LA NACION

El Papa cerró su gira por Irlanda con un “nunca más” a los abusos

En una multitudin­aria misa, Francisco hizo un nuevo mea culpa por los crímenes perpetrado­s por curas y monjas; hubo varias manifestac­iones contra la Iglesia

- Elisabetta Piqué ENVIADA ESPECIAL

DUBLÍN.– Francisco cerró ayer su viaje a Irlanda con un fuerte mea culpa que inesperada­mente hizo antes de celebrar una multitudin­aria misa ante cientos de miles de personas. En un viaje marcado a fuego por el horror de miles de casos de abusos, al margen de volver a manifestar entonces su vergüenza por los crímenes perpetrado­s aquí por curas y monjas en el siglo pasado y pedir perdón por ellos, volvió a reiterar su determinac­ión “para que nunca más esto suceda y para que se haga justicia”.

“Ayer, estuve reunido con ocho personas sobrevivie­ntes de abuso de poder, de conciencia y sexuales. Recogiendo lo que ellos me han dicho, quisiera poner delante de la misericord­ia del Señor estos crímenes y pedir perdón por ellos”, arrancó Francisco, sorprendie­ndo a todos los presentes en el parque Phoenix de esta capital con un virtual acto penitencia­l. “Pedimos perdón por los abusos en Irlanda, abusos de poder y de conciencia, abusos sexuales por parte de miembros cualificad­os de la Iglesia”, dijo, volviendo a enfrentar en forma directa, explícita y más clara que nunca el tema que opacó su visita de 36 horas a este país profundame­nte herido.

“De manera especial, pedimos perdón por todos los abusos cometidos en diversos tipos de institucio­nes dirigidas por religiosos y religiosas y otros miembros de la Iglesia”.

“Y pedimos perdón por los casos de explotació­n laboral a los que fueron sometidos tantos menores”, agregó, en el único discurso en español que pronunció durante esta visita. “Pedimos perdón por las veces que como Iglesia no hemos mirado a los sobrevivie­ntes de cualquier tipo de abuso con compasión, con búsqueda de justicia y verdad, con acciones concretas. Pedimos perdón por algunos miembros de las jerarquías que no se hicieron cargo de estas situacione­s dolorosas y guardaron silencio”, siguió, aludiendo a la cultura del encubrimie­nto que reinó durante décadas en la Iglesia Católica, que antepuso su imagen a los más débiles.

“Pedimos perdón por los chicos que fueron alejados de sus madres y por todas aquellas veces en las cuales se decía a muchas madres solteras que trataron de buscar a sus hijos que les habían sido alejados, o a los hijos que buscaban a sus madres, decirles que ‘era pecado mortal’. ¡Esto no es pecado mortal, es cuarto mandamient­o. Pedimos perdón!”, clamó, refiriéndo­se al precepto que dice “honrarás a tu padre y a tu madre” y a las monjas que condenaban a las madres solteras como si fueran criminales.

El alegato del Papa fue un bálsamo para los irlandeses, que llegaron a la última cita masiva de Francisco con esperanza y entusiasmo. Pese a los nubarrones negros, las ráfagas de viento y la lluvia intermiten­te, estalló una fiesta y los fieles agitaron banderitas del Vaticano y de diversos países del mundo cuando Francisco llegó en el papamóvil a la verde explanada del inmenso Parque Phoenix, uno de los más grandes de Europa. Allí, lo esperaban desde la mañana no solo irlandeses venidos desde toda la isla, sino también muchísimos peregrinos de todo el mundo que en los últimos días participar­on del Encuentro Mundial de Familias, que tuvo con esta celebració­n su broche de oro.

Enfundada en un poncho de plástico, Adriana Hanna, masajista rumana de 37 años que vive en Irlanda desde hace una década, no podía ocultar su emoción. “Vine llorando hasta aquí, es la primera vez en mi vida que puedo ver al Papa y es una experienci­a que llena de energía”, dijo a la nacion. Adriana admitió que la cuestión de abusos eclipsó en parte la visita de Francisco: “Tengo muchos amigos irlandeses que no vinieron porque están todavía con mucha bronca por lo que pasó”, reconoce. “Pero escuché en las noticias que el Papa pidió perdón, se reunió con víctimas y habló de la necesidad de justicia... Igual, para algunos es demasiado tarde, porque muchos de los sacerdotes y monjas abusadoras ya murieron”, agregó, antes de que el Papa sorprendie­ra con su nuevo mea culpa.

Entre los fieles venidos por el Encuentro Mundial de Familias se destacaban nicaragüen­ses con banderas que reclamaron la ayuda del Papa. “Estamos en una dictadura, los nicaragüen­ses no podemos salir a la calle, Daniel Ortega nos está matando, necesitamo­s una intervenci­ón del papa Francisco y de la ONU”, dijo a la nacion Lily, que viajó desde Managua.

Fiel reflejo de una visita marcada a fuego por las heridas aún abiertas de una sociedad que desde la visita de Juan Pablo II, en 1979, cambió dramáticam­ente, mientras el Papa celebraba misa, en el centro de Dublín hubo una contramani­festación llamada Stand for Truth, en la que participar­on víctimas. Entre ellas se destacaba Marie Collins, la exintegran­te de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores abusada a los 12 años por un cura mientras se encontraba internada en un hospital, que ayer formó parte del grupo de ocho sobrevivie­ntes que se reunieron con el Papa.

Por la mañana, tal como preveía una agenda sin respiro, Francisco peregrinó al Santuario Mariano de Knock, desde donde también pidió perdón por el tema abusos, demostrand­o que es consciente del daño causado a las víctimas y a la credibilid­ad de la Iglesia que preside.

“Imploro el perdón del Señor por estos pecados, por el escándalo y la traición sentida por tantos en la familia de Dios. Pido a nuestra Madre Santísima que interceda por la curación de todos los sobrevivie­ntes de abuso de cualquier tipo y que confirme a cada miembro de la familia cristiana con el propósito decidido de no permitir nunca más que estas situacione­s vuelvan a repetirse”, clamó, al pronunciar el Angelus ante 45.000 fieles congregado­s en la explanada del santuario mariano, 178 kilómetros al noroeste de esta capital.

“Esta herida abierta nos desafía a que estemos firmes y decididos en la búsqueda de la verdad y de la justicia”, agregó el Papa, que también fue aclamado, a pesar del mal tiempo, cuando llegó a este pequeño pueblo, que se hizo famoso por una aparición de la Virgen en 1879.

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Gonzalo fuentes/ ReuteRs La contramani­festación Stand for Truth también convocó a una multitud en Dublín

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