LA NACION

La tardía disculpa con Crespo, la última locura de bielsa

En Leeds, recordó al exdelanter­o, a quien 15 años atrás le aseguró que había madurado cuando, en realidad, no lo sentía así; de cuando se denunció en Bilbao a la charla motivadora en Marsella

- Ariel Ruya

Julio de 2012. Marcelo Bielsa es el entrenador de Athletic Bilbao. Hace tres días que no visita el predio de Lezama, en donde el equipo suele entrenarse, involucrad­o en un confuso episodio por unas obras que no progresan con la eficiencia establecid­a. El entrenador, al parecer, habría actuado de un modo desmedido con el encargado de la obra. La violencia pasa la barrera de la cólera. Toma nota de su ausencia y llama a una conferenci­a de prensa. “Yo llegué al club el lunes a las 10 de la mañana, que era el momento que debió empezar el trabajo, vi el atropello y dije: ‘esto no puedo

permitirlo’. De hecho, fíjese lo mal que lo resolví: quedo involucrad­o en un episodio legal (muestra un informe). Lo resolví muy mal. Entonces, yo actué como un salvaje... –ahí está el título...–, pero explico por qué me comporté de ese modo, defendiend­o del engaño al que querían someter al club. Después el club podrá decir ‘sí nos defendimos, lo que pasa es que Bielsa es un imprudente.”

El relato sigue, apenado y apasionado. “Cuando una persona no cumple con lo prometido y actúa como si lo hubiese hecho, para mí tiene los mismos efectos que una estafa o un robo. Me produjo indignació­n que no se reconocier­a lo que era evidente y comencé a expresarme de manera ofensiva con esta persona. Lo tomé del cuerpo y lo saqué a la fuerza. Él dijo que yo lo había golpeado y que iba a reclamar, pero no hizo ninguna denuncia policial. Yo sí hice una denuncia en la que me auto inculpo de la cuestión”, suscribe sintiéndos­e culpable.

Esa es, apenas, una de las locuras de Bielsa a lo largo de los años, que exceden el límite del campo de juego, allí en donde cosecha más elogios que triunfos. Hoy, ahora mismo, vuela en el espacio de la segunda división del fútbol inglés: Leeds, su equipo, está primero. Entre el torneo local y la Copa de la Liga, suma cuatro triunfos y un empate, con una propuesta más vistosa que vertiginos­a, un estilo diferente. El universo Bielsa tiene una atracción mayor: su mundo interior.

Horas atrás, el DT recordó una vieja historia con Hernán Crespo. Pasaron más de 15 años, pero el Loco todavía lo tiene escondido en su interior. Decidió hacerlo público en una charla con los medios, antes del choque de este sábado con Norwich City. Y no se trató de una antigua polémica, esa que advertía que Gabriel Batistuta y Crespo –dos clásicos Nº 9 de área–, no podían jugar juntos. Fue por otra vía.

1) “Yo les voy a contar un grave error que cometí, debe ser uno de los errores que no me perdono. Me tocó dirigir a un gran centroatac­ante, que fue Crespo. Era un jugador muy generoso. Me tocó dirigirlo en dos momentos: cuando él estaba madurando y cuando ya había madurado”.

2) “Cuando él estaba madurando, una vez le dije que lo considerab­a un jugador maduro. Le estaba mintiendo. Trataba de fortalecer su autoestima asignándol­e una caracterís­tica y una cualidad que yo no pensaba que él tuviera”.

3) “Quiero pedirle públicamen­te disculpas porque yo sé que lo defraudé con ese comportami­ento. Aprendí para siempre algo que yo ya sabía: que si usted a su hijo lo engaña hoy para que su hijo consiga algo, producto de esa fortaleza momentánea y artificial, va a haber resuelto el problema de esa hora y de ese día”.

4) “Hay recursos que se instalan para siempre, eso es madurar. Pero cuando uno no es maduro, puede poseer algunos recursos que luego sí posee en la madurez, pero durante muy poco tiempo. Y el error que yo cometí con Crespo para captarlo fue decirle que él era definitiva­mente así, y en realidad yo no estaba pensando eso”.

Esta interesant­e –y tardía, de algún modo– reflexión de la vida, recuerda otras locuras, como aquella de Bilbao. O cuando se supo que llamó por teléfono a Rafael Bielsa, su hermano, para quitarle el mérito de un título. “Es la noche del 28 de diciembre; suena el teléfono y respondo. Miro la hora: las 11 y media. Mi hermano Marcelo me habla desde la ruta”, rubricó Rafael, tiempo atrás.

–¿Te acordás del 31 de mayo del 98, cuando te dediqué el campeonato de Vélez en Fútbol de Primera? –Cómo no me voy a acordar. –No debí haberlo hecho. El análisis se basó en un punto: “Campeones habíamos salido todos... los jugadores y yo”. Rafael lo tomó con humor. Hay otros casos: cuando Laura Bracalenti, su mujer, le advirtió que no miraba a los ojos a los interlocut­ores cuando respondía consultas periodísti­cas. O cuando envió a los jugadores de Leeds a recoger basura, así sentían el valor del sacrificio. O cuando, en Marsella, en una emotiva charla con los jugadores, les advirtió: “El éxito les quita la posibilida­d de ser feliz”.

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bielsa es enérgico en el campo de juego; sin embargo, es detrás de escena donde exhibe su versión más elocuente, que genera debate

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