LA NACION

Desde 1960, un objetivo nacional

Los primeros esfuerzos por potenciarl­as y los casos memorables.

- Texto Juan Trenado y Andrés Carrizosa | Foto Archivo la nacion

Tras el posicionam­iento del país como exportador de carne y granos desde mediados del siglo XIX, el sector agropecuar­io ha sido considerad­o como el “tradiciona­l” en materia de ventas al exterior. Pero la necesidad de exportar con valor agregado, luego de exhibir el título de “granero del mundo”, impulsó al Estado argentino a estimular las exportacio­nes que no proviniese­n del campo a principios de la década de 1960. A estas las denominó exportacio­nes “no habituales” o “no tradiciona­les”, y las impulsó a través de diferentes medidas como el draw back y el “12 por ciento”, medidas que reintegrab­an impuestos y que causaron controvers­ia en el sector por su incumplimi­ento. Una nota de la nacion del 12 de mayo de 1963 señala la “mora en el pago” de estos reintegros en tiempos en los que “exportar o perecer” era el lema del gobierno de turno. Como la historia supo remarcar, múltiples reformas fueron estudiadas y el régimen aún se encuentra vigente. Pero no solo el doce por ciento y el draw back fueron propuestos. El Banco Central, en diciembre de 1962, extendió a los bancos una circular en la que dejaba a su criterio exigir o no al exportador una garantía de un banco del exterior cuando las exportacio­nes no superarán los US$100.000. A su vez, tomó en cuenta los pedidos de los exportador­es y destinó US$1.203.626 para financiaci­ón, apoyo que en enero del 63 fue extendido a US$4.535.345. Pero ¿cuáles productos entraban en la categoría de exportacio­nes no tradiciona­les? Según artículos periodísti­cos de la época, podían ser máquinas e implemento­s agrícolas, cueros elaborados, máquinas para envasar, material telefónico, lavadoras automática­s, planchas eléctricas, yerba mate elaborada, máquinas y equipos para reparación de autos, libros, tornos y máquinas de carpinterí­a, jugos concentrad­os de naranja… y la lista sigue. Para 1967, ya se destacaban el primer embarque de productos herbicidas por 250 toneladas y un monto superior al millón de dólares en una operación comercial con Colombia y Estados Unidos, así como productos de Monsanto Argentina con destino a Hong Kong, tabaco a Valparaíso, Chile, y chocolate a Brasil. Para julio de 1968, esta clase de exportacio­nes registraro­n en el primer semestre del año un alza del 28% en comparació­n al mismo período del año anterior, y asomaba la tecnología local como logro a destacar.

Un cable encontrado en el archivo de este diario resalta, por ejemplo, “ventas al exterior por 250.0000 dólares en seis meses de 1971 y contratos de entrega por más de 2.000.000” de planos sonoros de la empresa J.J. Bertagni y Cía, “un invento de la tecnología argentina en materia de gabinetes acústicos”. También se encuentra, en un artículo sobre el tema, a la firma Galileo Argentina, que en 1970 exportaba relojes despertado­res a Italia y llevaba años vendiendo medidores eléctricos, carburador­es para autos y hasta tocadiscos portátiles a toda América Latina. Chupetines a Estados Unidos, heladeras a querosene a África del Sur, Angola, Kenia y Senegal, y hasta la primera cosechador­a de maíz del mundo inventada en 1950 por Roque Vasalli en la ciudad santafesin­a de Firmat –según consigna una nota de Rodolfo Gallo del Castillo en la nacion, en septiembre de 1971–, fueron parte de los productos con valor agregado que impulsaron al sector. Llegarían luego las preocupaci­ones propias de los empresario­s por la falta de estabilida­d económica y diferentes ciclos políticos. Pero los productos argentinos siempre han querido destacarse en el mundo.

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Exportació­n de planos sonoros o gabinetes acústicos Bertagni, en 1971

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