SE TRAE UNA DERROTA DE SABOR AGRIDULCE
El balance de la excursión de Boca a Cataluña es más positivo en el marketing y la promoción que en el aspecto deportivo; el equipo no estuvo a la altura del valor del partido
La oportunidad era especial. Enfrentar a Barcelona de Lionel Messi, “uno de los mejores equipos del mundo” en palabras de Guillermo Barros Schelotto, por la amistosa Copa Joan Gamper que Boca disputó por última vez hace diez años, le cedía a la institución de la Ribera la posibilidad de ganar prestigio, acaso un aspecto muy valorado no solo por el poderoso continente europeo sino también en el mundo, y poner sobre la mesa los argumentos de por qué tiene el título de bicampeón del fútbol argentino, el cartel de gran candidato a ser el dueño de América tras once años de sequía y un gran orden económico institucional en el que, incluso, se ha introducido una empresa aérea gigante como Qatar Airways, la misma que patrocinó hasta hace no mucho tiempo al propio Barcelona. ¿Boca aprovechó la ocasión? ¿Qué vieron los de afuera?
La excursión por la ciudad catalana se podría distribuir en tres conceptos. Futbolística, a partir de lo que se logró o no adentro del campo; la ganancia “marketinera”, en cuanto a los millones que Boca exponía ante una de las grandes vidrieras como lo es el Barça, con Messi a la cabeza; y, por último, lo diplomático: los movimientos que Daniel Angelici pudo hacer durante estas horas que transcurrió en España.
Está claro que mucho énfasis no se puede hacer sobre el primer concepto. Pese a que fue un 3-0 (goles de Malcom, Messi y Rafinha) contundente de Barcelona por sobre Boca, ninguno de los dos conjuntos mostró su mejor versión ni sus mejores formaciones iniciales: Luis Suárez, Ousmane Dembélé, Sergio Busquets y Jordi Alba no fueron de la partida, mientras que del lado azul y oro estuvieron sentados en el banco Mauro Zárate, Cristian Pavón, Lisandro Magallán, Leonardo Jara, Pablo Pérez y el propio Carlos Tevez.
La intención del Mellizo era jugarle de igual a igual a un equipo poderoso que, como remarcó Carlitos en la previa, no tiene piedad si se busca lastimarlo constantemente. Lo intentó, pero con un plan que no fue el deseado: si el entrenador no confirmó el equipo hasta poco antes de arrancar el encuentro fue porque quería analizar el estado físico de sus futbolistas, que tres días antes vencieron a Talleres (1-0) en la Bombonera y el lunes continuarán la Superliga ante Estudiantes.
Barcelona no fue una tromba, pero simplemente ratificó, sin mucho trabajo ni esmero, el mensaje que vienen transmitiendo los conjuntos europeos en cada Mundial de Clubes y el que dieron las selecciones del Viejo Continente en el Mundial de Rusia: los de Sudamérica deberán trabajar mucho para igualar la jerarquía de las potencias mundiales. “Es una buena medida para saber en qué nivel estamos”, había dicho Pablo Pérez. Ahora, quizás, ya lo sepan con las conclusiones a mano.
Pese al desgaste físico de los futbolistas boquenses, lo que más llamó la atención de este entretenido amistoso fue la ausencia de Cristian Pavón desde el primer minuto. En ese aspecto, la oportunidad de enfrentar al último campeón de España fue desaprovechada. Se dice puertas adentro que son muchos los clubes europeos que lo buscan y se habla de que para sacarlo de la Ribera hay que poner en la mesa de Daniel Angelici cerca de 50.000.000 de euros.
Sin embargo, el 7 bravo miró los primeros 45 minutos del encuentro desde el banco de suplentes y Boca perdió la chance de mostrárselo tanto al Barcelona, que estaría interesado, como al resto: entró en el segundo tiempo, cuando las piernas de sus compañeros estaban sin fuerzas. Tan solo se pudo ver un lindo caño suyo a Gerard Piqué, pero que sirvió muy poco. No pesó y muchos se quedaron con las ganas de saber por qué su gran valor y su nombre retumban en el mundo.
Por último, el foco está puesto sobre el presidente Angelici. El Tano suele tener buenas relaciones con los presidentes de las instituciones
españolas, como la que forjó con sus pares de Sevilla y Villarreal, Pepe Castro y Fernando Roig Alfonso. Por lo tanto, entre los objetivos estaba seguir acrecentando su figura, esta vez ante Josep María Bartomeu, mandamás del equipo de Messi. En parte lo consiguió: mantuvieron el diálogo mientras se disputó el encuentro que observaron juntos. También lo hizo ayer a horas del mediodía cuando fue citado junto a Jordi Cardoner, vicepresidente del Barca, para plantar un olivo en las inmediaciones del Camp Nou como símbolo de paz.
No obstante, Angelici cometió el pecado de contradecirse, aunque de manera desagradable. En esas horas se juntó con las peñas que tiene Boca en la ciudad donde se disputó el amistoso y, con micrófono en mano, acompañó con énfasis y risas el canto boquense que pide “... la Libertadores y una gallina matar”. Para el ámbito local, en algunos puede sonar divertido y con un tono humorístico propio del folclore argentino. No para los dirigentes internacionales: en Europa, principalmente, son estrictos y no aceptan actitudes como estas.
Los más de 10.000 hinchas de Boca que llegaron al Camp Nou posiblemente sean lo más destacado: se conoce que los europeos envidian sanamente la pasión, cuando no existe la violencia, que en nuestro país se muestra constantemente desde las tribunas. Boca, por su historia, tiene el respeto internacional que se merece. Pero a la expedición soñada ante Barcelona no se le sacó todo el jugo que se podía exprimir.