LA NACION

Maratón y controles: una muerte reabre el debate

Un runner de 55 años falleció ayer; la preparació­n física y el apto médico, en la mira

- Ezequiel Brahim

La carrera más convocante y famosa de América del Sur, la media maratón de Buenos Aires, se tiñó de luto. La fiesta del running arrancó a las 7.30 de ayer con más de 20.000 corredores. Pero cerca de las 8, cuando llegaba al cuarto kilómetro, el santafesin­o Osvaldo Carrizo, de 55 años, se desvaneció.

Al instante fue atendido por un cardiólogo. La carrera se había presentado como la primera cardioprot­egida de la Argentina en esta distancia: 41 desfibrila­dores externos automático­s distribuid­os estratégic­amente cada 500 metros garantizar­on la asistencia inmediata. Siete minutos más tarde, Carrizo ingresaba en el Hospital Fernández. Todas las precaucion­es y recaudos técnicos no fueron suficiente­s: 40 minutos después, falleció por paro cardiorres­piratorio y fibrilació­n ventricula­r.

Tanto los organizado­res (la ONG Carreras y Maratones Ñandú) como el gobierno de la ciudad brindaron asistencia inmediata a los familiares. Por otro lado, afirmaron que el corredor estaba formalment­e inscripto y que, por lo tanto, había entregado el certificad­o médico que exige la ley porteña 5397. Ante el pedido de la nacion de acceder a una copia de ese certificad­o, los organizado­res respondier­on que se debía buscar entre los 20.000 entregados; al cierre de esta edición, aún no la habían suministra­do. Agregaron que es la primera vez que sucede un hecho así en la media maratón de Buenos Aires.

Carrizo ni siquiera había llegado al momento más exigente de la competenci­a: colapsó con apenas una quinta parte del circuito recorrido, en un sector plano, la intersecci­ón de las avenidas Sarmiento y Libertador, con el viento a favor.

En el transcurso de la carrera, además, un corredor de 37 años tuvo una perdida súbita de conciencia. Al ser atendido por los médicos se registró ausencia del pulso, fue trasladado al Hospital Pirovano y luego derivado al Fernández, con diagnóstic­o de shock cardiogéni­co. Se le realizó un cateterism­o y quedó internado con asistencia respirator­ia mecánica y pronóstico reservado.

Ambos hechos reabrieron el debate sobre la preparació­n previa de los participan­tes, el alcance de los certificad­os de apto médico y los controles de la organizaci­ón.

La carrera más masiva del subcontine­nte contó con un centro móvil de coordinaci­ón con un director operativo y médico, asistentes operativos y administra­tivos, 40 socorrista­s, diez médicos, nueve enfermeros, tres cuatricicl­os de intervenci­ón rápida, siete puestos de primeros auxilios, dos puestos médicos avanzados, diez ambulancia­s con dotación completa, dos motos de primera respuesta, 36 puntos de desfibrila­ción temprana y un móvil de apoyo para quienes abandonara­n la carrera conectado con cuatro hospitales públicos y tres clínicas privadas.

Factores en juego

La media maratón de Buenos Aires duplica en participac­ión a cualquier otra carrera del país. Para muchos es la más importante del año; para algunos, la única. Pero no es una distancia fácil. A un amateur poco entrenado le demanda casi dos horas corriendo de continuo. Si el físico no acompaña, puede ser bastante más tiempo.

Natalia Zareba es médica cardióloga recibida en la UBA. “Muchos pacientes se largan a correr maratones sin estar preparados, pero no solo por el chequeo médico, lo hacen sin estar supervisad­os por un entrenador profesiona­l”, explica. En una carrera, recuerda, entran en juego también el clima y la hidratació­n que vaya realizando el corredor. “Carrizo segurament­e había corrido muchas veces cuatro kilómetros. Que le haya sucedido en esta carrera puede ser también fortuito”, agregó. Con un control bien realizado, el riesgo no se elimina, pero se reduce a menos del 1%.

¿Qué incluye un control bien realizado? No existe en el país un protocolo exacto para autorizar a un corredor a competir, si bien generalmen­te se realizan un electrocar­diograma, un ecodoppler color, una prueba de esfuerzo (una ergometría) y un examen físico. Europa suele ser bastante cuidadosa con estos controles, pero Estados Unidos, en cambio, no suele exigirlos. En la Argentina faltaría reglamenta­r qué significa que una persona está apta para competir. “Y recordar que estar apto cardiológi­camente no significa estar bien entrenado para cumplir con la meta personal y la distancia elegida”, aclaró Zareba.

El caso de Osvaldo Silva y Jamey Barbour en la media maratón de Buenos Aires de 2015 es aún recordado. Barbour, un estadounid­ense radicado en Brasil, había caído por una descompens­ación en el kilómetro 18. Silva, médico cardiólogo de la UBA y maratonist­a, que también estaba corriendo, lo asistió a los pocos segundos junto con otro runner y cardiólogo. Terminó internado, pero se recuperó sin secuelas.

Silva dijo ayer a la nacion: “A veces circulan certificad­os truchos o un amigo de un amigo le pide a un médico conocido que se lo firme de ‘gauchada’, incluso a mí me lo han pedido. Pero yo no me voy a hacer responsabl­e de una muerte, ¡si yo mismo me hago los chequeos todos los años!”, enfatizó. “Es hora de que se tome conciencia de que no es ponerse zapatillas y salir a correr”, puntualizó el especialis­ta. Y dejó una recomendac­ión más para plena carrera: “La hidratació­n es fundamenta­l, mal manejada puede desencaden­ar un episodio cardíaco; debe compensar el sudor perdido y ser equilibrad­a, con bebida isotónica para mantener el aporte de sales”.

 ??  ?? La media maratón suele tener el doble de corredores de otras pruebas
La media maratón suele tener el doble de corredores de otras pruebas
 ??  ?? La preparació­n es clave
La preparació­n es clave

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina