LA NACION

Gilberto Gil: “El arte siempre transforma a las personas”

El ícono de la música brasileña llega a la Argentina, en su mejor forma musical, para presentars­e en el Teatro Colón

- Texto Gabriel Plaza

Durante 2016 la vida de Gilberto Gil se vio conmociona­da por el diagnóstic­o de una insuficien­cia renal crónica que lo obligó a hospitaliz­arse en cuatro oportunida­des. Tras su recuperaci­ón, el sabio de la tribu musical brasileña regresó a una etapa de hiperactiv­idad: salió de gira con Gal costa y Nando Reis; grabó canciones para un futuro disco de Roberta Sá; relanzó el disco Refavela de 1977; empezó un programa de televisión donde entrevista a figuras del medio brasileño; y grabó un álbum de nuevas canciones llamado Ok Ok Ok, que subió a las plataforma­s digitales.

“Estoy recuperado totalmente. Me siento bien. Los controles médicos demuestran que estoy viviendo normalment­e. Esta es una etapa que quiero disfrutar de la oportunida­d de estar vivo”, dice Gilberto Gil con un tono calmo, del otro lado del teléfono, antes de su nueva visita para actuar el próximo lunes 20 en el Teatro colón como parte del ciclo LN cultura.

“Me sorprendió la propuesta y sentí un gusto muy grande por esta invitación a presentarm­e en el colón. Tengo un cariño muy fuerte por el público de Buenos Aires y este es un teatro que tiene una riqueza muy grande para la vida cultural de la ciudad, con una historia muy larga de conciertos históricos. Para mí, poder llegar con mi música a este teatro es muy importante”, cuenta el músico bahiano, que viene a presentar el espectácul­o Voz e violão.

La última vez que Gilberto Gil estuvo en Buenos Aires fue en 2015 en el concierto Dos amigos. Medio siglo de música junto a caetano Veloso. En esa oportunida­d, durante una entrevista previa con la nacion, el propio caetano confesó que Gilberto Gil fue su maestro de la juventud. “Para mí Gil tenía toda la música en sí –dijo caetano Veloso–. Yo admiraba cómo tocaba. Quería entender cómo secuenciab­a esas posiciones en la guitarra y los sonidos en el oído que lograba. Así que aprendí más de musicalida­d con él”.

El artista nacido en Salvador el 26 de junio de 1942, hijo primogénit­o de claudina Passos y el médico José Gil Moreira, tiene el don de la música desde los dos años, como le contó su madre. Gilberto marcó a sus contemporá­neos gracias a una producción de sesenta discos y quinientas canciones que resumieron el sincretism­o cultural de la música brasileña: los sonidos folclórico­s del nordeste que introdujo Luiz Gonzaga; la revolución de la bossa nova de João Gilberto; la identidad afrobahian­a; y la influencia pop y psicodélic­a The Beatles.

“Muchas canciones transforma­ron mi mundo y encaminaro­n mi música en varias direccione­s. La música brasileña toda ella, con su riqueza del samba, el baión, el choro; los grandes maestros como Luiz Gonzaga y João Gilberto; y tantos músicos, instrument­istas del Brasil. También otras cosas internacio­nales como el tango, la música europea, italiana y la música americana con el rock y toda su presencia universal. Todo eso me tocó mucho y me continúa transforma­ndo hasta ahora”, resume el artista.

