LA NACION

Zonas liberadas. La policía los capturaba y les cobraba coimas

Valor y Julio Enrique Pacheco denunciaro­n que les pagaron a comisarios para que los dejaran ir

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Una de las caracterís­ticas de la superbanda era no dejar ningún detalle librado a la improvisac­ión. Cada asaltante tenía su función: desde el chofer hasta el que tomaba el tiempo con un cronómetro para salir del banco asaltado antes de que se activara el tiempo de respuesta de la policía. Todos los movimiento­s se planificab­an. También, los objetivos de los golpes. El 90% de los atracos cometidos por la superbanda fueron entregados “llave en mano”. En todos, los jefes de la organizaci­ón pagaron por informació­n sobre las sucursales y blindados que atacaron.

En no pocos hechos contaron con “protección” policial. Por tal motivo, en el juicio que terminó con las condenas de Luis “el Gordo” Valor, Hugo Oscar “la Garza” Sosa Aguirre y seis de sus cómplices por el homicidio del sargento Claudio Calabrese durante el asalto a un camión blindado en La Reja en 1994, el tribunal ordenó que se investigar­a la eventual colaboraci­ón que habrían dado a la banda dos comisarios mayores de la policía bonaerense.

“Era el juego del gato y el ratón. La policía los capturaba y les cobraba entre 100.000 y 200.000 dólares para no dejarlos presos”, confió uno de los fiscales que investigar­on esa supuesta complicida­d entre un sector de la policía bonaerense y la superbanda de Valor.

“Algunos jefes de la policía bonaerense manejaban y organizaba­n las bandas que asaltaban blindados y camiones con mercadería”, dijo en una entrevista Julio Enrique Pacheco, exintegran­te de la superbanda que se fugó dos veces de la cárcel de Villa Devoto.

“Para robar un blindado se formaba un grupo con armas de grueso calibre que nos daba la policía. Con esto armaban la figura del robo. Se había acordado que el camión se detendría solo. No habría ninguna intercepta­ción. Ya sabíamos quién era el entregador y ese estaba cubierto porque pertenecía a la organizaci­ón”, explicó Pacheco.

En julio de 2000, desde la cárcel de Ezeiza, Pacheco dijo a la nacion que dos comisarios mayores, que en 1990 se desempeñab­an en la policía bonaerense, les habían cobrado importante­s coimas para dejarlos robar. Cinco meses después de esa denuncia, Pacheco murió en prisión.

Señalados, pero impunes

“A partir de 1990, los policías de La Matanza, con un excomisari­o mayor como jefe, comenzaron a perseguirm­e. Durante mucho tiempo me imputaron delitos y me exigieron dinero. Cuando no puse más plata me involucrar­on en el asalto de La Reja”, afirmó Valor en noviembre de 1999, en lo que fueron sus últimas palabras antes de la sentencia en la que se lo condenó por el asesinato del sargento Calabrese.

En la sentencia contra Valor, Sosa Aguirre, Emilio Nielsen Rodríguez, Juan Monzón, Rodolfo Cardozo, Daniel Hidalgo y Claudio Gutiérrez a penas de entre 20 y 14 años de prisión por el asalto de La Reja en el que fue asesinado el policía, el tribunal ordenó investigar a los policías señalados por el jefe de la superbanda.

El fiscal Luis María Chichizola llegó a acusar a cinco jefes policiales de La Matanza por “la supuesta comisión por omisión, en grado de partícipes necesarios, del delito de robo agravado seguido de homicidio”. A pesar de los testimonio­s de Valor y Pacheco, esos cinco comisarios nunca fueron procesados por cobrarles coimas a los integrante­s de la superbanda para liberar las zonas en las que concretarí­an sus asaltos.

 ?? Archivo ?? Gran poder de fuego. Un efectivo de la Policía Federal exhibe parte del impresiona­nte arsenal secuestrad­o a los miembros de la superbanda tras un golpe frustrado en Buenos Aires.
Archivo Gran poder de fuego. Un efectivo de la Policía Federal exhibe parte del impresiona­nte arsenal secuestrad­o a los miembros de la superbanda tras un golpe frustrado en Buenos Aires.

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