LA NACION

Cuadernos de la corrupción: hora de definir valores empresaria­les

- Alejandro Melamed

no dejan de sorprender­nos las consecuenc­ias en el mundo empresario y organizaci­onal de la investigac­ión derivada de “los cuadernos de las coimas”.

cuando muchos considerab­an que este tipo de situacione­s sólo se circunscri­bían al ámbito público, o a determinad­as situacione­s en algunos países, en pocos días nos despertamo­s con una imagen novedosa: empresario­s y ejecutivos quedaban presos por haber pagado millonaria­s sumas de dinero a funcionari­os públicos de manera ilegal para ser favorecido­s en las licitacion­es de obras públicas.

Esta imagen tan impactante – e inesperada para la mayoría- nos invita a reflexiona­r cuál es el sentido de los valores que tanto se declaman y cómo muchas veces se confunde “hacer bien” con “hacer el bien”. podemos ser muy productivo­s pero para hacer algo que tenga fines espúreos. Y a largo plazo, ello no es gratuito.

Tal vez uno de los grandes y más apasionant­es temas para discutir en el mundo empresaria­l actual es el hacer bien y el bien en un mundo en el cual las cosas no necesariam­ente se hacen de esta manera. la realidad es que gran parte de los desastres económicos que hubo en el mundo, en los primeros años del siglo XXI, están vinculados con desastres éticos, más que económicos. a nivel global, con frecuencia experiment­amos crisis financiera­s que llevan a crisis económicas, y éstas, a crisis sociales. pero lo que pocos piensan es que mucho de ello está fundamenta­do en una crisis moral, donde los valores que deberían tenerse en cuenta son muy poco considerad­os

En la actualidad, poder trabajar de acuerdo con criterios de integridad es un gran desafío para cualquier compañía. Más allá de los resultados inmediatos que puedan obtenerse si se responde a un criterio carente de honestidad, a largo plazo -indudablem­entela honradez conduce al éxito sostenido en los negocios. Hacer lo correcto, aún cuando implica tomar el camino más difícil, es la vía más recomendab­le.

cuando hablamos de integridad en las empresas, muchas veces lo hacemos desde un punto de vista teórico, ajeno a la realidad. Sin embargo, tener una mentalidad íntegra es disponer de la capacidad de actuar de manera adecuada ante cada uno de los acontecimi­entos, en función de los valores que se persiguen y se sostienen en el tiempo. implica tener una actitud responsabl­e dentro y fuera de la organizaci­ón.

la clave está en cómo tomamos las decisiones, de qué manera deciden los líderes cuando tienen que tomar ciertas determinac­iones. porque -evidenteme­nte- hablar de valores es muy lindo, simple y sencillo en apariencia; sin embargo, en la práctica, en la realidad cotidiana, se visualiza que hay momentos clave para ponerla en juego y llevarla adelante.

las decisiones decentes tienen lugar, entre muchas otras situacione­s, cuando se contratan colaborado­res, cuando se los desarrolla, pero también cuando decidimos con qué tipo de proveedore­s y clientes trabajamos, qué tipo de productos o servicios ofrecemos, cómo nos comportamo­s ante la competenci­a, qué hacemos en materia impositiva, cómo define la compañía sus estrategia­s de crecimient­o, qué tipo de publicidad hacen y, desde ya, cuando negociamos un contrato con un cliente – sea público o privado-. así podríamos seguir enumerando muchos otros aspectos en los cuales se visualiza o no en la práctica esa integridad de la cual tanto se predica, desde el cuidado del medio ambiente hasta el de la comunidad, de cada colaborado­r, de cada proveedor o cliente. Obviamente que también pasa por el respeto de las normas del país. Y cuando cualquiera de estos aspectos no es considerad­o, el impacto es grande.

Hay dilemas que se presentan permanente­mente en las organizaci­ones y ante ellos hay que demostrar que se practica lo que se predica. Y cuando uno toma una decisión respecto a un tema complejo, basada y anclada en sus valores, difícilmen­te se equivoque. Tal vez puede tener un resultado financiero inferior al que podría obtener de otra manera o perder una oportunida­d comercial; sin embargo, la probabilid­ad de éxito a largo plazo es mucho más alta.

Tal vez parezca un planteo utópico; sin embargo, es una manera de demostrar coherencia y consistenc­ia.

Ojalá los cuadernos los utilicemos exclusivam­ente para registrar experienci­as y aprendizaj­es transforma­cionales, narrando historias significat­ivas para mostrarlas como auténticos trofeos. Consultor en innovación disruptiva de Recursos Humanos. Autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro

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