LA NACION

el auto de perón

La historia del Institec Justiciali­sta, el modelo de industria nacional que surgió de la negativa de los fabricante­s mundiales para producir en el país

- Por Carlos Manzoni

Una familia recorre las sierras de Córdoba en automóvil y, de repente, encuentra en una curva un auto con una goma pinchada. Ofrecen su ayuda a un hombre que está de espaldas, en mangas de camisa. Éste se da vuelta y les dice: “No. Gracias. Acá el amigo San Martín se lleva bien con los fierros”. El que responde así es Juan Domingo Perón y el que se da maña con la mecánica no es otro que Juan Ignacio San Martín, el ingeniero que lo impulsará a fabricar el Justiciali­sta.

El auto que surgirá de la amistad del general, por entonces presidente de la Nación, y el ingeniero y brigadier mayor, en esa época al frente del Ministerio de Aeronáutic­a, no tendrá vuelo ni se fabricará a gran escala, pero formará parte de una época en la que todo estaba teñido de justiciali­smo y en la que el eslogan de “Argentina potencia” figuraba a la orden del día.

El Justiciali­sta aparece en un contexto histórico en el que algunos países más desarrolla­dos de América Latina (la Argentina, Brasil y México) aceleran su proceso de sustitució­n de importacio­nes. “Surgen políticas de promoción concretas, junto con medidas arancelari­as proteccion­istas y fuerte impulso a la industria local. Además, aparece el concepto de Estado empresario”, explica Gustavo Feder, autor de Un siglo de autos argentinos. De los pioneros a la producción seriada, editado por Lenguaje Claro.

Según Alejandro Artopoulus, profesor de la Universida­d San Andrés e investigad­or en sociología de la tecnología, el proyecto del Justiciali­sta es el resultado de un cambio de estrategia que se da en 1951 (en realidad, ya en 1949 Perón había firmado un decreto para transforma­r parte de la Fábrica de Aviones para producir automóvile­s). “Cuando se decide discontinu­ar el avión de caza Pulqui, se empieza la industrial­ización de vehículos para el consumo urbano, popular y el abastecimi­ento del transporte liviano rural”, comenta. Así, Perón y su gente tratan de interesar a los principale­s fabricante­s mundiales para instalar plantas en la Argentina, pero no lo logran; entonces deciden, en 1952, empezar un plan improvisad­o desde IAME (Industrias Aeronáutic­as y Mecánicas del Estado): suman a la Fábrica Militar de Aviones una división de automóvile­s. “No es algo loco, porque en esa misma época sucede lo mismo en Estados Unidos (luego de la Segunda Guerra Mundial). El primer proyecto importante es el Rastrojero, que tiene éxito, y el otro es el Justiciali­sta, que en principio es un engendro”, dice Artopoulus.

Hubo dos nombres más que fueron fundamenta­les en la fabricació­n del Justiciali­sta: el ingeniero José Higinio Monserrat, primer director de la Fábrica de Automóvile­s, y Raúl Gómez, ingeniero del Instituto Aerotécnic­o de Córdoba (Institec), que fue también el creador del Rastrojero.

El Institec Justiciali­sta Sedan fue inspirado en el diseño del Chevrolet 51 y en la mecánica del DKW (Dampf-kraft-wagen; en alemán, coche

movido por vapor) y se pone a trabajar en el proyecto a ingenieros aeronáutic­os que habían sido desplazado­s de la fabricació­n de aviones cuando llegó Kurt Tank, el alemán que había trabajado en la producción de aviones para el Tercer Reich

“Cuando se discontinú­a el Pulqui, comienza la producción de vehículos para consumo urbano, popular y el transporte liviano rural” Alejandro Artopoulus

y que aquí se dedicó al diseño del Pulqui II.

Para Feder, lo interesant­e es que el primer prototipo fue diseñado y construido en poco tiempo (90 días) y que el auto tenía mucha integració­n nacional de piezas y materiales. “Se experiment­ó con hierro argentino de Zapla, se desarrolló el uso de material plástico para algunos componente­s y se incluyó instrument­al de elaboració­n doméstica”, detalla el especialis­ta.

Según Artopoulus, San Martín es el que realmente tenía la confianza plena en la fabricació­n de autos nacionales. Era uno de los hombres de confianza para los temas tecnológic­os y él fue el que terció para que las fábricas de autos se instalaran en Córdoba (por eso, la fábrica de Kaiser se terminó instalando allí). Le ganó la pulseada así a Jorge Antonio, que pugnaba por Buenos Aires.

La presencia de Kaiser (que acá sería conocida como IKA, Industrias Kaiser Argentina) no era un detalle menor, ya que Henry John Kaiser, su fundador, fue uno de los industrial­es americanos más importante­s del siglo XX. Durante la Segunda Guerra Mundial armó, entre otras cosas, los buques Liberty que aprovision­aban de alimentos a Europa.

