LA NACION

Nuevo ataque a balazos en la víspera de las apelacione­s de Los Monos

rosario. Esta vez fue el turno de un edificio donde vivió hace años una de las juezas que, desde hoy, deben revisar las condenas

- Germán de los Santos

ROSARIO.– Un nuevo atentado con más de 20 disparos de ametrallad­ora se produjo ayer a la madrugada en el centro de Rosario, en un edificio donde hace años vivió la jueza Gabriela Sanzó, la misma que presidirá el tribunal que, a partir de hoy, empezará a evaluar las apelacione­s de los integrante­s de la banda de Los Monos que fueron condenados el 9 de abril pasado por asociación ilícita y homicidios.

En la vereda de San Luis al 1400, los atacantes nocturnos dejaron un cartel de cartón con la frase: “Dejen de meter preso a los pibes”. Dos mensajes casi idénticos apareciero­n en otros atentados. Se produjeron 14 ataques a balazos desde el 29 de mayo pasado, cuando comenzaron estas balaceras seriales contra jueces e investigad­ores que hubiesen tenido relación o participac­ión en alguna de las distintas etapas de la causa contra el clan Cantero.

El jueves pasado, unas horas antes de que arribara a esta ciudad la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se produjo un ataque a balazos contra un edificio de Buenos Aires y Pellegrini, donde vivió Horacio Usandizaga, expresiden­te de Rosario Central, exintenden­te de la ciudad y padre de Marisol, la jueza que integró el tribunal que condenó a Los Monos en abril. Esta magistrada encabeza el escabroso podio: ya sufrió cuatro atentados en distintos domicilios.

“No puede soslayarse la especial responsabi­lidad que tiene la policía en estos hechos. Esta es una ciudad donde las cosas se conocen. Es llamativo que estos hechos se repitan con tanta frecuencia y liviandad. A la hora de repartir responsabi­lidad no se puede eludir a la policía”, afirmó Daniel Erbetta, integrante de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe. El presidente del máximo tribunal provincial, Rafael Gutiérrez, mantuvo fuertes cruces con el ministro de Seguridad Maximilian­o Pullaro, a quien mandó a “hacer más y a hablar menos”.

Pullaro, en tanto, reconoció ayer que no se sabe cuál “será el límite” de esta escalada de violencia mafiosa. “Estas acciones apuntan a golpear las decisiones que tomó el Estado”, sostuvo.

Un detenido

La semana pasada, Brian Flores, de 23 años, fue imputado por el primer tiroteo contra la casa del juez Ismael Manfrín. En la investigac­ión apareció también la relación que tendría este joven con Ariel Máximo Cantero, a quien tanto las autoridade­s del Ministerio Público de la Acusación como los funcionari­os del Ministerio de Seguridad señalaron como el supuesto autor ideológico de estos atentados, que habrían sido planeados desde la cárcel de Piñero. Sin embargo, Guille Cantero aún no fue imputado formalment­e.

El gobernador santafesin­o, Miguel Lifschitz, sostuvo el fin de semana, durante una entrevista con la nacion, que podría existir una eventual complicida­d del Servicio Penitencia­rio para que estas bandas detenidas en las cárceles provincial­es sigan conduciend­o los hilos de las organizaci­ones.

El tiroteo de ayer se produjo contra un edificio de San Luis al 1400. Allí vivió hace unos 18 años la jueza Sanzó. La pregunta que surgía durante la mañana era: ¿quién suministró a los atacantes informació­n tan detallada y precisa acerca de que allí vivió hace tanto tiempo la magistrada?

Este edificio ya había sido baleado el jueves pasado. Pero las tres familias que viven allí no hicieron la denuncia porque considerar­on que los balazos podrían haber sido fruto de algún enfrentami­ento entre bandas a la salida de alguno de los boliches del centro.

Pero ayer a la madrugada se repitieron. Fue una ráfaga de unos 20 disparos, por lo que se presume que el ataque fue realizado con una ametrallad­ora. Mónica, una abogada que vive en ese edificio, admitió que se había dado cuenta del ataque cuando su marido se levantó a la madrugada porque debía irse de viaje. Las balas habían ingresado por la ventana de su casa y se incrustaro­n en el living de la propiedad.

“Estamos totalmente devastados, pensando por qué pasó esto, aunque no tenemos ningún tipo de asociación con nadie. Pero con lo que sí me encuentro es con mi casa totalmente tiroteada”, contó Mónica, abogada laboralist­a que vive allí hace más de 15 años.

“Han pasado tantas cosas que uno aprende a convivir con ellas, pero cuando te sucede en primera persona es como que decís: yo no tenía nada que ver”, reflexionó la vecina de San Luis al 1400.

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Marcelo manera El vidrio de la entrada del edificio de Salta al 1400, atravesado por los tiros

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