Por qué aumentan los precios en la Argentina
Q ueda bien, en una rueda de amigos o frente a las cámaras de televisión, afirmar que los comerciantes “hacen lo que quieren” cuando fijan los precios. La verdad, me encantaría que fuera cierto, cuando cotizo el precio de las conferencias que quiero pronunciar. Pero, entonces, ¿qué limita el aumento de los precios? Junto a lo cual cabe preguntar: ¿por qué un mismo producto se vende a precios tan diferentes?
Al respecto consulté al norteamericano John Maurice Clark (1884-1963), hijo de John Bates Clark, en cuya memoria anualmente se otorga una medalla al economista norteamericano menor de 40 años que haya realizado una gran contribución al pensamiento económico. Lo entrevisté porque en 1940 publicó un trabajo recomendando basar los análisis en la competencia factible, no en la competencia perfecta. El texto anticipa claramente el principio del segundo mejor, asociado con Richard George Lipsey y Kelvin John Lancaster, y el principio de Henri Louis Le Châtelier, referido a elasticidades de oferta y demanda, a corto y a largo plazo. –No parece satisfacerle la importancia que los economistas le adjudican al caso de competencia perfecta. –Si decimos que el ser humano guía su conducta por el principio hedónico, según el cual busca conseguir el máximo de bienestar con el mínimo esfuerzo, tenemos que pensar que en la interacción con el resto de los seres humanos cada uno de nosotros tratará de ser monopolista cuando vende y monopsonista cuando compra. Resignándose a competir cuando no tiene más remedio. Según esta interpretación, los competidores deben ser considerados monopolistas o monopsonistas frustrados. Por ende, en los cursos de microeconomía el caso de competencia debería surgir de un proceso, no plantearse como un punto de partida. Y prefiero hablar de competencia factible, la que se puede llegar a observar en la práctica, más que de competencia perfecta. –Eso de que los productores y los comerciantes cobran lo que quieren, y por consiguiente aumentan los precios como les place, ¿es una fantasía o una realidad? –El recordado Tato Bores explicó que precio es el número al cual hay, no al cual no hay, por lo que solo para algunos privilegiados el tipo de cambio oficial era el precio del dólar durante la vigencia del “cepo cambiario”. A la feliz expresión de Bores hay que agregarle que precio es el número al cual se realiza la transacción. Esto se ve claro en el caso de las propiedades. –Explíquese. –El aumento del precio del dólar aparentemente no redujo el precio en dólares de las propiedades. ¿Cuál precio? El que aparece en las vidrieras de las inmobiliarias. Pero seguramente que bajó el precio al cual se realizaron las contadas operaciones que se llevaron a cabo. –¿Qué quiere decir? –Que los oferentes pueden poner el precio que deseen, pero luego tienen que vender, y para eso al nuevo precio tiene que haber demandantes. En un país con historia inflacionaria como el suyo, muchas veces aumentan los precios pero como luego cae el volumen de ventas, el nuevo precio permanece constante en términos nominales, mientras el del resto de los productos sube, por lo cual el producto en cuestión se termina vendiendo a menor precio en términos reales. –Igual cabe preguntar: ¿qué lleva a los oferentes a fijar precios tan elevados, teniendo luego que esperar el correspondiente reacomodamiento? –La fuerte incertidumbre que existe. ¿Por qué abren los negocios todos los días, si a ciencia cierta nadie sabe lo que va a ocurrir? Porque quien no lo hace en el nombre de que desconoce el futuro se termina fundiendo. En la Argentina los fabricantes y los comerciantes atienden al público, pero mientras tanto tienen la radio o la televisión encendidas, por las dudas de que los compradores sepan algo que ellos todavía ignoran. –También se nota fuerte dispersión por los precios que se pretende cobrar, en una misma ciudad, por un mismo producto. ¿A qué se debe esto? –Lo de “mismo producto” puede resultar engañoso. Un café cortado se consigue a precios diferentes, dependiendo del barrio donde está ubicado el bar que lo sirve. Una parte de la diferencia del precio se explica por la distinta calidad del producto, la mayor parte por la localización del bar y el atractivo de sus instalaciones. –Entiendo, pero esto también se verifica comparando una misma marca de gaseosa o determinada marca de calzado. –Los bienes se compran con dinero y con tiempo. Los ricos tienen más dinero que tiempo; a los pobres les ocurre lo contrario. ¿Se imagina a Leo Messi pasándose un día comparando precios, antes de comprar bufandas para sus hijos? Por el contrario, para los pobres, los ingresos son escasos y el tiempo más abundante, y por consiguiente les conviene caminar para aprovechar los menores precios. –Gran desperdicio de energías. ¿Qué le parece fijar un único precio para cada producto, independientemente de donde se lo comercialice? –idea aparentemente brillante, pero, ¿cuál de todos los precios: el menor, el mayor? Por favor, no le encarguemos al Estado que dirima la cuestión, porque la experiencia indica que no siempre cumple y cobra muy caro sus servicios. –Don Juan, muchas gracias.