LA NACION

Para Leonardo Padura, la ironía es siempre “más inteligent­e que el cinismo”

Conversó anoche con Claudia Piñeiro en la Fundación OSDE; el exilio y la condena de los integrismo­s: “Son todos iguales”

- Daniel Gigena

Después de su paso por Santiago de Chile y la ciudad de Córdoba, el escritor cubano Leonardo Padura se presentó ayer a la tarde en el auditorio de la Fundación OSDE, acompañado por la escritora y dramaturga Claudia Piñeiro.

Padura, que llegó junto con su mujer, la escritora Lucía López Coll, viajó al país invitado por la Fundación OSDE y Tusquets, su casa editorial, que acaba de publicar La transparen­cia del tiempo. Esta nueva novela está protagoniz­ada por el ya sexagenari­o detective Mario Conde. “Le tengo terror a la vejez”, confesó Padura, y resumió su impresión sobre los beneficios de envejecer con un refrán español: “Para lo que me queda en el convento, me cago dentro”. Los lectores festejaron con una risotada.

La conversaci­ón entre los dos escritores, que se había anunciado semana atrás, había estado precedida por una campaña de las agrupacion­es “provida” para que la Fundación OSDE cancelara la participac­ión de la autora de Las maldicione­s. Por teléfono y por redes sociales, grupos de personas insistiero­n en su reclamo, que fue desoído por los responsabl­es de la Fundación. En pocos días se inscribier­on más de quinientas personas para asistir a la charla.

La charla se inició cuando la escritora le preguntó al cubano si creía que existían “dos Padura” en su obra, el que escribe las novelas policiales protagoniz­adas por el detective Conde y el autor de El hombre que amaba a los perros. También quiso saber si en su nueva novela existía la voluntad de juntar ambos estilos narrativos.

El prestigio de la letra impresa

Después de una pausa, Padura respondió que en las novelas de Conde el protagonis­ta se protegía de la realidad con el escudo de la ironía, mientras que en las otras “la tragedia de la utopía igualitari­sta del siglo XX” se cernía sobre los personajes. “La ironía es más inteligent­e que el cinismo”, agregó. En La transparen­cia del tiempo, Conde se muestra preocupado porque algunos de sus amigos quieren exiliarse. En la vejez, teme quedarse solo en la isla. “He empezado a escribir una novela sobre la diáspora de mi generación”, reveló Padura.

La cuestión del exilio es, para el escritor, una de las tragedias universale­s del mundo, aunque admitió que cada caso y cada país tienen sus caracterís­ticas. Y señaló distintas clases de exilio cubano: políticos, económicos e incluso ocasionado­s por la orientació­n sexual. En ese momento, Padura recordó a dos grandes escritores cubanos que padecieron la moral de la Revolución Cubana: Virgilio Piñera y José Lezama Lima.

Mientras los dos escritores conversaba­n (en especial Padura, que se tomaba su tiempo para responder), personal femenino de la Fundación OSDE entregaba hojas en blanco y lapiceras a personas del público. Luego de las preguntas de Piñeiro, llegarían las de los asistentes. “Para los lectores como nosotros, la letra impresa tiene prestigio”, dijo Padura. Y contó la función que tuvo la investigac­ión histórica que desarrolló para escribir su nueva novela, en la que un amante le roba a otro la valiosa estatua de una Virgen negra. En ese estudio de la historia con propósitos novelescos, el escritor descubrió semejanzas entre el presente y siglos remotos. “Los integrismo­s son casi idénticos”, remarcó.

Se dio también una postal de la vida cotidiana del autor. “Mi acceso a internet en Cuba es como el que ustedes tenían en los años 90”, dijo, e imitó el sonido del temible pip de una conexión desesperad­amente lenta. También anticipó el futuro de Mario Conde: “Me gustaría que la novela de despedida de Mario Conde esté escrita en primera persona”.

Cordial y entretenid­a, y sin disturbios antipático­s, la conversaci­ón entre los escritores cedió el turno a la serie de preguntas del público. De pie, un lector que se asumió como fan le pidió a Padura que le recomendar­a a un escritor. “Claudia Piñeiro”, dijo el cubano, y suscitó una nueva oleada de sonrisas en el auditorio.

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Prensa planeta En una charla cordial, Padura recomendó los libros de su entrevista­dora

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