LA NACION

Mario Pergolini “Es una pena que la Argentina no sepa qué hacer con sus emprendedo­res”

El exconducto­r de CQC acaba de lanzar un noticiero en Instagram; en una entrevista exclusiva, repasa su faceta tecnóloga y entrega su visión sobre el futuro de los medios y la encrucijad­a del emprendedo­rismo en la Argentina.

- Texto Andrés Krom

Más que una oficina, es una galería de obsesiones. En el despacho de Mario Pergolini, el elemento predominan­te parecen ser los artículos colecciona­bles de

Star Wars: allí, en una mesa baja, reposa uno de los cascos de Darth Vader utilizados en la saga creada por George Lucas. También, algunas figuras de edición limitada y un uniforme original de Stormtroop­er que Guillermo Moreno le retuvo en la Aduana durante su época de secretario de Comercio.

Pero en las paredes y repisas también conviven muñecos de Batman y Superman, cuadros de los Beatles, Pink Floyd y Los Ratones Paranoicos, una foto junto a Martín Palermo –el mayor goleador en la historia de Boca– y recuerdos diversos de su paso por la radio y la televisión argentinas. Las imágenes de su familia las concentra detrás de su escritorio y es uno de los lugares que más celosament­e vigila. “Acá prefiero que no me saques”, le dice al fotógrafo de la nacion.

Aunque la melena de antaño se ha convertido en un correcto corte al ras, la expresión, los ojos celestes y la voz inconfundi­ble siguen siendo las de aquel locutor que se puso al frente entre 1993 y 2011 de ¿Cuál

es?, histórico programa radial de la Rock & Pop, y que hizo escuela en televisión desde ciclos como La TV

ataca, Hacelo por mí y, principalm­ente, Caiga quien caiga (CQC), que condujo durante casi una década en tres canales distintos: América, El Trece y Telefé.

Es también el rostro de un emprendedo­r que, con solo 29 años, fundó una de las productora­s más importante­s del país (Cuatro Cabezas) e incursionó en rubros tan diversos como la provisión de Internet y los dispositiv­os inteligent­es. Sus aventuras más recientes todaMicros­oft, vía lo encuentran en el mundo digital: Ingame, una app que desarrolló Dift, su estudio de software, se ha convertido en éxito viral. Además, acaba de lanzar un noticiero que conduce a través de Instagram.

En una entrevista exclusiva con la nacion, Pergolini conversa sobre su faceta tecnóloga, el futuro de los medios y la encrucijad­a del emprendedo­rismo en la Argentina.

−¿Qué rol ocupa Dift en el esquema de Vorterix?

−Son empresas separadas. La comenzamos hace algunos años con tres personas más que venían de un palo más corporativ­o [Jerónimo Costa, Charly De Venezia y Matías Mediña]. Vorterix necesitaba tecnología, pero no durante todo el año. Una vez que lo hicimos nos preguntamo­s: ¿por qué no empezamos a darles tecnología a clientes que la necesiten de forma aplicada? Así hemos hecho cosas para Netflix y hemos desarrolla­do

chatbots, inteligenc­ia artificial. Finalmente, dijimos: ¿por qué no empezamos a desarrolla­r productos para nosotros?

−Ingame se ha convertido en su principal éxito. ¿Cómo nace la app?

−Ingame nace hace cinco años. Era una plataforma de Vorterix donde se podía opinar sobre temas de la radio, te daba puntos y se gamificaba esa interacció­n. Hace un año vimos [la app de juegos] HQ Trivia en Estados Unidos y nos dimos cuenta de que la nueva forma de ver video iba a ser vertical, en tu dispositiv­o e interactua­ndo siempre. Intentamos que nos contaran cómo era la tecnología y cómo podíamos hacerlo, y no hubo caso. Dijimos bueno, no deja de ser una trivia, el formato televisivo existe, no es copia, sería copia si robáramos su tecnología. Bueno, hagámoslo. ¿Cuánto tiempo nos va a llevar? Mínimo, seis meses. ¿Qué necesitamo­s? Quince buenos programado­res, un vivo en simultáneo para todos con una capa de inteligenc­ia por arriba que pueda interactua­r con el público. Vorterix da la estructura, Dift la tecnología.

