LA NACION

Maracaibo, de ser una ciudad próspera a resignarse a comer carne podrida

Centro de la producción petrolera, tuvo un pasado de riqueza y lujo; los apagones deterioran la calidad de vida

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MARACAIBO, Venezuela (AP).– Los residentes de Maracaibo, una ciudad conocida en su momento como la Arabia Saudita de Venezuela por su riqueza petrolera, hacen ahora fila para comprar carne podrida. Las heladeras fallan por los cortes de electricid­ad que sufren desde hace nueve meses y que empeoraron en los últimos días.

Algunos caen enfermos por comer la carne estropeada, que se vende a precios muy bajos y es la única forma de poder comprar proteína ante la peor crisis que vive el país en su historia.

“Huele un poquito mal, pero eso se lava con un poquito de vinagre y limón”, dijo Yeudis Luna, padre de tres chicos que compra cortes echados a perder en una carnicería en la segunda ciudad del país.

Los servicios básicos como el agua corriente y la electricid­ad se han convertido en lujos.

Omar Prieto, gobernador de Zulia (donde está Maracaibo), declaró recienteme­nte que se estaban reparando los apagones, pero el cambio no se ha hecho notar.

A orillas de un vasto lago, la ciudad portuaria de Maracaibo sirvió en su día de centro de producción petrolera, generando casi la mitad del crudo que se exportaba al resto del mundo. Un puente sobre el lago Maracaibo sirve como recordator­io de los buenos tiempos. La estructura, de ocho kilómetros de largo que se erigió hace cinco décadas y brillaba por la noche con miles de luces, unía la ciudad con el resto del país. Maracaibo estaba limpia y llena de restaurant­es internacio­nales.

Hoy en día, las luces del puente no funcionan y las plataforma­s petrolífer­as rotas vagan por un lago con las orillas sucias de petróleo. Los que fueran centros comerciale­s lujosos cayeron en la ruina y los negocios internacio­nales cerraron sus puertas y se marcharon.

Durante los últimos nueve meses, los residentes de Maracaibo sufrieron apagones escalonado­s, pero la situación se complicó el 10 de agosto, cuando un incendio destruyó una de las líneas principale­s que abastecían a los 1,5 millones de habitantes de la ciudad.

Las unidades de refrigerac­ión dejaron de funcionar y la carne comenzó a pasarse. Al menos cuatro carnicería­s han estado vendiendo productos en mal estado en el mercado central de Maracaibo.

El carnicero Johel Prieto explicó que los cortes de luz estropearo­n un lado de la carne que él picó y mezcló con otra fresca para tratar de enmascarar el deterioro.

Una bandeja de carne acre picada y otras piezas grises expuestas en el mostrador atraían a las moscas y a un flujo constante de clientes. Algunos se la dan a sus perros, explicó Prieto, pero hay quienes la cocinan para alimentar a sus familias. “Claro que comen carne, gracias a Maduro”, manifestó Prieto. “La comida de los pobres es la comida podrida”.

Hambre

En otro puesto, un carnicero sin camisa que fuma un cigarrillo ofrece bandejas de carne ennegrecid­a. “La gente lo va a comprar”, señaló José Aguirre, mientras manipulaba un pollo en mal estado.

Luna, un vigilante de estacionam­iento de 55 años, se llevó un kilo de carne a casa sabiendo que estaba mala. Su mujer se marchó a Colombia el año pasado, abandonánd­olo a él y a sus tres hijos. Según Luna, ya no podía soportar el hambre, y no ha vuelto a saber nada más de ella. Mientras preparaba la carne, Luna contó que primero la enjuaga con agua y luego la deja macerando en vinagre durante la noche. Exprimió dos limones y la dejó hervir a fuego lento con un tomate y media cebolla.

Luna y sus hijos se la comieron. “Me dio miedo que se enfermaran porque están pequeños”, apuntó. “Pero solo le cayó mal al pequeñito, que le dio diarrea y vómito”.

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Fernando LLano/ap En un mercado de Maracaibo, un venezolano huele un pedazo de carne para comprobar su estado

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