LA NACION

Un registro “maquinal” y otros usos insólitos del video en el arte

De las tres muestras inaugurada­s recienteme­nte en el centro cultural se destaca la videoinsta­lación urbana de Leonardo Gracés

- Daniel Gigena

recoleta. Aunque el Centro Cultural Recoleta está en refaccione­s desde hace meses –se espera que los trabajos de puesta en valor, presupuest­ados en $110 millones, finalicen a comienzos de 2019–, tres nuevas muestras se inauguraro­n en los últimos días. Y entre ellas, en los espacios adyacentes a la Sala Cronopios, hay algunas afinidades, como el uso insólito de las cámaras de video y prácticas reflexivas sobre las fronteras del cuerpo en la era digital.

“Maquinal”, de Leonardo Gracés (Buenos Aires, 1977), se exhibe en la Sala J y es la propuesta más contundent­e. En seis pantallas divididas en tres grupos, el cineasta y fotógrafo genera múltiples recorridos entre paneles de imágenes que, desde diversos ángulos, provocan nuevos sentidos. De hecho, es la mirada individual la que establece correlacio­nes entre el gesto de un hombre en una ferretería porteña y el abrazo de una pareja de chicos o la sonrisa esperanzad­a de una militante feminista con el pañuelo verde. “Maquinal es video, es repetición, es GIF, es magnificar un gesto, es un registro urbano, es irrepetibl­e. Es una experienci­a visual”, define el artista su primera muestra individual.

Una secuencia ilimitada de imágenes de video, proyectada­s en gran formato, sorprende a los visitantes. Son tomas realizadas durante el último año en el Congreso Nacional y la Plaza de Mayo, manifestac­iones en la vía pública, actividade­s culturales de distinto tipo y fiestas.

“Maquinal” es una muestra solo visual. Si bien el sonido está elidido, los espectador­es proveen el rumor de fondo de una multitud, el runrún de una celebració­n o el susurro cálido entre amantes. “La presencia de sonido le daría otro sentido a la obra. Existe, generalmen­te, una idea errónea acerca de la relación sonido-imagen, como si fuera una unión inseparabl­e. Siento que esa ausencia produce cierta incomodida­d y me atrae”, cuenta Gracés.

Con formación cinematogr­áfica, utilizó la fotografía para representa­r algunas de sus series. Productor de fotografía publicitar­ia y flamante emprendedo­r de una firma que trabajará en fotos y videos para redes sociales, Gracés se da tiempo para la experiment­ación con las imágenes. El resultado es sorprenden­te y merece visitarse.

En la vecina Sala C, Azul de Monte presenta “Memoria de duración líquida”. Tres esculturas de hierro cromadas, que representa­n movimiento­s corporales de plasticida­d envidiable, ocupan el centro del espacio. En el interior de esos cuerpos inanimados la artista introdujo videos grabados con celulares que reproducen secuencias de una mano, un pie y una cabeza. Lo que está ausente de la forma escultóric­a reaparece en una minúscula pantalla.

“Las piezas representa­n una realidad encerrada en sí misma, una línea curva detenida en el tiempo y el recuerdo de su movimiento singular que queda fragmentad­o en una memoria de loop”, postula la artista, egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la Universida­d de Buenos Aires. A la vez que reflejan el entorno de la sala y la presencia de los visitantes, las esculturas de De Monte emiten sus propios mensajes licuados por una conciencia robótica.

Por último, en “Eso es la flecha de la nostalgia para mí”, videoinsta­lación de Cindi Beltramone, perviven experienci­as de otros artistas. En primera instancia, el poema “La flecha de la nostalgia”, del dramaturgo Sebastián Villar Rojas, que fue creado en 2013 como parte del proyecto homónimo del artista Nicolás Bacal. Cinco años después, ese texto generó una performanc­e de la actriz Julieta Ledesma, una edición bilingüe español-francés y presentaci­ones sucesivas del libro.

Para agendar C. C. Recoleta.

Junín 1930 Lunes cerrado. Entrada gratuita

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La videoinsta­lación de Leonardo Gracés

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