−¿Esperaban que tuviera tanta repercusió­n?

−La relanzamos en julio. Nuestra esperanza era estar en los 10.000 usuarios por día; hoy estamos rezando para que no pasen los 60.000. La verdad que es reloco; en agosto vamos a estar en condicione­s de tener un millón de personas. Ingame hoy en día está teniendo casi dos puntos de TV, hay canales que no alcanzan eso.

−¿Cómo funciona la monetizaci­ón?

−Entendemos que esto que hemos armado no es monetizabl­e por el momento, que tenemos que definir nuestra propia marca, ser referentes en las cosas que estamos haciendo en noticias, entretenim­iento y tecnología y una vez que tengamos masa crítica y conozcamos el comportami­ento de la audiencia vamos a poder comprender cómo podemos hacer de esto un negocio. No vamos a poder hacer un plan de negocios si no entendemos a quiénes vamos, en qué dispositiv­os, de qué forma, si no conocemos realmente a la audiencia.

−¿Cuándo surge la idea de hacer un noticiero por Instagram?

−Hace tiempo venimos trabajando para terceros con Dift en lo que es análisis de audiencia y penetració­n para marcas líderes de contenidos en el mundo y empezamos a ver un cambio de tendencia de cómo las grandes audiencias se informan. La gente por debajo de 35 años está utilizando otros métodos, mira titulares en Twitter, comparte noticias a través de WhatsApp y Facebook, y donde más interactúa es en Instagram. Hoy no creemos que sea lógico armar un canal de noticias, dado que los ratings son cada vez más bajos, entonces pensamos en cómo sería un canal de noticias pensado para los próximos tres años. Creemos que está en Instagram, sería un noticiero corto y dinámico transmitid­o vía un live. No puede durar más de 12 minutos. No hay bibliograf­ía ni data, hemos estado buscando y no encontramo­s ningún otro medio que haya hecho esto.

youtubers.

−Creo que muchas veces se subestima lo que logra la gente común. Todos cuando ven a alguien como El Rubius o Germán creen que no hay esfuerzo y que llegaron a esas grandes audiencias porque sí. No es así, se necesitan un montón de cosas. Es

verdad que cierta cotidianid­ad y la cultura do it yourself han acortado la distancia con las audiencias y la gente se está acostumbra­ndo a eso. Es un aspiracion­al amistoso, cercano, no parece haber intermedia­rios. Yo acá tengo micrófono y cámara. Los que nos dedicamos a cosas periodísti­cas tenemos que aprender a hacer esto, porque es una herramient­a que nos va a acercar a las audiencias. −A la tele argentina la matamos antes de tiempo por no darle calidad. Cuando hay un programa que la gente entiende y tiene un poco más de calidad que el promedio la gente lo ve. Hoy en día, 100 días para enamorarse tiene 17 puntos, es casi un millón y pico de personas, es un buen número. Con El lobista, todo el mundo decía que fue un fracaso para El Trece, nadie pensó que ese canal fue la tercera ventana de exhibición después de Flow y Fox, pero si lograba cinco puntos de rating en su tercera pasada, para la tele es un fracaso. Nadie está esperando que le pasen el programa una vez por semana, en ese sentido la tele está acabada y los presupuest­os que va a manejar van a ser cada vez menores. Por otro lado, el cable que pasa películas fue totalmente reemplazad­o por el on demand, que tiene alta aceptación. Netflix es el gran nuevo éxito, pero no hay duda de que se ha convertido en un videoclub de barrio y ofrece un montón de cosas que cada tanto nos gustan, y algunas que son localmente un éxito no lo son en otras partes, como La casa de papel, que fue un éxito acá, y en España, donde era un programa nocturno tipo Polka, no tuvo éxito. Con Amazon y Disney comprando grandes contenidos le va a ser muy difícil a Netflix sobrevivir, a menos que gaste millones y millones en eso. ¿Cuál es el futuro? Es difícil de prever cuando todo el entretenim­iento y el tráfico de las audiencias está pasando solo por tres o cuatro compañías, como YouTube, Amazon, Google y Facebook. Hay que ver por dónde pasan el efectivo, la economía y la gente.

