramitado tanto a nivel corporal como identitario. Si, tal vez, antes la autonomía sexual se buscaba en secreto, los adolescentes, hoy, la construyen en su politización y en lo público. Hablar de sexualidad es para ellos parte de su discurso cotidiano”, reflexiona Valeria Llobet, investigadora del Conicet en temas de derechos y políticas para la infancia.
La abogada Sabrina Cartabia, miembro de la organización Red de Mujeres, considera que la percepción sobre el rol de los adolescentes viene modificándose con algo más de fuerza en los últimos cinco años. “Los cambios jurídicos que comenzaron en 1994, cuando en el país se le dio rango constitucional a la Con- vención institucional de los Derechos del Niño, se acentuaron en este último tiempo. Su voz cada vez tiene más peso y en estos pocos meses desde que comenzó el debate sobre la legalización del aborto quedó demostrado. Las adolescentes salieron a la calle y se pusieron la movilización al hombro, incluso cambiando la lógica de la conversación en el seno de sus familias”. Según Cartabia, los adolescentes no hablan solamente en términos de salud pública o clandestinidad, sino que plantan sus ideales de igualdad y los valores de una ética política en el contexto de una sociedad democrática.
Desacuerdos
Casi sin quererlo, Bárbara Llano, de 14 años, se suma a la definición de tono académico de Cartabia: “Si el aborto sigue siendo ilegal, no hay igualdad de género, porque son las mujeres las que mueren por los abortos clandestinos y las que hasta pueden ir presas por hacerlo”. A su lado, la escucha su novio, Juan Cerutti, que no está de acuerdo con el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. “Con ella discutimos, pero, como no nos ponemos de acuerdo, llega un punto en que paramos. Respeto y entiendo su postura. Pero creo que hay una vida en formación y no me parece bien que otro decida interrumpirla –dice–. Tal vez no se sancione el año que viene, pero será ley en algún momento”.
Aunque Neira Ortiz está algo decepcionada por el rechazo del proyecto, considera que el saldo fue positivo. “Se habló mucho de la implementación de la ley de educación sexual, de la distribución gratuita de anticonceptivos y aparecieron también los pañuelos rojos, que pedían por políticas de adopción. La ley no salió, pero las cosas no van a seguir igual”, se entusiasma.
“Son hijos de la ESI [(Educación Sexual integral)]. La generación de adolescentes que anteayer estuvo en la calle transitaron su primaria y secundaria bajo la ley de educación sexual integral, sancionada en 2006, y que, a pesar de todas las falencias en su aplicación, son conscientes de que hay un Estado que dictaminó que se debe enseñar educación sexual en las escuelas, y que no tiene que ver solamente con la prevención de enfermedades y embarazos no deseados. Es una ley que promueve el desarrollo de los estudiantes como sujetos deseantes en plena soberanía de sus cuerpos y que busca eliminar la violencia de género, como aspectos centrales aunque no únicos”, señala Gabriela Larralde, autora de Una poética del género: Guía de lecturas para abordar la ley de Educación Sexual Integral.
Anteayer, mientras el sector celeste festejaba el rechazo del proyecto, las miles de personas del otro lado de la plaza, donde las chicas de glitter verde se distinguían en grandes grupos, gritaron: “¡Será ley!”. En esa reacción, la doctora en Ciencias Sociales, Eleonor Fur, vislumbra la llegada de un nuevo actor social, “equivalente de alguna manera a lo que fue la crisis de 2001, que impulsó a los que hoy tienen 40 y pico a involucrarse en la política y llegar a ocupar cargos en el Estado, pero con la diferencia de que ahora el giro es de política feminista, con un reclamo que golpeó fuerte en 2015 con la movilización de Ni Una Menos”.
Valeria Llobet investigadora del conicet “Hablar de sexualidad es para los adolescentes de hoy parte de su discurso cotidiano” Eleonor Fur dra. en ciencias sociales “son actores equivalentes a los que la crisis de 2001 impulsó a involucrase en la política, pero con la diferencia de que ahora el giro es hacia las políticas feministas” Azul Ferreira estudiante de 14 años “sentís que formás parte de algo mucho más grande, y que se puede generar un cambio”