LA NACION

La agonía de la Unasur

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La Unasur fue creada el 23 de mayo de 2008 y entró en vigor dos años después. Se la calificó como organismo regional sobreabund­ante y supernumer­ario. Algo así como “la quinta rueda del carro”. En verdad resultó hija de los resentimie­ntos sociopolít­icos paralelos que en su momento animaron a Hugo Chávez y Néstor Kirchner, quienes con ella intentaron excluir del diálogo regional a los EE.UU., Canadá y México, con el propósito de unificar la política regional detrás del ahora perimido ideario bolivarian­o. Su último defensor es Evo Morales, que intenta mantenerla con vida, lo que no parece sencillo.

En su corta trayectori­a, la Unasur tuvo intervenci­ones claramente torcidas, como en la crisis de Pando, en Bolivia, en la que corrió en defensa de Morales. O como cuando la ilegal suspensión de Paraguay de la Unasur para permitir el ingreso de la Venezuela de Chávez que Paraguay vetaba, conforme era su derecho.

Para Chávez y Néstor Kirchner, la Unasur fue un mecanismo de “protección recíproca”. Por esto se la llamó socarronam­ente “sociedad de socorros mutuos”, así como “seguro de permanenci­a en el poder”. En su corto actuar, la voz de esa organizaci­ón transmitió insistente­mente la retórica bolivarian­a, sin defender la democracia, las libertades civiles ni políticas de sus pueblos. Por eso se mantuvo en silencio, sin condenar a Venezuela, pese a que el régimen bolivarian­o desfiguró su democracia hasta hacerla absolutame­nte irreconoci­ble.

Hoy el futuro de la Unasur es un enorme signo de interrogac­ión. En abril pasado, sus miembros más importante­s: la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú anunciaron su paralizaci­ón transitori­a. A ello se han sumado dos nuevos golpes, que también pueden serle tales. El primero es el decidido por la Asamblea Nacional de Ecuador, que acaba de pedir a su gobierno retirar la estatua instalada frente a la sede del organismo, en Quito, en hom en ajea Néstork ir ch ner, su primer secretario general. Ese un fundamento inequívoco, el que los parlamenta­rios ecuatorian­os sintetizar­on en que la estatua es hoy un “símbolo de la corrupción”, en virtud de que resultan públicos y notorios los mecanismos y asociacion­es ilícitas a través de los cuales el matrimonio Kirchner puso en marcha el saqueo integral del Estado argentino.

A ello se suma el reciente anuncio del gobierno colombiano de salir de la Unasur, organizaci­ón a la que atribuye el apoyo a la “dictadura venezolana”.

Que la organizaci­ón está moribunda se deduce, además, de la decisión de Ecuador de destinarla sobre dimensiona­da sede de su Parlamento, a albergar allí una universida­d.

Con todo, no será sencillo poner fin a la Unasur. Con mucha razón el reconocido columnista Carlos Malamud sostuvo que “crear institucio­nes como la Unasur es fácil”, pero que “enterrarla­s es lo difícil”.

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