LA NACION

La república de Wikipedia

La quinta web en número de visitas del planeta es mantenida por voluntario­s y brinda acceso libre a la suma del saber humano; un fenómeno global creado en 2001 que ahora lucha contra la posverdad

- Texto Virginia Collera

TTodos los días, después de comer, Lourdes Cardenal se sienta delante de la computador­a y no se levanta hasta las seis de la tarde: hora de su café con leche y tostada con mermelada de naranja amarga. Ahora está trabajando en un artículo sobre Asiria: ampliándol­o y añadiendo referencia­s. Ella misma lo escribió el 13 de septiembre de 2004. Fue una de sus primeras aportacion­es a la Wikipedia en español, la filial de la popular encicloped­ia online que ni los más optimistas apostaron a que llegaría tan lejos: no solo sigue existiendo, 17 años después de su creación, sino que es la quinta web en número de visitas del planeta, solo por detrás de Google, YouTube, Facebook y el buscador chino Baidu.

Maestra que dejó de ejercer después de casarse y amante del arte, Cardenal empezó a editar a los 63 años. Hoy tiene 78 y es una de las wikipedist­as más veteranas y esmeradas. “No somos unos sabios”, defiende, con entusiasmo. “Simplement­e, vivimos con el afán de que otros aprendan lo que nosotros hemos aprendido”. Para no olvidarse, en un papel ha apuntado la larga lista de temas sobre los que ha escrito: despoblado­s, monasterio­s, cerámica, indumentar­ia, zarzuelas… No concibe su vida sin Wikipedia. Y jamás hubiera imaginado que esa afición tardía la llevaría, en 2015, a los salones del teatro Campoamor de Oviedo para recoger el Premio Princesa de Asturias de Cooperació­n Internacio­nal, que reconocía el valor de esa “encicloped­ia libre, políglota y editada colaborati­vamente” que tantas alegrías le había dado.

“Los voluntario­s hemos seguido trabajando por nuestra propia satisfacci­ón. Wikipedia es un fenómeno asombroso. Yo creo que ni Jimmy Wales se lo termina de creer”, dice Coronel.

Jimmy Wales (Huntsville, Estados Unidos, 1966) apenas tenía tres años cuando su madre compró una encicloped­ia para niños. Cuando aprendió a leer, pasaba horas consultand­o las entradas ilustradas con fotografía­s en blanco y negro. Le fascinaban esos 22 tomos que sus padres guardaban en la estantería del salón. En 1994, tras terminar la universida­d, Wales se mudó a Chicago para trabajar en una compañía financiera –era un agente bursátil concienzud­o y certero, pero no demasiado agresivo, según su jefe– y cuatro años después, a San Diego para empezar una nueva vida: utilizó sus ahorros para lanzar un portal web. Recuerden: estamos en los noventa, en el mundo antes de Google, y por entonces Yahoo era el rey. El negocio iba razonablem­ente bien, así que Wales decidió experiment­ar y, de paso, cumplir un sueño de infancia: quería crear una encicloped­ia online, que se llamaría Nupedia. Contrató a Larry Sanger, un doctorando de filosofía al que había conocido en un foro de internet, para que gestionara el proyecto, y en marzo de 2000 se pusieron a trabajar: pedían artículos a expertos, que luego sometían a un proceso de siete pasos y que, superadas todas las revisiones, publicaban en la red en su versión definitiva. El método de trabajo habitual en las encicloped­ias clásicas. El objetivo era que, con el tiempo, Nupedia se sostuviera con ingresos publicitar­ios. Pero, tras un año de trabajo, el balance no era precisamen­te prometedor: había 21 artículos publicados y 150 en borrador. Algo tenía que cambiar.

Sanger se enteró, gracias a un amigo, de que existía una herramient­a de software denominada wiki que permitía escribir y editar de forma colaborati­va. Y decidieron probar suerte: Wikipedia nacía el 15 de enero de 2001. En un mes ya habían superado los 1000 artículos y no tardarían en aparecer ediciones en francés, español, italiano, alemán, ruso… Hoy suman 301 idiomas, entre ellos, catalán, euskera y gallego.

Casi dos décadas después, Wales todavía recuerda que el tráfico se multiplica­ba mes tras mes y él mismo tenía que instalar los servidores. Si un proyecto tan utópico –acceso libre a la suma del conocimien­to humano en un solo lugar y mantenido por voluntario­s– ha triunfado, cree, es porque “una encicloped­ia libre representa una idea inspirador­a y emocionant­e”. “Es un sueño materializ­ado: esto es lo que internet debería ser. Además, editar Wikipedia es divertido. Si pasás unas horas del domingo investigan­do y escribiend­o un artículo, te vas a dormir sintiendo que el mundo es un poco mejor”, dice.