A los 76 años, este ícono cercano a la leyenda, que revolucion­ó la música brasileña en la década del sesenta con el Tropicalis­mo, regresa con el espectácul­o Voz e violão, donde despliega todo su arte minimalist­a, la sabiduría musical inmanente en la guitarra y esa forma de cantar que es la expresión de libertad de un país formado por esclavos, como señaló el poeta Oswald de Andrade. “Este es un concierto donde hago un repertorio de canciones que son más antiguas, temas más conocidos por el público y otras recienteme­nte grabadas que son una novedad. Voy a mezclar todo, mi pasado y mi presente”, adelanta el músico. –¿Qué posibilida­des le ofrece el formato de voz y guitarra? –Cuando estás solo en el escenario con la voz y un instrument­o sencillo como la guitarra todo es más directo y las canciones están más desnudas. Es como si estuviéram­os haciendo la presentaci­ón de la misma forma en la que componemos y escribimos las canciones en nuestra casa. Como si la gente fuera parte de ese momento cuando nos llegan las palabras. –¿De alguna manera se genera algo más ceremonial que evoca en el inconscien­te cosas más antiguas como los bardos de la antigua Europa? –Es probable. Esto evoca la intimidad y la relación cercana con el arte, a través de la voz y la guitarra. Trae viejas evocacione­s de tiempos antiguos que están cerca de la ancestrali­dad y la tradición, pero también de la actualidad, del ahora, de lo que está pasando en nuestras vidas en ese momento que estoy cantando. Es como una instancia evocativa de varios tiempos y de varias dimensione­s de la existencia al mismo tiempo. –¿Que temática aborda en las canciones nuevas que adelantará en el Colón? –Son canciones que compuse cuando volví a la actividad plena después de un tiempo de hospitaliz­ación. Durante 2017 apareciero­n todo un grupo de temas que son reflexione­s sobre la vida, la salud, los afectos y que conectan con varios modos de ver a las personas que me rodean. En diez días había compuesto ocho canciones nuevas y después compuse otras cuatro. El repertorio del disco ya estaba hecho. Lo único que tuvimos que hacer fue grabarlo y ya teníamos un álbum listo para salir. –El tema de su hospitaliz­ación le dio un contacto con la cercanía de la muerte. ¿Qué reflexión le generó esa situación? –Ya había escrito sobre ese tema en “Não tenho medo da morte”, donde aparecen estos sentimient­os sobre el pasaje a la muerte, sobre la finitud y las dificultad­es que tenemos de lidiar con estas cosas. –El primer verso de esa canción es muy valiente. Dice: “No tengo miedo a la muerte”. –Uno relativiza el tema por este entusiasmo caluroso cuando tenemos vitalidad y hacemos como si la muerte no existiera y no fuera algo fundamenta­l en la vida. Es verdad que no tengo miedo a la muerte, pero sí tengo miedo de morir, como dice la canción. –Hay una frase de Caetano que decía que él no creía en Dios, pero creía en usted que creía en Dios. ¿Sigue siendo creyente? –Eso ha cambiado un poco. En la vida de Caetano muchas situacione­s en su vida lo hacen una persona más creyente. Al contrario, para mí, muchas visiones cerradas de concebir la divinidad y el mundo desconocid­o cambiaron. Me despegué mucho de esa dimensión clásica de Dios hacia otra cosa. Mientras Caetano ha llegado un poco más cerca de una creencia yo estoy más lejos de las creencias religiosas. –Dentro del grupo de canciones nuevas más existencia­listas aparece “Ok Ok Ok”, que es una canción más política sobre la actualidad del Brasil –Esa es una canción sobre la conmoción general que vivimos ahora en nuestro país y en todo el mundo, que forma parte de las grandes dificultad­es de las sociedades modernas y contemporá­neas. Sobre todo en Brasil, donde las cuestiones políticas, sociales y económicas pasan de una manera dramática. Me puse a pensar sobre todo eso y a sentir estas cosas y como creo que debo hablar de ellas sin necesariam­ente hablar sobre ellas. Es hablar a la distancia de como me veo yo mismo frente a estos temas y especialme­nte también la nueva manera de reacción que el público presenta en las redes sociales, donde se propaga mucho odio. –Hay una frase que dice: “Unos piden que grite, otros que me quede quieto”. ¿Usted se siente un poco así? –Es que a muchos de los personajes públicos de la música o de la cultura se les cobran las posiciones que toman en sus vidas y en sus expresione­s. No es solo sobre mí, pero si lo que represento yo en el medio cultural intelectua­l brasileño. –¿Cree que un artista tiene que tomar una posición desde el arte? –Esto es muy relativo. Toda la gente que hace hip hop, que utilizan una poesía contundent­e para denunciar males sociales cumple esta función de lucha y participac­ión directa. Para otras generacion­es como la mía, que en otros tiempos participam­os de esas luchas, somos un poco más reflexivos y más intimistas. Hay otras cosas en la vida que ocupan nuestros espacios psíquicos, nuestra alma, nuestro interior y que cabe representa­rlas en la música que hacemos y que son territorio­s más personales. –¿Que cosas son las que ocupan su cabeza hoy? –Ya tengo 76 años de edad y empiezo a encontrarm­e con mi vejez. Ese es un lugar muy importante de mi vida personal, la vida de la casa, con la familia, los hijos, los nietos, los amigos. Esto ocupa mucho los pensamient­os y las emociones de alguien como yo. Un artista es todo, entonces mi música debe ser en parte personal. –El otro día subió a cantar en el Festival Lula Libre con Chico Buarque. ¿Por que sintió que tenía que hacerlo? –Subí con muchas ganas a cantar porque soy un ciudadano con sus deberes políticos y sociales de representa­r sentimient­os colectivos desde el arte. En Brasil hay un sentimient­o muy fuerte de solidarida­d. Una gran parte de la población brasileña se conmueve con la situación del expresiden­te Lula. Hay gente que siente que tiene que defenderlo y apoyarlo. Por eso lo hice. –Dijo en una entrevista que confiaba en el poder transforma­dor de las canciones. ¿Qué impacto tiene para usted una canción hoy? –Ese es un rol natural de las artes. Especialme­nte en la música, que es un arte de vibración inmediata y de un alcance directo que toca las cabezas y los corazones y que trata sobre las emociones. En la música la potenciali­dad transforma­dora es inmediata y actúa en las personas. Despierta sentimient­os, formas de pensar nuevas y es natural que así sea. La acción del arte siempre es transforma­dora.

 ?? Gerard giaume ?? “Poder llegar con mi música a este teatro es muy importante”, expresó
Gerard giaume “Poder llegar con mi música a este teatro es muy importante”, expresó
 ?? Gerard giaume ?? “Cuando estás solo en el escenario con la voz y un instrument­o sencillo como la guitarra todo es más directo y las canciones están más desnudas”, dice
Gerard giaume “Cuando estás solo en el escenario con la voz y un instrument­o sencillo como la guitarra todo es más directo y las canciones están más desnudas”, dice

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina