Un registro “maquinal” y otros usos insólitos del video en el arte
De las tres muestras inauguradas recientemente en el centro cultural se destaca la videoinstalación urbana de Leonardo Gracés
recoleta. Aunque el Centro Cultural Recoleta está en refacciones desde hace meses –se espera que los trabajos de puesta en valor, presupuestados en $110 millones, finalicen a comienzos de 2019–, tres nuevas muestras se inauguraron en los últimos días. Y entre ellas, en los espacios adyacentes a la Sala Cronopios, hay algunas afinidades, como el uso insólito de las cámaras de video y prácticas reflexivas sobre las fronteras del cuerpo en la era digital.
“Maquinal”, de Leonardo Gracés (Buenos Aires, 1977), se exhibe en la Sala J y es la propuesta más contundente. En seis pantallas divididas en tres grupos, el cineasta y fotógrafo genera múltiples recorridos entre paneles de imágenes que, desde diversos ángulos, provocan nuevos sentidos. De hecho, es la mirada individual la que establece correlaciones entre el gesto de un hombre en una ferretería porteña y el abrazo de una pareja de chicos o la sonrisa esperanzada de una militante feminista con el pañuelo verde. “Maquinal es video, es repetición, es GIF, es magnificar un gesto, es un registro urbano, es irrepetible. Es una experiencia visual”, define el artista su primera muestra individual.
Una secuencia ilimitada de imágenes de video, proyectadas en gran formato, sorprende a los visitantes. Son tomas realizadas durante el último año en el Congreso Nacional y la Plaza de Mayo, manifestaciones en la vía pública, actividades culturales de distinto tipo y fiestas.
“Maquinal” es una muestra solo visual. Si bien el sonido está elidido, los espectadores proveen el rumor de fondo de una multitud, el runrún de una celebración o el susurro cálido entre amantes. “La presencia de sonido le daría otro sentido a la obra. Existe, generalmente, una idea errónea acerca de la relación sonido-imagen, como si fuera una unión inseparable. Siento que esa ausencia produce cierta incomodidad y me atrae”, cuenta Gracés.
Con formación cinematográfica, utilizó la fotografía para representar algunas de sus series. Productor de fotografía publicitaria y flamante emprendedor de una firma que trabajará en fotos y videos para redes sociales, Gracés se da tiempo para la experimentación con las imágenes. El resultado es sorprendente y merece visitarse.
En la vecina Sala C, Azul de Monte presenta “Memoria de duración líquida”. Tres esculturas de hierro cromadas, que representan movimientos corporales de plasticidad envidiable, ocupan el centro del espacio. En el interior de esos cuerpos inanimados la artista introdujo videos grabados con celulares que reproducen secuencias de una mano, un pie y una cabeza. Lo que está ausente de la forma escultórica reaparece en una minúscula pantalla.
“Las piezas representan una realidad encerrada en sí misma, una línea curva detenida en el tiempo y el recuerdo de su movimiento singular que queda fragmentado en una memoria de loop”, postula la artista, egresada de la carrera de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires. A la vez que reflejan el entorno de la sala y la presencia de los visitantes, las esculturas de De Monte emiten sus propios mensajes licuados por una conciencia robótica.
Por último, en “Eso es la flecha de la nostalgia para mí”, videoinstalación de Cindi Beltramone, perviven experiencias de otros artistas. En primera instancia, el poema “La flecha de la nostalgia”, del dramaturgo Sebastián Villar Rojas, que fue creado en 2013 como parte del proyecto homónimo del artista Nicolás Bacal. Cinco años después, ese texto generó una performance de la actriz Julieta Ledesma, una edición bilingüe español-francés y presentaciones sucesivas del libro.
Para agendar C. C. Recoleta.
Junín 1930 Lunes cerrado. Entrada gratuita