El derrumbe de Génova pone en la mira la infraestructura italiana
Los expertos señalaron que la tragedia del puente, que dejó 39 muertos, es solo un síntoma de la falta de renovación de miles de obras viales a lo largo de la península
GÉNOVA.– “No fue una fatalidad, con seguridad que no”. El fiscal de Génova, Francesco Cozzi, se hizo eco ayer de la indignación que recorre toda Italia por el derrumbe del puente Morandi, anteayer, que lanzó al abismo a decenas de vehículos y dejó no menos de 39 muertos.
El fiscal abrió una causa por la catástrofe del puente, una construcción de 1967 que daba que hablar entre los expertos porque necesitaba mejoras, lo que para muchos pasó a ser un ejemplo de la infraestructura italiana en general.
“Esta es una tragedia inaceptable en una sociedad moderna”, lamentó el primer ministro, Giuseppe Conte, que decretó el estado de emergencia en la ciudad por 12 meses y adjudicó un fondo de cinco millones de euros.
Conte decretó también una jornada de duelo nacional y dijo que le van a revocar el contrato de concesión de las autopistas a la firma Autostrade, en un 30% propiedad de la familia Benetton. El gobierno de Conte exigió también la dimisión de los directivos de la empresa.
Más de 100 metros del llamado puente Morandi, que tiene 1182 metros de longitud y una altura de 90 metros, se vinieron abajo y sepultaron bajo los escombros y bloques de cemento a unos 30 vehículos, entre ellos tres camiones.
El incidente sucedió durante una fuerte tormenta en Génova, e incluso algunos testigos, desbordados por la conmoción y sin explicaciones a mano, atribuyeron la catástrofe a un rayo que viboreó en el cielo segundos antes del derrumbe.
Pero las causas tuvieron que ver más con la mano del hombre que con el estado del tiempo. Expertos e ingenieros calificaron el desplome como una tragedia anunciada, ya que desde su construcción, en la década del 60, generó controversias y fue sometido a costosas obras de remodelación a causa de grietas y la degradación del hormigón.
“Que no me vengan a decir que esto es una fatalidad”, comentó indignado el célebre arquitecto genovés Renzo Piano. “Espero que ese derrumbe nos ponga a pensar y nos obligue a abandonar la mentalidad de ‘para mí se hace así’”.
Según el diario La Repubblica, más de 300 puentes y túneles de la península presentan problemas por deficiencias de sus materiales, exceso de uso o falta de mantenimiento. “Un porcentaje bajo con respecto a las 45.000 infraestructuras existentes entre puentes, viaductos y túneles”, reconoció el diario. Para las voces críticas, sin embargo, no es lo bastante bajo para las miles de personas que circulan sobre esas estructuras envejecidas y largamente fuera de forma.
El gobierno italiano usó la munición populista para disparar no sólo contra Autostrade, sino también contra la Unión Europea (UE), a la que hizo responsable por su presunta reticencia a liberar los fondos necesarios para la renovación y el mantenimiento de rutas, vías, puentes y túneles.
El ministro del Interior, Matteo Salvini, un euroescéptico que ve a la UE más como una carga que como una ayuda, dijo que el país no puede mejorar su infraestructura debido a “las estrictas normas que nos dicta Europa” en cuestiones de presupuesto para obras públicas.
El Consejo Europeo señaló en su defensa, y entre otras cifras millonarias, que en abril había aprobado “un plan de inversión para las autopistas italianas que da luz verde a cerca de 8500 millones de euros en inversiones, incluida la región de Génova”.
Antonio Occhiuzzi, experto del Instituto para la Tecnología de la Construcción del Centro Nacional de Investigaciones, dijo que se necesitan “decenas de miles de millones de euros” para renovar la infraestructura.
El viaducto de Génova es el quinto puente que colapsa en Italia en cinco años. Dos puentes se derrumbaron en Sicilia en 2014, uno de ellos al día siguiente de su inauguración, y dos más en Lombardía y Las Marcas, en 2017, donde murieron tres personas. “Una señal inquietante”, dijo Occhiuzzi.
“La mayor parte de la infraestructura vial italiana tiene más de 50 años”, reveló. Y fue más allá: “Muchos puentes en Italia prácticamente superaron la vida útil para la que fueron diseñados y construidos”.