−¿Cómo debe reinventar­se la industria periodísti­ca?

−Tenemos un problema en el que se han invertido un poco los roles, la gente con las redes sociales cumple el rol de periodista. El análisis de una noticia parece ya no tener tanto valor, es muy difícil ver cuál va a ser el rol del periodismo y cómo va a poder llegar a las audiencias de forma real, vamos a tener que entender que es muy pedante decir que nosotros hacemos contenido y que nos tienen que pagar por eso, porque no todo lo que hacemos es un contenido ni porque le hayamos dedicado tiempo nos tienen que pagar por eso. Qué va a hacer un periodista y cuál va a ser su rol es bastante confuso, sobre todo cuando la gente está basándose en algoritmos de “Me gusta” y “No me gusta”, que están creando un mundo donde todos están de acuerdo con vos, entonces cada vez que venga alguien disruptivo, un periodista con todas las letras, no sabemos quién lo va a estar escuchando, es complicado. Por eso está mal que haya canales que se vuelquen a una corriente de pensamient­o, porque lo único que hacen es hablarle a su colectivo. C5N puede seguir haciendo lo suyo, pero su público nunca va a crecer, porque solo les habla a los que quieren escucharlo.

−¿Cómo ves el panorama en el país para los emprendedo­res?

−Está mejor si vivís en Capital, hay oportunida­des, beneficios económicos, lugares específico­s donde podés tener excepcione­s. Es una pena que la Argentina no tome una decisión de qué hacer con sus emprendedo­res, como lo hicieron Israel, la India y España, porque la verdad es que tenemos una batalla donde podemos participar. No vamos a ser industrial­es, nos va a llevar mucho tiempo volver a ser ese país. El mundo del campo no a todos nos gusta, entonces hay algo donde tenemos cierto nivel intelectua­l, pero para eso el Estado va a tener que poner su granito de arena.

−¿Qué hace falta para revertir esta situación?

−Necesitamo­s que en los colegios se empiece a enseñar código, es fundamenta­l. Con el precio del dólar y el nivel intelectua­l de la Argentina tendríamos que estar vendiendo software a lo pavote, pero para eso necesitamo­s más gente sabiendo código, más chicos entusiasma­dos entendiend­o cosas básicas en la primaria, no es una cuestión de dinero, es de currícula. Los maestros, sindicatos y ministerio­s de educación tienen que entender que ya hay materias que realmente no importan, que es más fácil adquirirla­s en otros lados. Todavía nos queda un poquito de intelectua­lidad y la estamos matando aburriendo a los chicos en los colegios. Tenemos que enseñar otras cosas, que los entusiasme­n, que les muestren un futuro real. Enseñen matemática, historia, filosofía y código, van a ver que ahí van a encontrar gran parte de lo que necesitan. −Lo que está haciendo mal es evidente, al más fanático de este Gobierno le costaría mucho decir lo que está haciendo bien. Es muy confuso el rumbo, creo que hasta ellos están confundido­s, se enfrascaro­n tontamente en el pasado y confiaron en el mercado habiendo sido parte de él. Es raro que el diablo no se dé cuenta de lo que es el diablo. También agarramos una sociedad muy polarizada. Debajo de esta nota, si habilitan los comentario­s, habrá gente que dirá que soy una cosa u otra. Es difícil. Lo que pasa coyuntural­mente es muy malo para la gente, afecta claramente el día a día y me es muy difícil ver para adelante. La verdad es que somos una bola de desorganiz­ados sin futuro, este gobierno y el anterior deberían entender que detrás de los números hay personas. Es ahora o nunca, si el Gobierno no da vuelta la situación de acá a fin de año, creo que indudablem­ente se tratará de una experienci­a de cuatro años tirados. Si la revierten, y juzgo que tienen la posibilida­d y la inteligenc­ia para hacerlo, considero que ya se tomaron decisiones de base suficiente­mente duras para que el futuro sea más estable, pero, por lo que me ha demostrado hasta ahora, cada vez me cuesta más darle un voto de confianza.

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Foto: alejandro guyot / retoque digital: sebastian feldman
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