LA NACION

El viaje de egresados de “Chiqui” Tapia

- Sebastián Fest

Son muchas las figuras públicas de la Argentina que creen que la vida es un viaje de egresados permanente. Gran mérito del tándem Carlos Menemmarce­lo Tinelli en los ’90. No importa de qué se esté hablando ni dónde se esté: la meta es ser graciosos. Y si algo enseña la vida es que no siempre se puede ni se debe serlo, porque se termina cayendo en lo patético. ¿Lo habrá aprendido esta semana al fin Claudio “Chiqui” Tapia, el máximo responsabl­e del fútbol argentino? Comenzó la entrevista con TYC Sports bromeando insistente­mente sobre la densidad capilar de su entrevista­dor y terminó metiendo la pata hasta el fondo con Josep Guardiola para afectar la imagen de la propia selección que tiene a cargo.

Hay algo que Tapia parece no entender, y que de tanto en tanto le sucede incluso al propio Mauricio Macri: en la mayor parte del mundo, la seriedades la norma y la broma la excepción. El viaje de egresados sucede una sola vez, y dura unos pocos días.

Hablar de “billetera gorda” es de un nivel de inconcienc­ia sideral. Un tiro en el pie, porque gu ar diol asedio incluso el lujo de negar que la AFA lo haya contactado, cuando la verdad es que sí lo hizo. Quizá crea tapia que una entrevista en televisión es una charla de amigos y que todo queda en la Argentina. Hace rato que no es así: lo que se diga llega a cualquier rincón del mundo en instantes, llega a Guardiola, en este caso, que le había dado un veloz y discreto “no” a la AFA y nunca esperó verse tan expuesto. Y no se trata de lo que dijo Alejandro Fantino (“Guardiola que es un tipo que no se mete con nadie, juega en otra Liga, no se pelea con nadie. Habla de fútbol, habita en una sociedad inglesa, descansa en Nueva York. Tiene otra mentalidad. Contestarl­e al Chiqui Tapia… es porque le cayó muy mal”). No, no es cierto que Guardiola no se meta con nadie y hable solo de fútbol: basta con recordar sus polémicas intervenci­ones criticando a España como país en plena efervescen- cia independen­tista catalana. Y tampoco hay que pasarse de frenada: si Guardiola habló del o que dijo tapia es porque un periodista se lo preguntó en una conferenci­a de prensa. Tan simple como eso.

En sus meses sabáticos entre 2012 y 2013 en Nueva York, Guardiola encaraba largas caminatas con una profesora porque se había obsesionad­o con aprender alemán. Le costó, pero terminó manejando un digno nivel de vocabulari­o. Su inglés es hoy bastante bueno, y también habla italiano, además de dominar el castellano y el catalán. Se interesa por la Argentina (“¿y qué tal este Macri?”, pregunta a veces) y mantiene vivo el desafío de dirigir a una selección. Su impecable imagen le permite disimular las muchas imperfecci­ones que tiene, porque nadie es absolutame­nte bueno o malo. Ni Tapia, ni Guardiola, que sería un lujo como director técnico de cualquier selección. ¿La Argentina? Habrá que dejar pasar unos cuantos años, porque Tapia contribuyó notablemen­te a enfriar cualquier interés que Guardiola pueda tener por acercarse al equipo de Lionel Messi. Eso es ya parte de su legado, dure lo que dure su mandato.

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