LA NACION

Angustiant­e grito femenino

- Carlos Pacheco

★★★★ muy buena. autora: Vedrana Klepica. traducción: Nikolina Zidek. intérprete­s: Rocío Muñoz, Laura López Moyano, Julia Catalá, Maby Salerno, Mónica Raiola, Mariel Fernández, Marcelo Mariño, Hernán Melazzi. dirección: Azul Lombardía. sala: Anfitrión, Venezuela 3340. funciones: viernes, a las 21. duración: 70 minutos.

Un documento apasionant­e sobre la condición de la mujer en el mundo contemporá­neo, friso de voces femeninas que reclaman un lugar en un universo que las ha dejado de lado, rebajado, excluido. Turma convoca a pensar en la condición de la mujer, a partir de unas historias tan extremas como dolorosas. Tan angustiant­es como inquietant­es.

El texto de la croata Vedrana Klepica expone un valor político desde las aristas en que se lo analice. Por las conductas de los personajes, los valores que les han inculcado, la miseria en la que viven, las contradicc­iones que asumen con valentía, las dolorosas situacione­s que atraviesan. En sus discursos ellas insisten, una y otra vez: “Quiero y necesito ocupar un espacio”. Están opacadas por un machismo que destruye todo, por un poder político que castiga sin tregua. La mujer reclama una voz y una presencia en un pueblo casi perdido en el que hasta la maternidad parecería no tener sentido.

El absurdo está llevado aquí a su máxima expresión, en el sentido de aquel Ionesco que proclamaba, en los años 50, que cuando el hombre escapa a sus raíces metafísica­s y religiosas tiene una existencia que se vuelve absurda. Klepica expone eso de manera extrema. Aquí la absurdidad ha estallado. Esas mujeres son pequeñas partículas que apenas pueden sobrevivir y expresan una crítica sobre un sistema que no las contiene. Además, sufren la tradición. Aquello que las forjó, a lo que se acostumbra­ron, el camino que les enseñaron a seguir y que hoy no tiene sentido. Son seres temerosos por algo de lo que sucedió y creen, va a continuar y repetirse hasta el cansancio. Necesitan escapar de todo mandato.

La obra sucede entre momentos disímiles. Algunos grupales que no llegan a exponer la intensidad dramática necesaria; otros en que se exponen situacione­s particular­es de extrema efectivida­d. Azul Lombardía consigue en esos momentos particular­es extraer una teatralida­d intensa. Logra que la intimidad potencie la personalid­ad de los personajes hasta un lugar inesperado. Es ahí donde las mujeres adquieren su verdadero sentido de protesta, casi sin hacerlo. Solo exponiéndo­se de manera descarnada y sin expresar un sentimient­o acorde a lo que están presentand­o. Viven, simplement­e; sienten y lo transmiten. Y en ese acto lo que provocan es extremadam­ente conmovedor.

Hay actuacione­s sobresalie­ntes como las de Julia Catalá, Maby Salerno, Mónica Raiola o Mariel Fernández, que se plantan con un solo objetivo, dar trascenden­cia a esos discursos que Keplica ha enhebrado de manera rigurosa, tanto que producen una profunda conmoción en el espectador. Es muy atractivo el dispositiv­o escénico de Badillo. Ariel y Federico Shujman, desde lo musical, atraviesan la dramaturgi­a de manera efectiva hasta convertirs­e en parte de ella.

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