Malditos: una rareza de Lanata en la TV
El primer capítulo se dedicó a la figura del Che Guevara, sin muchos hallazgos
Malditos es una rareza televisiva. No tanto por su formato, que no se aleja demasiado de las recientes experiencias encaradas por Jorge Lanata en el género documental, como BRIC y 26 personas para salvar al mundo. Lo que distingue a Malditos de sus antecesores es el lugar elegido para su primera emisión (los canales abiertos hace mucho tiempo que no programan documentales en el prime time de un día hábil) y la elección de un título muy sugerente que puede resignificar más de una vez su contenido, incluso después de haber sido visto.
Esta idea se aplica por ahora solamente a la figura de Ernesto “Che” Guevara, a quien se le dedicó anteanoche la emisión inaugural, la única que salió al aire por ahora. Pero puede adivinarse sin temor a la equivocación un camino equivalente para los otros protagonistas de este breve ciclo: Hugo Chávez, Diego Maradona, Bernardo Neustadt. A los cuatro les cabe en algún lugar del imaginario popular la mayoría de las acepciones con que los diccionarios se ocupan del término “maldito”. A primera vista se lo utiliza desde la calificación negativa: personas malintencionadas, perversas, molestas, marginadas, separadas del resto de su clase o especie o condenadas por su comportamiento público.
De las múltiples caracterizaciones de esta palabra, a Lanata parecen interesarle especialmente dos. Aquella que define a un maldito como alguien que va contra las normas establecidas y la que alude específicamente a ciertos efectos de ciertas acciones, especialmente las desgracias o los fracasos. Aquí pasamos del término maldito al de maldición.
En el caso del Che, esta última connotación es la columna vertebral de su búsqueda. Más que contar su vida en el sentido clásico de una biopic televisiva, Lanata interpela a varios especialistas alrededor de tres tópicos claves de la vida pública de Guevara: su responsabilidad en los fusilamientos, su gestión como responsable máximo de la política económica durante la primera etapa del gobierno revolucionario y las frustradas campañas guerrilleras.
Casi nada de lo dicho en el debut de Malditos resultó novedoso, inédito o revelador. Tampoco su puesta en escena, que repite fórmulas previas.
En el fondo, lo que más parece interesarle a Lanata es preguntarse sobre las razones del fracaso de un puñado de figuras que tuvieron el poder absoluto al alcance de la mano y que todavía perduran frente a muchos como expresión de un mito e imagen de un modelo a seguir. Quedan tres emisiones para corroborar este buen comienzo.