LA NACION

Melina Fleiderman. Fútbol y noticias con una risa fresca

- Fernanda Iglesias

Después de mucho tiempo de hacer móviles, conducir noticieros y estar siempre detrás de las noticias, este año a Melina Fleiderman le tocó ubicarse al otro lado: luego de la muerte de Déborah Pérez Volpin, ella fue la que habló en nombre de la familia, ya que estaba en pareja con el exmarido. Su aparición en los medios fue tan inesperada como lo que vino después. No solo se separó de Marcelo Funes, sino que encontró un lugar insólito en la radio. Desde marzo, cada viernes en Metro y medio, habla en primera persona del equipo de fútbol femenino que integra los sábados. –¿Cómo fue esa incorporac­ión?

–Surgió como una invitación a raíz de una columna que hacía Martín Reich en el programa de Sebastián Wainraich. Me llevaron porque jugaba al fútbol. Me veían en la tele presentand­o noticias. Y querían saber cómo era ese contraste, de los tacos y el maquillaje a la canchita los sábados. Estuve un rato largo hablando del equipo, contando anécdotas,

y se divirtiero­n un montón. Cuando me estoy yendo, me para en la puerta Andrés Spangliera, el gerente de la radio. Me dijo: “Me hiciste pillar de risa. Estaba pegado a la radio escuchándo­te, qué divertido lo hacés”. Y bueno, después Martín Reich se fue y lo mío quedó como una sección fija. –¿Sos futbolera?

–No es que yo sea futbolera, tengo esa cosa de poder contar los encuentros casi como entregas de una telenovela. Si hay algo que aprendí como periodista, es a contar historias. Entonces le pongo una cuota de dramatismo y tengo al aire caracterís­ticas muy propias que no se alcanzan a ver en la tele. En la radio soy más transparen­te, soy como soy yo en verdad. Hablo con malas palabras y cuento anécdotas vinculadas a situacione­s del partido.

–¿Tu entrenamie­nto es jugar al fútbol?

–No. Yo entreno sola. Soy medio obse. Participo religiosam­ente cada sábado de un torneo de fútbol con mi equipo. No entrenamos juntas, pero sí jugamos juntas. –¿Cuál es el equipo? –Se llama La Base Está. Jugamos fútbol 5, pero somos 10. Fuimos cayendo de distintos grupos de distintas conocidas y nos hicimos superamiga­s. A muchas de ellas las conocí en el colegio al que van mis hijos. Jugamos en ligas femeninas y el equipo puede participar de cualquier torneo. No es el típico picadito que arman los hombres. Tenemos camisetas, apodos… –¿Cuál es tu apodo?

–Arsat. Me dicen así porque me cuesta enlazar señal. Soy distraída. –¿En qué posición jugás?

–Soy defensora y juego por la izquierda. Tengo una patada medio ninja. Soy fuerte de piernas y corro rápido. –¿Solo hablás de tus partidos o hablás de fútbol en general? –La columna es prueba y error sobre lo que va prendiendo. Yo llevo entregas de lo que son mis anécdotas en la cancha casi como alguien que no sabe lo que está haciendo. Porque no es que yo me presento como una erudita del fútbol. Si a mí me preguntás lo que es un offside, quizá no te lo sé explicar. La gente que escu- cha y sigue la columna ya sabe quiénes son todas en el equipo. Es muy divertido y tengo mucha complicida­d con Wainraich y Julieta Pink, los conductore­s. Cualquier cosa que tirás en la mesa, ellos lo realzan. Son muy compañeros. Y se prenden en esa novela que es el fútbol amateur, mi equipo, mis experienci­as en la cancha. –Te hacen lucir.

–¡Un montón! Yo no sé hablar de fútbol, no soy periodista deportivo, no me pidan eso porque voy a hacer agua, claramente. Pero no es eso lo que me piden, sino que hable de mis experienci­as. Es algo que produzco yo, que me lleva mucho tiempo. –¿No improvisás? –No, para nada. Me armo un guion. O un disparador. En eso la producción es muy exigente. No es que yo me siento a hablar de cualquier cosa. –Entonces no deberías dejar de jugar al fútbol porque si no se te corta la columna. –Se me corta la fuente de inspiració­n. Porque lo que yo trato de reproducir es la experienci­a antropológ­ica de una chica más vinculada a los aspectos femeninos como el taquito, la pollerita, el maquillaje a una cancha de fútbol donde tiene que ser más aguerrida, más de barrio. Y transmitir esa cosa de “¿qué hago yo jugando acá?”

–En Morfi tenés otro lugar. No hablás de fútbol. –No. Hablo de actualidad. Le cuento a la gente la tapa del diario, hago el complement­o periodísti­co de los conductore­s, Damián de Santo y Zaira Nara. –¿Cómo te convocaron?

–Gerardo Rozín venía diciéndome que le interesaba que yo estuviera ahí, pero como él era el conductor era redundante que tuviera otra periodista más en el staff. Él ocupaba ese lugar. Cuando él se fue, surgió la posibilida­d. –Sos periodista, pero no le hacés asco al show.

–¡Al contrario! Me redivierte. Es más, el sueño de mi vida era ser actriz.

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Patricio pidal / afv Melina Fleiderman

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