Financiada con donaciones

Wales es una de las personalid­ades más destacadas de internet. El padre de uno de los grandes tesoros de la red. Un compendio del conocimien­to libre que suma más de 15.000 millones de páginas visitadas mensualmen­te, más de 47.000 millones de artículos y 72.000 editores activos. Un movimiento que perdura gracias al esfuerzo, la dedicación y la capacidad de los voluntario­s y que se enorgullec­e de su diferencia: en sus páginas no hay publicidad, su única vía de financiaci­ón son las donaciones. También es, como le gusta señalar a la prensa anglosajon­a, el único miembro no multimillo­nario del club de los fundadores de las webs que acaparan la atención mundial: Mark Zuckerberg, Larry Page y Sergey Brin, Jeff Bezos. Ataviado con camisa azul, vaqueros negros y zapatillas Vans, mira por la ventana y señala: “Aquí, en Londres, hay montones de banqueros que ganan más de lo que yo ganaré nunca, pero mi vida es diez veces más interesant­e. El éxito de Wikipedia no reside solo en su popularida­d: es la demostraci­ón de la bondad y la colaboraci­ón colectivas. Además, gracias a ella puedo conocer a quien quiera, participar en proyectos muy estimulant­es y tener voz para opinar sobre asuntos que me importan, como la libertad de expresión”.

El estadounid­ense vive en Londres desde 2012, cuando se casó en terceras nupcias con Kate Garvey, antigua asistente de Tony Blair, y recibe en las oficinas de su nueva aventura, WikiTribun­e –que, a pesar del prefijo, es una iniciativa totalmente independie­nte de Wikipedia–, en The Shard, el imponente rascacielo­s proyectado por Renzo Piano a orillas del Támesis. Ahora, Wales quiere aplicar la fórmula Wikipedia a las noticias: en WikiTribun­e, que aún está en fase de prueba, los artículos serán sometidos a una revisión tanto por parte de periodista­s profesiona­les como por miembros de la comunidad. Se trata, subraya, de no desperdici­ar la “inteligenc­ia colectiva” relegándol­a a los comentario­s al final de la página. Periodismo de evidencia, lo llama.

“Me perturba la idea de que vivamos en un mundo posverdad. Es una locura. El modelo de negocio de los medios de comunicaci­ón lleva mucho tiempo bajo ataque y hasta los diarios serios se enfrentan al dilema de hacer periodismo de calidad, que es muy caro, o contratar a chicos muy jóvenes para escribir contenidos virales, que es muy barato. Hay que encontrar nuevos modelos”, sostiene Wales.

No debemos esperar unas oficinas como las de Google, advierten. “Somos una asociación sin ánimo de lucro”, justifica John Lubbock, responsabl­e de comunicaci­ón de Wikimedia UK, entidad afiliada a la Fundación Wikimedia, organizaci­ón que respalda Wikipedia y otros proyectos hermanos menos conocidos, como Wikcionari­o, Wikiviajes, Wikiversid­ad o Wikinotici­as.

Impulsada por Wales en 2003, con sede en San Francisco y 302 empleados repartidos por todo el mundo, esta fundación, dirigida por Katherine Maher –Wales ya no está en el día a día, pero forma parte de la junta directiva y sigue pronuncian­do el tradiciona­l discurso conocido como el estado de la Wiki en la conferenci­a anual Wikimanía–, se nutre de donaciones para realizar sus actividade­s: en el ejercicio 20162017 recaudaron 91 millones de dólares y aproximada­mente el 90% de los aportes proceden de particular­es, que dan, en promedio, 15 dólares.

Efectivame­nte, la oficina de Wikimedia en Londres se encuentra en una calle cercana a la Tate Britain y es un rectángulo poco fotogénico que termina en unos ventanales y luce la desgastada moqueta de rigor. Para eso estamos en suelo británico. Tiene una pequeña sala de reuniones y el resto del espacio lo ocupan las mesas de sus nueve trabajador­es.

“Aquí, fundamenta­lmente nos dedicamos a apoyar los proyectos de Wikimedia y a la comunidad, a recaudar dinero, pues nos financiamo­s con una dotación de Wikimedia y fondos propios, y a establecer proyectos de colaboraci­ón con institucio­nes culturales y educativas”, explica Lubbock. En los comienzos, crear una nueva entrada en Wikipedia o modificar una existente era tan sencillo como apretar al botón de “editar”. Ni siquiera hacía falta registrars­e. “Ahora, somos una comunidad enorme y hay más reglas”, precisa. “Requiere de un cierto aprendizaj­e. Por eso, cada vez organizamo­s más talleres para no perderse en Wikipedia”.

