LA NACION

La segunda navegación de Macri

- Alejandro Poli Gonzalvo Miembro del Club Político Argentino

En el diálogo Fedón, Platón distingue entre dos métodos filosófico­s: el análisis de los fenómenos sensibles del mundo que perseguían sus antecesore­s y el verdadero objeto de la filosofía que es la indagación de las ideasesenc­ias que son su fundamento. Para graficarlo utiliza una metáfora náutica entre dos formas de navegación. La primera navegación es impulsada por vientos favorables, no requiere gran esfuerzo y es comparable al análisis de las fenómenos sensibles del mundo. En cambio, la segunda navegación se inicia cuando cesan los vientos y se requiere del esfuerzo personal para remar y llevar adelante el barco. Platón dice que en su vida personal inició su segunda navegación cuando se decidió a buscar el fundamento de las cosas y no su mera apariencia sensible. Desde entonces, esta sencilla metáfora se ha aplicado a momentos de inflexión cruciales en la vida de una persona o de un pueblo. En este preciso sentido, el presidente Macri se enfrenta al desafío de iniciar su segunda navegación.

En tiempos de democracia, los presidente­s Alfonsín y Menem enfrentaro­n serias crisis económico-sociales que los llevaron a iniciar una segunda etapa de sus gobiernos y lanzar un conjunto de ideas creativas para superarlas, que constituye­ron un nuevo plan de gobierno. Se podrá discutir sus contenidos y sus resultados, pero inicialmen­te eran verdaderos planes de gobierno.

A finales de 1984, el presidente Alfonsín enfrentaba una delicada situación económica que presagiaba un triunfo del peronismo en las elecciones parlamenta­rias de ese año. El déficit fiscal primario de 1984 sobre el PBI fue del 5,1% y se proyectaba un fuerte incremento para 1985. Sumando el déficit financiero se llegaba a un déficit total del 8,8% del PBI. Una de las consecuenc­ias era el crecimient­o de la inflación, cuya tasa anual medida por el índice de precios al consumidor se elevó al 688% anual en 1984. Ante el constante deterioro de la situación, Alfonsín no dudó en reemplazar como ministro de Economía a un hombre de su entera confianza como era Bernardo Grinspun y designar a Juan Vital Sourrouill­e en febrero de 1985. La respuesta del nuevo equipo económico fue el Plan Austral puesto en marcha en junio.

Por su parte, en sus primeros meses de gobierno, el presidente Menem enfrentó una crisis económica similar a la de su antecesor. En el primer trimestre de 1990, se produjo un período hiperinfla­cionario con un guarismo del 466,1%, controlado transitori­amente, pero que amenazaba desbordars­e nuevamente en 1991. En febrero de 1991 el índice de precios al consumidor ascendió al 27,0% mensual. Estos niveles de inflación eran consecuenc­ia de un aumento del déficit fiscal primario que en 1990 alcanzó el 3,1% sobre el PBI, pero que al sumarse el déficit financiero llegaba al 8,0%. Para enfrentar la crisis, Menem despidió a su amigo riojano Erman González y nombró ministro de Economía a Domingo Cavallo el 31 de enero de 1991. En marzo, el nuevo equipo económico puso en marcha el Plan de Convertibi­lidad.

Las medidas tomadas por Alfonsín y Menem constituía­n un plan de reformas socioeconó­micas con el objetivo de erradicar la inflación y comenzar un proceso de cambios estructura­les, más acentuada esta faceta en el gobierno de Menem. Sin embargo, sus planes fracasaron estrepitos­amente porque no corrigiero­n el déficit fiscal de modo sustentabl­e. Ambos presidente­s iniciaron la segunda navegación de sus gobiernos, pero los vientos en contra de un Estado deficitari­o e ineficient­e fueron una pesada ancla que finalmente los inmovilizó y esterilizó sus intentos de transforma­r el país.

El presidente Macri navega actualment­e en aguas turbulenta­s, pero viendo esas experienci­as del pasado es esperable que solo llegará a buen puerto si está realmente dispuesto a empuñar los remos y el timón de la sociedad argentina para iniciar su segunda navegación. Debe saber que lo acecharán tifones y tormentas casi perfectas, y que las estructura­s del atraso le presentará­n obstáculos formidable­s. Para triunfar, su liderazgo y su visión deberán proponer a la sociedad argentina un auténtico plan de gobierno, que incluya pero no se limite a reducir el déficit fiscal, capaz de contagiar con el fuego sagrado de nuestras grandes epopeyas. Con menos que eso su gestión se irá hundiendo en el abismo que acechaba a los navegantes griegos.

Del cambio de rumbo de Platón nació la filosofía griega, es decir, una porción esencial del pensamient­o occidental. De la segunda navegación de Macri quizá dependa la suerte de nuestros hijos por décadas.

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