LA NACION

Habló como nuevo capitán de Barça, pero nada dijo de la Argentina

El 10 tomó el micrófono en la presentaci­ón del plantel para la 2018/19, antes de jugar ante Boca

- Juan I. Irigoyen

BARCELONA.– Cuando habla Lionel Messi, todos paran la oreja. Pasa en la Argentina, y mucho más en Barcelona. El Nº 10 habla, a veces, cuando se viste de celeste y blanco; en cambio, se llama al silencio cuando cruza el charco. No tiene la necesidad de cautivar a una hinchada desde hace tiempo rendida al magnetismo goleador de su botín izquierdo.

En los últimos cinco años, Messi habló en tres ocasiones con el jogging de Barça. En 2013, a Barça TV, para desligarse de toda supuesta intervenci­ón suya en el fichaje de Tata Martino para el banco. Dos años más tarde, en 2015, afrontó los micrófonos antes de la semifinal de Champions contra el Bayern de Pep Guardiola. Y el pasado marzo volvió a tomar la palabra, cuando marcó su gol 100 en la Liga de Campeones, a Chelsea. Aquella vez lo hizo para la UEFA. Los que conocen al rosarino aseguraban que sería diferente cuando le tocara ser el líder del vestuario. Así fue.

La tradición de Barça dicta que el entrenador y el capitán deben hablar a su hinchada en ocasión del Trofeo Joan Gamper, en la presentaci­ón del equipo para cada campaña. Ernesto Valverde, por supuesto, no eludió el protocolo; tampoco Messi. El rosarino impresionó con un discurso pensado y medido, símbolo de que otro Messi asoma en el Camp Nou. “Para mí es un orgullo ser capitán de este club. Sé lo que conlleva, pero tuve [...] grandes ejemplos, como Puyol, Xavi y, por último, el gran Andrés, a quien vamos a extrañar mucho. En esta temporada hicimos una plantilla como para ilusionarn­os [...]. El año pasado ganamos la Liga y la Copa, pero nos quedó una espinita con la Champions, sobre todo por la forma [...]. Vamos a dar todo para que esta copa tan linda vuelva al Camp Nou. Visca Barça y visca Catalunya”, declaró.

Estaba tranquilo y seguro, como si en vez del micrófono en la mano tuviese la pelota en el pie. Sabía, a su vez, que no debía dar explicacio­nes de su adiós a la selección argentina.

Ya en la zona mixta volvió a la normalidad. Los jugadores culés no tienen obligación de exponerse a la prensa, y menos Messi.

Guillermo Barros Schelotto, en cambio, sí tiene esa exigencia. “A Messi hay que dejarlo en paz para que tenga la libertad de decidir lo que quiera decidir. Que no lo atosiguen y que no lo hagan responsabl­e de situacione­s de las que él no tiene el control”, aseguró el mellizo, que charló con el rosarino antes y después del partido. Como lo hizo Carlos Tevez. Messi saludó a todos los jugadores de Boca y fue especialme­nte efusivo en su abrazo con el atacante.

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