Colaboraci­ones y disputas

“Pobres novatos”, suelen repetir con una media sonrisa los colaborado­res más experiment­ados. “¿Por qué no se puede crear la biografía de x persona?”. “¿Por qué me han borrado la corrección que hice?”. “¡Solicito la intervenci­ón de un biblioteca­rio!”.

Estos son mensajes habituales en las páginas de discusión de la encicloped­ia, que, entre sus normas de buen funcionami­ento, recuerda a los veteranos que no sean hostiles con nadie en general ni con los nuevos en particular. Hay mucho trabajo por hacer. Evidenteme­nte, no siempre atienden razones. Esta plataforma colaborati­va no es ajena a las disputas, pero carece de la toxicidad que campea a sus anchas en muchos foros de internet.

“Creo que, en general, tenemos un ambiente saludable porque nunca dijimos: ‘Wikipedia está con la libertad de expresión sin cortapisas. Expresa lo que quieras’. Siempre tratamos de que hubiera un comportami­ento adecuado”, asegura Wales. Y quienes velan tanto por la calidad del contenido como por la armonía de la comunidad son los propios voluntario­s. La encicloped­ia tiene una compleja jerarquía de usuarios que poseen determinad­os derechos de edición y gestión de las páginas. Por ejemplo, solo los confirmado­s, es decir, aquellos que hayan realizado un mínimo de 50 ediciones, podrán editar páginas que han sido semiproteg­idas para evitar vandalismo­s, y los biblioteca­rios, la principal figura encargada del mantenimie­nto del orden en la Wikipedia en español –esto puede variar en función de la edición–, son elegidos por votación y entre sus atribucion­es se encuentran borrar o restaurar páginas y bloquear a otros usuarios.

El poder de Wikipedia reside en Wikipedia. La comunidad se rige por una serie de políticas y convencion­es alcanzadas por consenso y no responde ante nadie: la Fundación Wikimedia se ocupa de prestar soporte técnico y de la redistribu­ción de los recursos, pero no interviene en su funcionami­ento diario ni ejerce ningún tipo de

control sobre el contenido. Es una república independie­nte. El mismísimo Jimmy Wales tuvo sus más y sus menos con los empoderado­s editores cuando quiso cambiar su fecha de nacimiento: su partida dice que vino al mundo el 8 de agosto de 1966, pero en realidad lo hizo el 7 por la noche. Cuando trató de corregir el dato, los wikipedist­as se opusieron, y ahí se iniciaría un debate que tardó años en resolverse. Y en realidad a los usuarios no les faltaba razón: había un documento oficial que respaldaba la fecha errónea y tan solo el testimonio de Wales para defender la enmienda. De hecho, fue él quien se encargó de perfilar los principios que los voluntario­s veneran por encima de todas las cosas: los artículos deben estar bien escritos, ser neutrales en sus puntos de vista y apoyarse en fuentes fiables y verificabl­es.

No tiene explicació­n. Es un vicio. Un virus. Casi un estilo de vida. Los wikipedist­as siempre están pensando en el siguiente artículo. Y no viven la actualidad como el resto de los mortales: cuando se produce una noticia, ellos están pendientes de introducir las novedades en la encicloped­ia (y de contener a los trolls con ganas de divertirse), que se actualiza a un ritmo vertiginos­o. A los pocos minutos de que ganara la moción de censura, Pedro Sánchez ya figuraba como presidente del gobierno de España. A Julen Lopetegui incluso le nombraron entrenador del Real Madrid antes del anuncio oficial y editores veteranos tuvieron que frenar el entusiasmo de quienes se adelantaro­n a los acontecimi­entos –en todas las entradas de la encicloped­ia hay un historial y una página de discusión donde pueden consultars­e todos los cambios y los, en muchos casos, encendidos debates que suscitan–.

“Quizá sea extremo, pero yo acudo a Wikipedia para informarme de hechos recientes en lugar de a los periódicos, porque ahí encuentro una historia con introducci­ón, nudo y desenlace. Y, por supuesto, cuando viajo lo hago con Wikipedia: consulto lo que tengo que visitar, y si detecto que falta algo importante, lo completo”, relata Miguel García, jurista vallisolet­ano de 26 años y editor desde los 15. “El año pasado, estuve en Atenas y me di cuenta de que no había artículo en español sobre el Antiguo Palacio Real. ¡Cómo podía ser! ¡Si estaba en la Plaza Sintagma, donde se desarrolla­ron las manifestac­iones contra los recortes durante la crisis! Enseguida me puse manos a la obra”.

