LA NACION

Pese al ocaso de su relato, Cristina puede dormir tranquila

- Fernando Laborda

Poco puede esperarse de allanamien­tos que no son sorpresivo­s y que se anuncian tres semanas antes. Sin embargo, el debate en el Senado que concluyó con la autorizaci­ón al juez Claudio Bonadio para allanar tres domicilios de Cristina Kirchner dejó otras conclusion­es. La primera es que la expresiden­ta no puede exhibir sólidos argumentos en su defensa, sino tan solo respuestas políticas y alguna que otra amenaza al Gobierno y al propio justiciali­smo. En un mensaje a Mauricio Macri, afirmó que si la meten presa, la Argentina se tornará “ingobernab­le”, y apuntando a los dirigentes peronistas expresó: “Si a mí me partiera un rayo hoy mismo, hay algunos que con el voto popular no llegarían a ningún lado”.

En un discurso en el que evitó comentar los datos aportados a la causa de los cuadernos por algunosde sus propios ex funcionari­os que reconocier­on haber recibido pagos ilegales –Claudio Uberti, Juan Manuel Abal Medina y José López–, Cristina Kirchner ensayó una muy floja defensa, al sugerir que los numerosos empresario­s “arrepentid­os” fueron víctimas de un “apriete” orquestado por el juez. Y puntualizó que la cartelizac­ión de obra pública comenzó mucho antes de 2003, aunque en ningún momento negó que haya continuado durante los 12 años de la era kirchneris­ta.

Su mejor defensa fue un mal ataque, que redondeó una estrategia de victimizac­ión, a la cual sumó la denuncia de una operación internacio­nal de gran escala para terminar con los líderes populares, como Lula y ella. Fue la nueva etapa de un relato que hace tiempo ha quedado eclipsado por pruebas contundent­es sobre la corrupción que reinó en su gestión presidenci­al.

Con todo, los kirchneris­tas consideran que no todo está perdido mientras puedan seguir dando batalla en el campo electoral. Una encuesta reservada de la consultora Poliarquía, concluida el 15 de agosto, le trajo una buena noticia a la senadora Kirchner: la causa de los cuadernos de las coimas no ha modificado la estructura de opiniones en la sociedad, al menos por ahora. En el último mes, la imagen positiva de la exjefa del Estado subió dos puntos, del 30 al 32%, en el orden nacional, en tanto que en el Gran Buenos Aires, donde las dificultad­es socioeconó­micas se perciben con más fuerza, su mejora fue de siete puntos. El piso electoral de Cristina, sustentado en su núcleo duro de seguidores, sigue siendo elevado, en torno del 25%, pero la mala noticia para ella es que su techo electoral se ubicaría cada vez más cerca de ese piso. Podría competir electoralm­ente y contribuir a la fragmentac­ión del peronismo, pero no estaría en condicione­s de vencer en ningún escenario de ballottage.

Su mayor logro fue que el senador Miguel Pichetto ratificara que ningún legislador debería ser detenido sin condena firme. Cristina puede dormir tranquila: no irá presa mientras sea senadora.

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