los mensajes que los mil Kilómetros dedicaron a dirigentes y pilotos
Detalles para analizar que dejó el paso del TC por Buenos Aires: convocatoria, seguridad y las cuentas para clasificar a la Copa de Oro
El automovilismo argentino no tiene cultura de carreras de larga duración, pero el Turismo Carretera enfrentó el reto con los Mil Kilómetros de Buenos Aires. Una competencia pensada para celebrar los 80 años de la categoría, en 2017, que anteayer desanduvo su segunda prueba en el autódromo Oscar y Juan Gálvez y que los dirigentes, que la proyectan para el año próximo, deberán revisar. Desde cómo afrontar los costos, hasta la fecha de realización o cómo seducir al público. Detrás de la organización, que incluye los desajustes que se observaron en las tareas de los equipos en los boxes, se descubren los vencedores y vencidos deportivos, pilotos que ahora se animan a ser parte de la Copa de Oro y otros, algunos emblemáticos, que quedaron en una incómoda posición para clasificarse al torneo que corona al campeón.
En la pista, el temor de una situación caótica ante una entrada en pelotón a los boxes por el ingreso del Auto de Seguridad (AS) no se produjo, a pesar que el AS participó 13 veces –en cuatro de ellas estuvo involucrado el auto de Juan Martín Bruno y en tres el de Mathías Nolesi–; pero que la medida del box sea medio metro menor a la de un auto de TC (5,50m), dio para algunas escenas de enredo, con autos cruzados o tapando a otro, una lógica ante la falta de espacio.
La recarga de combustible, con desbordes, derrames y mecánicos que utilizaron almohadas o goma espuma, materiales que no son ignífugos– desarticula toda medida de seguridad. Al igual que los pilotos que usaron almohadas en la espalda o en la calle de boxes ya tenían los cinturones de seguridad desabrochados para ensayar el recambio.
El factor climático es ajeno a la ACTC, que cuando fija el calendario no tiene modo de conocer si el fin de semana de competencia lloverá o brillará el sol. Pero sí, tiene el poder de consensuar la fecha y así armar la temporada. Veinte mil personas en un autódromo no es una cifra desechable para el automovilismo, pero el TC sabe que su convocatoria supera ese número, que además se ofrece raquítica al comparar con las 50 mil personas que colmaron las tribunas en 2017. El deseo de la categoría era correr en marzo, el Gobierno de la Ciudad determinó que era imposible, debido a las obras que se tenían que desarrollar en el Curvón Salotto y pateó la carrera para agosto. Si al frío y la lluvia se le agrega que resultó un fin de semana largo que incluyó el festejo del día del niño, y los precios de las entradas viajaron entre los 600 y 3.500 pesos, el conjunto no invitó a ser parte de la fiesta.
Los Mil Kilómetros clasificaron a la Copa de Oro a Jonatan Castellano, Facundo Ardusso, Agustín Canapino, Guillermo Ortelli, Mariano Werner y Mariano Pernía –en la revisión técnica el Torino del Laboritto Jrs. no pasó la altura por la rotura del canalizador de la trompa, pero el Dole Competicion y el Canapino Competicion consensuaron que no incidía en el despeje del chasis–, pero también impulsó a pilotos a ilusionarse con ser parte del mini torneo y a otros a sacar cuentas porque Paraná, el 9 de septiembre, es la última oportunidad para lograr una de las seis plazas libres. El que sueña es Nicolás Trosset, de presupuesto acotado, que subió del 14to al 9no puesto, con una diferencia de 18,5 unidades sobre Christian Ledesma, que marcha 13ro. Ya no tienen posibilidad de acceder de manera directa –sí por los tres clasificados de último minuto– los campeones Emanuel Moriatis –ganó en San Luis– y Norberto Fontana. Calculadora en mano viajarán a Entre Ríos, Matías Rossi, lo separan 25,5 puntos de Julián Santero, el 12do y último clasificado, el Pato Silva (28) y Juan Marcos Angelini (33), que apenas dio un giro en Buenos Aires.