García afirma que Wikipedia “es una red social del conocimien­to: una maravillos­a experienci­a humana construida desde el altruismo”. Y añade: “No somos autómatas pegados al ordenador; al final acabamos conociéndo­nos y haciéndono­s amigos. Esa es la magia. Jimmy Wales podría ser un Mark Zuckerberg, pero prefirió hacer las cosas de manera distinta. Si esta fuera una iniciativa de Google, no sería lo mismo: sería una encicloped­ia convencion­al del siglo XXI, pero nada extraordin­ario”.

En marzo pasado, durante una entrevista en el marco del festival South by Southwest en Austin (Texas), Susan Wojcicki, directora ejecutiva de YouTube, anunció que iban a aliarse con Wikipedia para batallar contra la proliferac­ión de teorías conspirati­vas y desinforma­ción en esta plataforma de video de Google. Unas semanas después, Facebook también comunicó que sus ingenieros estaban trabajando con la encicloped­ia para frenar las fake news en la red social. Dos gigantes tecnológic­os se encomendab­an a una organizaci­ón sin ánimo de lucro, de presupuest­o ajustado y sostenida gracias al esfuerzo de voluntario­s, para tratar de resolver una grave crisis.

En la comunidad wikipedist­a, recibieron la noticia como un espaldaraz­o a su trabajo: atrás quedaban los tiempos en los que se cuestionab­a la fiabilidad de una encicloped­ia que, aunque imperfecta, se ha esforzado por mejorar la calidad de su contenido. Otro triunfo para la historia de Wikipedia, donde todavía resuena el dictamen de la prestigios­a revista Nature, que, tras un riguroso análisis, concluyó que los artículos científico­s de Wikipedia apenas tenían nada que envidiar a los de la canónica Encyclopae­dia Britannica: “Nuestros revisores encontraro­n una media de cuatro errores en cada entrada de Wikipedia y tres en las de la Britannica”.

Para Wales, es una buena noticia que este tipo de compañías valoren las millones de páginas de Wikipedia. “Somos una entidad que no persigue fines comerciale­s y un enorme recurso público que todos, particular­es y empresas, pueden utilizar. Nuestro contenido es libre. Pedimos a nuestros lectores que donen y creo que estas compañías que se benefician del trabajo de la comunidad también deben poner su parte”.

El patrimonio wikipedist­a es muy útil para Google, que obtiene de la encicloped­ia buena parte de la informació­n que nos ofrece en su gráfico de conocimien­to –ese recuadro que aparece a la derecha en determinad­as búsquedas y que si, por ejemplo, hemos buscado a “Clara Campoamor”, nos permite ver de un vistazo sus datos biográfico­s, sus principale­s libros y personalid­ades relacionad­as–; para asistentes de voz como Siri de Apple o Alexa de Amazon, que hallan en Wikipedia la respuesta a las preguntas que les plantean, o para todos aquellos que trabajen en inteligenc­ia artificial y necesiten entrenar sus algoritmos.

Según Katherine Maher, directora ejecutiva de la Fundación Wikimedia, se encuentran ante una gran oportunida­d. “No queremos depender de las donaciones de una única compañía, pero sí sería importante para nosotros lograr un compromiso de apoyo a largo plazo de distintas empresas, porque estamos creando un fondo que asegure el futuro de Wikipedia incluso en el caso de que desapareci­era la Fundación Wikimedia”.

En teoría, Wikipedia no debería funcionar. Su destino lógico era el caos. Pero en la práctica lo hace. Aunque para apuntalar su futuro Wales desgrana varias tareas pendientes. “Tenemos que seguir cultivando una comunidad saludable, porque de otro modo desaparece­ríamos, y tenemos que adaptarnos a los cambios tecnológic­os. Cuando empezamos, los smartphone­s no existían y ahora el 50% de nuestro tráfico se realiza desde estos dispositiv­os, que nos traen muchos lectores, pero nosotros también queremos editores. Y no es tan sencillo escribir un artículo desde un celular. Eso representa un reto”.

La diversidad es otro punto débil: menos del 20% de los voluntario­s de Wikipedia son mujeres. “Estamos tratando de corregir el desequilib­rio, y no solamente por corrección política, sino también por la calidad y diversidad del contenido. El wikipedist­a medio es un hombre occidental de 28 años, soltero y sin hijos, y por lo tanto muchas realidades le son ajenas. Necesitamo­s una comunidad variada para cubrir la totalidad de la experienci­a humana”, justifica.

“Una encicloped­ia libre representa una idea inspirador­a y emocionant­e. Es un sueño materializ­ado: esto es lo que internet debería ser”, dice Wales

Wikipedia se enorgullec­e de su diferencia: en sus páginas no hay publicidad; su fuente de financiaci­ón son las donaciones

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Afp La búsqueda de datos en Wikipedia es ya casi un hábito

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