Un sofisticado lugar de encuentros con el sello de Philippe Starck Un lobby familiar
francia. A pasos de Champs Élysées, Le Royal Monceau es uno de los hoteles cinco estrellas más lujosos de París
Elegante y auténticamente parisino, pero también tecnológico e innovador. Así es Le Royal Monceau, uno de los alojamientos más lujosos y sofisticados de la Ciudad Luz, ubicado en el número 37 de la avenida Hoche, a pocos pasos de Champ Élysées y con una vista privilegiada del Arco del Triunfo.
Su alfombra roja y el toldo de ingreso color rubí funcionan como primera seña particular de un proyecto que cuenta con una serie de facilidades para el turista de alto nivel. Por un lado, está a 45 minutos de distancia de los dos aeropuertos, Charles de Gaulle y Orly, a 20 de la estación Eurostar (Gare du Nord) y a media hora de la Gare de Lyon. Además, tiene opciones de disfrute para todos gustos: desde galerías de arte con muestras permanentes y una biblioteca, hasta los tres restaurantes y el spa con la piscina más grande de París (a una temperatura de 29 grados), sumado a numerosas atracciones para los más chicos como tickets para shows y paseos por la ciudad en vehículos de carrera o alta gama.
En la década pasada, Le Royal Monceau entró en dificultades financieras. Pero Alexandre Allard, un hombre de negocios franco estadounidense entendió que ir al rescate del hotel era preservar una pieza fundamental de la riqueza arquitectónica de París. Así, en 2010, contrató al famoso diseñador francés Philippe Starck para preservar la historia del hotel, pero sin resignar materiales y tecnologías de esta nueva era.
Inaugurado en 1928, Le Royal Monceau sufrió varias modificaciones en su adn. En un principio, fue el sueño de expansión de sus creadores, Pierre Bermond y André Jugnot, que se hicieron cargo de una avenida pacífica, suntuosa, rechazada por los tranvías y autobuses, que crujía con el trote de los caballos. Más atrás en el tiempo, en el siglo XVIII, mutó a un parque de ocho hectáreas diseñado por Louis Carrogis, un dramaturgo y paisajista vanguardista, que ideó un jardín anglo-chino, adornado con una multitud de edificios miniatura, o “locuras”. En medio del bosque, a lo largo de las amplias zonas de césped, flores y lagos podían encontrarse un molino de viento holandés, puentes chinos, un obelisco, un minarete, una pirámide, una cueva, un castillo medieval. Todo ha sido planeado para la diversión, ya que fue la escena de fiestas suntuosas hasta 1792.
Noches iluminadas
Apenas inaugurado, el Royal Monceau Hotel se convirtió en lugar de encuentro para artistas e intelectuales. Por sus jardines, amplios bares, salas de juego y barberías pasaron actores de la escena política y cultural parisina como Josephine Baker, Maurice Chevalier, Ernest Hemingway y Mistinguett. Era una época de glamour y libertad, con los dadaístas y surrealistas que proclamaron el reino de la imaginación, y las noches parisinas que se iluminaron con el jazz, la actividad teatral y la luz de las pantallas cinematográficas. Durante la Segunda Guerra Mundial, con la victoria aliada, fue visitado por el general Eisenhower y el alto mando. Y en mayo de 1948, David Ben Gourion y Golda Meir firmaron en sus entrañas el nacimiento del Estado de Israel.
Ya disfrutaron de las 149 habitaciones (incluyendo 64 suites y 3 suites presidenciales), ilustres personajes como Walt Disney, el rey Farouk de Egipto, Michael Jackson, Madonna, Robert De Niro, Lou Reed, Sofía Coppola y Serena Williams, entre otros.
Llegar a Le Royal Monceau significa comenzar naturalmente en la intimidad de la recepción, que Starck concibió como un reencuentro o regreso a una casa de familia. En el lobby aparece una enorme nave central salpicada con pequeños salones privados y pequeñas vitrinas con objetos y adornos multiculturales. Una histórica escalera monumental –multiplicada hasta el infinito por un juego de espejos que reflejan la colección de arañas, agrupadas en racimos– conduce a una planta superior que protege la intimidad de las habitaciones, suites y departamentos.
En las zonas descanso, ese eclecticismo encuentra su obra cumbre. Son espacios para dormir, pero también para soñar. Libros apoyados de manera aleatoria en los estantes, una sombra de luz cubierta con un bosquejo, un caracol de cristal Murano soplado, fotos contra la pared, una guitarra acústica firmada, cartas de amor en el cajón del escritorio para permitir apuntes de medianoche, una bufanda, un collar de perlas. Por ejemplo, la suite 714, donde Ray Charles vivió alguna vez, conserva algunos de sus objetos y fotografías.
A cada paso, esas líneas artísticas y estéticas son vestidas con pizcas sutiles de tecnología: sensores de movimiento, reguladores de luces, pantallas led 4K con control remoto unificado, conexión a internet de alta velocidad sin molestas contraseñas, inodoro inteligente y un menú de opciones en pantalla: delivery de rosas, consultorio odontológico, paseos en helicóptero o limusinas por la ciudad, hielo para las bebidas, servicio de peluquería, un personal trainer, jets privados o espectáculos artísticos y deportivos de primer nivel.
Con entradas privadas desde el número 41 de la avenida Hoche, las residencias tienen acceso directo al spa My Blend (el más grande de la ciudad) y ofrecen baño turco privado y un gimnasio con personal trainer, además de un microcine con tecnología de última generación, arreglos florales personalizados y un chef que hace realidad los deseos culinarios de cada huésped, día o noche, para crear comidas inolvidables. Todo a la altura del lujo parisino.
Datos útiles
Le Royal Monceau, Raffles Paris: cuenta con 149, incluyendo 64 suites y tres suites presidenciales (departamentos privados), spa con piscina, cine teatro privado, librería y galerías de arte. Tarifas: habitaciones desde 680 euros y suites desde 1200 euros. www.leroyalmonceau.com