alquileres agrícolas Márgenes ajustados para la campaña 2018/19
la cautela en los arrendamientos le ganó a la euforia en las principales zonas productivas tras un ciclo dominado por la fuerte sequía
La época de negociación de los alquileres agrícolas va finalizando en las distintas zonas productivas y ya pueden observarse algunas tendencias. La primera es que, en general, en las zonas con más demanda, como el norte de Buenos Aires o el sur de Santa Fe, el valor de los arrendamientos no bajó, pese a los malos resultados de la campaña anterior y al incierto contexto macro. En realidad, los importes se mantuvieron o aumentaron, aunque la cautela la ganó la pulseada a la efervescencia. Sucede que, actualmente, los márgenes brutos de la agricultura en campos alquilados para maíz y soja dan registros ajustados. Además contribuyó a la cordura en las ofertas la desaparición de muchas fuentes de financiamiento de los insumos para la siembra, mientras que otras se tornaron inaccesibles por las altísimas tasas de interés. Este factor sacó jugadores del mercado. Por ambas razones, ningún arrendatario se arriesga a pagar de más.
En otras zonas menos demandadas, quedó la cicatriz de los malos resultados 2017/18 y la negociación de los arrendamientos resultó más laboriosa (por ejemplo, en el norte de Santa Fe y en Entre Ríos).
Del lado de los propietarios, se privilegió la seguridad de cobranimportes za y la salud económico-financiera del arrendatario. Se le renueva contrato al operador que cumplió con sus obligaciones en los últimos años, incluso en la campaña 2017/18, pese a los inconvenientes sufridos. En muchos casos, esta selección por calidad dio lugar a una negociación rápida al privilegiar la seguridad de cobranza.
Norte de Buenos Aires
En el norte de Buenos Aires, la mayor parte de los campos ofrecidos en alquiler ya están en manos de los arrendatarios porque se desarrollan muchos planteos de trigo-soja.
En general, los valores pagados subieron 10% respecto de la campaña anterior, motorizados por la buena cotización del trigo, soja y maíz en abril-mayo de este año. “Quien tenía solvencia y ganas de trabajar estuvo dispuesto a pagar el 10% más, mientras que los arrendatarios más golpeados por la sequía estival procuraron negociar una condición similar al año anterior; en ningún caso hubo reducciones en los quintales por hectárea por pagar”, afirma el consultor Julio Lieutier.
La contracara de estos compromisos de pago debe ser la captura de precios de los productos. “Los mercados de granos están muy volátiles y además en 2018 se financiarán muchos insumos, por lo cual hay que asegurar precios anticipadamente por un porcentaje de la cosecha probable, mediante las herramientas de cobertura que puede usar el productor”, aconseja el técnico. La que predomina en la región hacer por forwards, por su sencillez y ausencia de gastos.
Con respecto a los valores pactados de arrendamiento, según informantes calificados en la zona de Salto-rojas se concretaron negocios sobre la base de 15 a 18 quintales por hectárea (qq/ha) de soja, según el potencial de rendimiento del lote. En Pergamino se acercaron más al límite inferior.
¿Maíz o soja? El resultado económico esperado de cada cultivo cambia periódicamente por los vaivenes del mercado. Por eso, los productores que no enfrentan una situación de insolvencia prefieren diversificar asignando un tercio de la superficie a maíz, un tercio a soja de primera y un tercio a trigo-soja. No obstante, esta diversificación no se puede concretar fácilmente en campos alquilados.
Además, con el maíz había que tener algunas precauciones. Muchos están pensando en volver a cultivos tempranos en los lotes buenos, porque los tardíos enfrentaron una serie de inconvenientes en los últimos años. El principal es el alto contenido de humedad que no baja en invierno y obliga a gastos de secada en plantas de acopio saturadas por los camiones. Además requiere flete corto y largo, y generalmente tiene un precio más bajo que el del maíz temprano.
El financiamiento de los insumos es un tema por resolver para los arrendatarios en 2018. En la zona, los proveedores ofrecen tasas del 5-7% anual en dólares o financiación en pesos con las tasas del mercado; quedan muy pocas ofertas bancarias con plazos libres de interés, como en campañas anteriores.
Sur de Santa Fe y Córdoba
En los campos del sur de Santa Fe que no sufrieron sequía el año pasado y rindieron 50 quintales por hectárea de soja, como los de Venado Tuerto, los alquileres de este año se mantienen en valores similares o subieron 0,5 a 1 qq/ha. “Ya están todos cerrados, al no haber sucesos que lo impidieran, como las inundaciones de años anteriores”, expresa Santiago Gallo, coordinador de los CREA de esa región.
“La negociación fue más laboriosa en campos ubicados más hacia el oeste, entrando a zonas de Córdoba que sí sufrieron sequía, como Villa María, por ejemplo”, diferencia el técnico. Allí los arrendatarios están muy descapitalizados, lo que los obliga a consensuar tablas de rendimientos para establecer los por pagar a los propietarios. También se firmaron acuerdos en los que se repartirán beneficios recién después de haber cubierto los costos.
En muchos casos, y luego de lo ocurrido en el verano de 2018, hubo mayor presión por compartir los riesgos del negocio agrícola entre arrendatarios y propietarios de la tierra, más que concentrarse en pagar un quintal más o menos por hectárea. “La realidad demostró que no hay campos que nunca fallan, por más que estén ubicados en la zona núcleo, y deben revisarse esquemas rígidos de contratos que tuvieron vigencia en el pasado”, propone Gallo.
Otras zonas
En un informe de la consultora AZ Group, se indica que en el norte de Santa Fe los alquileres se negociaron con una caída de 1-2 qq/ha respecto de la campaña previa por los malísimos resultados de esta. En Entre Ríos, los valores pagados se mantuvieron o bajaron por la misma causa. En el norte de Córdoba se pagaron 11 qq/ha como promedio, mientras que en Sacháyov (Santiago del Estero) se realizaron acuerdos a razón de 25-28% para el dueño del campo. En el noroeste argentino, luego de muchos años de trabajar casi exclusivamente con porcentajes, los arrendatarios comienzan a ofrecer quintales por hectárea.