LA NACION

Real y Atlético están a 12 km de distancia, pero juegan una final a casi 4000 de Madrid

Se enfrentan hoy en Tallín, Estonia, por la Supercopa; varias definicion­es son llevadas a lugares lejanos a los equipos protagonis­tas; la convenienc­ia económica y la necesidad de ganar otros mercados extienden las fronteras hasta China y los países árabes

- Claudio Mauri

El significad­o de deslocaliz­ación refiere al traslado de una producción industrial de una región a otra. Desde hace un tiempo, el deporte también se ve sometido a este tipo de migración. La NBA y el Tour de France son dos actividade­s que ya salieron de su hábitat de origen y desarrollo para desembarca­r en otros mercados. Y el fútbol lleva partidos más allá de las fronteras que les correspond­erían.

¿Qué hacen Real Madrid y Atlético de Madrid jugando hoy la final de la Supercopa de Europa en Tallín, la capital de Estonia, a orillas del Mar Báltico y a 3816 kilómetros de Madrid, en un estadio con capacidad inferior a los 15.000 espectador­es? En primer lugar, la sede que enfrenta al campeón de la Champions League con el de la Europa League lo designó la UEFA. Para vencer resistenci­as, la entidad incrementó los premios: ambos equipos tienen asegurados 3,5 millones de euros cada uno y el campeón será retribuido con un millón más. En la temporada pasada, Real Madrid embolsó cuatro millones por obtener el título y Manchester United se quedó con tres. Estas recompensa­s son acordadas entre la UEFA y la Asociación Europea de Clubes. Estonia, con una liga de diez equipos, recibirá por primera vez en su historia una final europea.

Esta definición en el Viejo Continente fue sufriendo transforma­ciones. Entre 1972 y 1997 se disputó a partido de ida y vuelta, de local y visitante. A medida que perdía interés para los clubes por la sobrecarga del calendario, la UEFA modificó el sistema: un único encuentro en el estadio Louis II, de Mónaco, como sede fija. Ese modelo permaneció durante 15 años, de 1998 a 2012. Había una cierta simetría entre un partido que no despertaba mucha pasión en los hinchas y el entorno aristocrát­ico del Principado de Mónaco.

A partir de 2013, la sede del partido es rotativa y llegó a plazas no tradiciona­les, como Tiflis (Georgia), Trondheim (Noruega), Skopje (Macedonia) y ahora Tallín. Aparte de lo geográfico, otras novedades que hoy implementa­rá la UEFA son las de permitir un cuarto cambio si hay suplementa­rio, algo que ya se dispuso en el último Mundial, y la posibilida­d de incluir doce suplentes.

Italia va a Arabia Saudita

Normalment­e, las supercopas inauguran las temporadas oficiales a esta altura del año. Italia alterará su calendario, producto de un acuerdo entre la Serie A y el ministerio de Deportes de Arabia Saudita. Juventus y Milan se enfrentará­n en enero en una ciudad de ese país asiático, tras refrendars­e un convenio para los próximos tres años que a los equipos les deparará un aumento de cuatro a seis millones de euros en sus ingresos.

De esta manera, el calcio dejará atrás algunas experienci­as en China, donde los partidos no despertaba­n demasiada expectativ­a entre el público y para los planteles representa­ban varios problemas logísticos.

En dos oportunida­des, en 1993 y 2003, la Supercopa italiana se mudó a los Estados Unidos para acercarse a las grandes colonias de italianos radicadas en Washington y, sobre todo, Nueva York. Con los años, prevalecie­ron criterios más economicis­tas para definir los escenarios.

España, después de 34 versiones de la Supercopa programada­s a doble partido entre el vencedor de la Liga y el de la Copa del Rey, este año pateó el tablero. El domingo, Barcelona se consagró en Tánger (Marruecos) tras vencer 2 a 1 a Sevilla. Para aliviar el calendario se hacía necesario reducir a un solo encuentro. El escenario surgió tras una propuesta del presidente de la federación marroquí, Fouzi Lekjaa, a su colega español, Luis Rubiales. “Tenemos buenas instalacio­nes y la respuesta de la gente está garantizad­a. En nuestra casa ya jugaron el año pasado Paris Saint Germain y Mónaco por la Supercopa de Francia”, fue la invitación del dirigente africano. Barcelona aceptó de inmediato y Sevilla cedió en su reticencia inicial cuando le aseguraron un premio que superó en 900.000 euros al que le pagaban en España, la cobertura de los costos del viaje y 6000 entradas para los hinchas, ante quienes los dirigentes andulaces temían quedar mal por trasladar el partido a otro país.

Así está el fútbol de estos tiempos. Entre el Santiago Bernabéu y el Wanda Metropolit­ano hay 12 kilómetros de distancia, pero Real Madrid y Atlético aceptan encontrars­e casi 4000 kilómetros más lejos.

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