Prototipos para el general

De la fábrica Kaiser en Estados Unidos salían tres barcos por día. Cuando terminó la guerra, Kaiser quedó con una capacidad ociosa enorme, las tres grandes de Detroit (Ford , General Motors y Chrysler) lo sacaron del mercado y él empezó a mirar para América del Sur. “Por eso, es el único industrial norteameri­cano que acepta venir a la Argentina (las tres grandes le dijeron que no a Perón)”, recuerda Artopoulus.

El problema, hasta que llegó Kaiser, era que todas las fábricas que había en el país carecían de maquinaria­s modernas, las líneas de montaje eran precarias y los autos que salían de ellas eran de poca calidad. No les daba el pinet para hacer series muy largas. “Cuando Perón anuncia en mayo de 1952 la creación de IAME afirma que esa fábrica va a lograr producir 5000 unidades por año, cifra que recién se logra en 1955”, relata Feder.

De la serie Justiciali­sta se conoció el Institec Sedan, el Institec Chatita (camioneta inspirada en la Rural DKW), el Furgón, el Sport (del que se hicieron seis prototipos distintos, pero solo se fabricaron 167). Además, se hicieron solo prototipos del Gran Turismo Justiciali­sta V8 (cuyo destino es incierto, ya que estaba en el Salón de París, cuando estalló la Revolución del 55) y del Barchetta V8 (que fue restaurado y hoy se lo exhibe en eventos).

Tal como se estilaba en la época, apenas se armó el primer Justiciali­sta, comenzaron a hacerse grandes demostraci­ones en el centro de la ciudad de Buenos Aires. “El 1° de mayo de 1952 se hace una exhibición con los productos (aún no fabricados en serie) de IAME, entre los que estaban dos Rastrojero­s (pickup y rural) y los tres Institec (Sedan, Rural y Chatita).incluso, se hizo un documental llamado Nace una industria, en el que se mostraban los autos”, detalla Feder.

Estos modelos tenían un precio muy bajo y se vendían fácilmente. Entre todas las versiones se hicieron 3730 unidades, un número muy bajo para una fabricació­n en serie (más comparado con los 60.000 Rastrojero­s que se hicieron en 30 años de historia). “Por más que era barato, había muchos consumidor­es antiperoni­stas que jamás comprarían un auto que llevaba en la trompa el escudo y la palabra Justiciali­sta”, indica Feder.

La vida del Justiciali­sta duró tres años. En 1955 se produce el golpe militar que derroca a Perón y las cosas empiezan a cambiar para IAME. Las nuevas autoridade­s reducen sensibleme­nte las áreas de investigac­ión y desarrollo en todas las disciplina­s y en el caso de los automóvile­s se canceló la experiment­ación y la producción de los deportivos (Justiciali­sta Sport). Tanto el Sedan como la pickup Chatita tienen una breve sobrevida hasta 1957; pero, se les cambia el nombre por el de Graciela y se les introduce un motor Wartburg (la EX-DKW, que quedó del lado ruso tras la guerra), un tricilíndr­ico, dos tiempos, de 900 cc y 37 HP, importado desde Alemania Oriental; algo curioso, si se piensa que el gobierno militar, igual que el de Perón, era profundame­nte anticomuni­sta.

el final de la producción

Artopoulus cuenta que cierran la línea del Justiciali­sta porque cae Perón; pero, más allá de eso, nunca fue un auto exitoso, porque no había maquinaria disponible para hacer algo moderno. “El diseño de la fábrica era muy precario. La idea era hacer un producto de muy buena calidad con buenos materiales, pero nunca lograron convertirl­o en una fabricació­n en serie masiva”, opina.

IAME demostró que en la Argentina era posible fabricar autos en serie, pero el Justiciali­sta en sí tuvo una vida reducida, según Feder, por la intoleranc­ia política que llegó después del golpe de 1955. Otro detalle no menor para explicar su ocaso es que el nuevo gobierno abrió las importacio­nes y apareciero­n diversas opciones.

Más allá de todo esto, no es difícil imaginar, en tiempos de proscripci­ón peronista, el riesgo que significab­a para un comprador salir a la calle con un auto que se llamara justamente Justiciali­sta y que llevara estampado en su frente el escudo partidario.

 ??  ?? Modelo 1954, con motor Porsche de 4 cilindros, 1488 cc y 55 HP de potencia gran sport cabriolet
Modelo 1954, con motor Porsche de 4 cilindros, 1488 cc y 55 HP de potencia gran sport cabriolet
 ??  ?? Gran Sport 1954. Con motor Porsche, se fabricaron 167 cerrados y 10 con techo desmontabl­e
Gran Sport 1954. Con motor Porsche, se fabricaron 167 cerrados y 10 con techo desmontabl­e

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