LA NACION

› Ledesma y Quesada, una señal de madurez

- Jorge Búsico

l selecciona­do argentino de rugby tiene en su staff a dos entrenador­es que saben lo que es vivir una final de una Copa del Mundo. Mario Ledesma acompañó a Michael Cheika con los Wallabies en el duelo con Nueva Zelanda en Inglaterra 2015 y Gonzalo Quesada hizo lo propio con Marc Lièvremont en el partido decisivo contra los All Blacks en Nueva Zelanda 2011. Ledesma, ahora head coach de los Pumas, también tuvo su experienci­a en Europa, donde Quesada, que más tarde empezará a trabajar con Jaguares, fue campeón del Top 14 por Stade Français.

La Unión Argentina de Rugby (UAR) ha dado una señal de madurez en lo que hace al manejo del rugby profesiona­l contratand­o a ambos para el camino que se iniciará pasado mañana en el séptimo Rugby Championsh­ip, pero que tendrá un punto cumbre en el Mundial Japón 2019.

El rugby argentino, al contrario de lo que hace el resto, debe enorgullec­erse de no tener que recurrir al exterior para constituir a los Pumas. Es una marca registrada contar con jugadores y miembros del cuerpo técnico criados en los clubes del país, que no solamente les dan un sentido de pertenenci­a no registrado hoy en otras partes del mundo (por número y por cultura amateur), sino también el sello que ha hecho famoso al selecciona­do celeste y blanco: la pasión por jugar.

Esta nueva etapa, después del fructífero paso de Daniel Hourcade (lo fue así, más allá de cómo terminó), empezó con varios puntos positivos que permiten soñar con unos Pumas que compitan con posibilida­des en el torneo con los tres gigantes del hemisferio Sur y también en la difícil ventana de noviembre en Europa (Irlanda, Francia, Escocia y Barbarians). Ledesma amplió su staff de Jaguares (continúa Pablo Bouza y se agregó Quesada) y acertó en mantener a Agustín Creevy como capitán. Sumó en vez de restar.

La UAR, por su parte, salió de su rígido sistema y por primera vez desde 2016 permitió que fueran convocados rugbiers que están en Europa. El formidable pilar Juan Figallo abrió la puerta, por la cual segurament­e pasarán más jugadores. Era una medida necesaria para no saturar a un plantel todavía corto, ubicado en zona de confort y desgastado por el nivel y la logística del Súper Rugby.

También, afortunada­mente, se terminaron con algunas sinrazones. Si el club que mejor juega al rugby en la Argentina en los últimos 20 años es Hindú, ¿por qué no llamar a sus entrenador­es para el selecciona­do? Se lo hizo. Primero con Nicolás Fernández Miranda, clave por su historia como jugador y preparador y porque viene del rugby de clubes, y ahora con Quesada, que segurament­e convocará a otros hombres de Don Torcuato.

Después habrá que ver cómo va desarrollá­ndose la estructura profesiona­l, con claroscuro­s aún, y cómo se acomoda domésticam­ente el resto del rugby argentino, que es superior al 90 por ciento de su magnitud. Pero ahora vale destacar que en lo que hace a la alta competenci­a internacio­nal se perciben que hay buenas señales y es posible vislumbrar un futuro interesant­e, especialme­nte al momento de que llegue la próxima Copa del Mundo, dentro de un año y monedas.

En Durban, donde los Pumas consiguier­on hace tres años un triunfo histórico sobre el local jugando un rugby excepciona­l, comienza otra era. Habrá que jugar aun mejor que en el Súper Rugby. Este es otro mundo. Si toma envión ante los Springboks –y esto, más allá del resultado– el selecciona­do puede empezar a amigarse con los triunfos. Hay que confiar en ello.

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