LA NACION

Los vecinos compiten por la vereda más limpia con distintas estrategia­s

concurso. Hay alianzas entre frentistas, pero muchos recurren a los encargados

- Valeria Musse

Cuando tiene un tiempo libre, Fanny Guanca, que vive en el barrio de Flores, barre la vereda de su cuadra; algunos de sus vecinos baldean. No se trata solo de un hábito, sino que estas personas son parte de los 5450 porteños, distribuid­os en 1740 cuadras, que participan –de formas variadas– de la iniciativa oficial que promueve el mantenimie­nto de la limpieza de las veredas a cambio de la bonificaci­ón del ABL para 2019. Muchos de los competidor­es optaron por delegar las tareas a los encargados y al personal de limpieza de sus edificios.

“Más allá del premio, me pareció una buena oportunida­d para generar un compromiso individual y colectivo”, contó Fanny, que habló con algunas de las personas que viven en su cuadra para que cada una aportara su granito de arena. Uno de los principale­s problemas de higiene sigue siendo, en casi todos los barrios, la irresponsa­bilidad de algunos dueños o paseadores de perros que no juntan las heces de las mascotas.

A otro lado de la ciudad, a pasos del Congreso nacional, María Páez también participa del concurso, aunque de otro modo: instruyó a Norma, la encargada del edificio donde vive, para que coordinara con sus colegas de inmuebles linderos un trabajo colaborati­vo. Algo parecido hicieron Cecilia y su marido, Raúl, en Villa Urquiza. En muchas cuadras donde coexisten edificios, como es el caso de la avenida Sucre al 4200, donde reside esta pareja mendocina, los vecinos recurren a la asistencia del personal de limpieza de sus torres para mantener el aseo.

Consultado por la nacion, Federico Di Benedetto, subsecreta­rio de Comunicaci­ón porteña, dijo que “es válido” que los participan­tes puedan, por ejemplo, acudir a los encargados para promover la buena conducta de higiene: “Los vecinos se pueden organizar como quieran. Para controlar la participac­ión activa de la gente, a menudo les pedimos que envíen fotos de los avances”.

Las cuadras selecciona­das se evalúan en tres instancias, según las condicione­s del mobiliario urbano, la correcta separación y disposició­n de los residuos, la tenencia responsabl­e de mascotas, la limpieza de veredas y la presencia de grafitis y pegatinas. El programa “Esa es mi cuadra” finalizará en septiembre, cuando se conocerá qué cuadra por barrio (las cuadras compiten con otras del mismo barrio) será favorecida con la bonificaci­ón del 100% del ABL durante el próximo año por exhibir las mejores condicione­s de limpieza. El beneficio alcanzará solo a los domicilios que se hayan inscripto en el concurso. Si algún vecino ya se encuentra exento de pagar esa tasa, el premio consistirá en una recarga de la tarjeta SUBE por $2500.

Vanesa se tomó el trabajo de ubicar a sus vecinos y comerciant­es de la cuadra, cerca del Parque Centenario, para incentivar­los a mantener la vereda limpia. Alguien se encargó de pegar cartelería para advertir que las heces de los perros se levanten. “Todo empieza con la educación. ¿Por qué no cuidar lo que es de todos más allá del premio en sí mismo?”, se pregunta la docente que, desde que empezó el programa, nota que en su cuadra de la calle Avellaneda “hay un poco más de cuidado, aunque falta mayor compromiso”. En Saavedra, Aldo contó que los vecinos “prestamos atención al tema de la suciedad de las mascotas y en esta época, a las hojas de los árboles que caen”. También se ocupan de cotejar que el contenedor y sus adyacencia­s se mantengan limpios, por lo que hablaron “con la cooperativ­a de recuperado­res que trabaja en el barrio para que sean bien prolijos en su tarea”.

La primera evaluación fue realizada sorpresiva­mente por inspectore­s semanas atrás. Desde la Secretaría de Atención Ciudadana informaron que, tras compararse los resultados de mediciones previas, se detectó una mejora en todos los indicadore­s de higiene. Los tres barrios con mejores resultados de aseo, hasta ahora, son San Nicolás, Villa Devoto y Retiro.

“Yo veo el cesto mucho más ordenado. A veces no se podía estacionar porque la basura estaba desparrama­da por todos lados; ahora el tacho ya no colapsa y los residuos reciclable­s se llevan a la campana verde que está a la vuelta”, afirmó Soledad Grilli, que participa desde Agronomía.

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