Independiente vuelve con su estirpe, en un clásico copero
Será una noche muy especial para el conjunto de Avellaneda, que jugará por los octavos de final de la Copa después de 23 años, contra Santos, un rival que despierta la nostalgia
Será una noche muy especial para Independiente. No solo porque volverá a jugar un partido de octavos de final de Copa Libertadores después de 23 años de abstinencia, sino porque no podía haberle tocado en suerte un rival con mayor dosis de seducción para celebrar el regreso. Llega el Santos a Avellaneda, y la simple mención del club brasileño dispara los recuerdos y despierta la mitología.
Para el hincha, cualquiera sea su edad, el Santos es una foto en blanco y negro allá por 1964, la leyenda de una remontada memorable y el punto de partida de una historia que sigue vigente.
Llega Santos, y aunque los que van a pisar hoy el césped del Libertadores de América tengan apellidos más terrenales que aquellos ilustres de antaño –y los vestidos de rojo generen ciertas dudas después de la pálida imagen mostrada el viernes en Rosario–, el corazón de Independiente se acelera y los espíritus de quienes firmaron el acta de nacimiento de lo que más tarde se denominaría como “la mística del Rey de Copas” tienen asegurada su platea de preferencia.
Toriani; Ferreiro, Guzmán y Rolan; Mori y Maldonado; Bernao, Mura, Suárez, Mario Rodríguez y Savoy. El mismo equipo, repetido el 15 y el 22 de julio del lejano 1964 logró lo que parecía imposible: eliminar en semifinales al Santos bicampeón de las ediciones ‘62 y ’63 de la Copa. Y si bien el Rojo ganó ambos partidos, fue el de ida, disputado en el estadio Maracaná, el que torcería para siempre el rumbo de la entidad de Avellaneda.
El Santos “de Pelé” era el mejor equipo del mundo. Venía de hacer doblete en la Libertadores y la Intercontinental y contaba con una delantera de ensueño: Dorval (o Mengálvio), Lima, Coutinho, Pelé y Pepe. Pero el enfrentamiento ante Independiente lo encontró en un momento bien diferente.
Por un lado, porque el choque coincidió con una serie de lesionados importantes en sus filas (Pelé y Coutinho, entre ellos). Por el otro, porque sus dirigentes empezaban a descubrir que al club le resultaba mucho más rentable el marketing que los títulos.
La alineación, por otra parte, tuvo poco que ver con la habitual. La delantera en el cotejo de ida estuvo compuesta por Noriva, Peixinho, Almir, Rossi y Pepe. Una semana más tarde, en la Doble Visera jugaron Peixinho, Lima, Toninho Guerreiro, Almir y Pepe. Además, todas las crónicas resaltan la muy baja forma física de Zito, el hombre que movía los hilos en el medio. Aquel Santos era una fotocopia algo descolorida del “mejor equipo del mundo” y anticipó lo que vendría.
El conjunto de Pelé, que seguía sumando campeonatos a nivel local, volvió a jugar la Libertadores al año siguiente (cayó ante Peñarol en semifinales, 2-1 en un desempate en cancha de River) y dijo “nunca más”; aunque le correspondía por méritos, renunció a participar en las ediciones del ’66, el ’67 y el ’69. Prefirió convertirse en una especie de Globetrotters del fútbol y recaudar millones paseando su fama en giras por el mundo.
Nada de esto, por supuesto, altera el mito. Las gestas no solo se escriben con datos. Lo concreto es que el 15 de julio de 1964 Independiente perdía 2-0 ante Santos en el Maracaná y acabó ganando 3-2 con un gol de Suárez a un minuto del final. Si no estaban los titulares, no fue un problema de los brasileños.
Hoy tampoco jugará Pelé. Y resulta relativo saber de antemano que el conjunto brasileño tuvo el sábado su mejor partido de los últimos meses (3-0 al Recife) o que BurdissoGastón Silva, pese a su floja actuación ante Newell’s, repetirán como centrales titulares en el equipo de Holan ante la baja por sanción de Franco y Figal.
Para los hinchas del Rojo solo importa que esta noche hay un Independiente-Santos por Copa Libertadores. Y sobre todo, que los espíritus de la mística andarán sin dudas en Avellaneda.