Fútbol sin arcos
Boca marcó un solo gol en la Superliga y River, ninguno; los 0-0 afean el torneo que lidera Central
Hasta el comienzo de esta temporada, a Boca se le podía cuestionar su funcionamiento y señalarle las intermitencias, pero había que reconocerle sus ganas de ganar y su poder de fuego para concretar esas intenciones. Había algo de voracidad en su estilo, unas oleadas ofensivas irrefrenables. En lo colectivo no evolucionó y las que eran sus mayores virtudes están apagadas, como si el bicampeonato lo hubiera instalado en cierta quietud y conformismo. Quizá pueda tomarse esta licencia en la Superliga, donde no lo persiguen mayores urgencias, pero debería preocuparse que ese estado no se le contagie en la Copa Libertadores, donde una decepción puede traerle consecuencias gravosas. Por Parque de los Patricios pasó para firmar un 0-0 insípido, olvidable.
Hace poco más de tres meses, Huracán y Boca armaron un 3-3 que fue uno de los mejores partidos de la Superliga. Se volvieron a encontrar y en casi todos los 90 minutos no fueron capaces de dar más de tres pases seguidos. De lo vibrante a lo soporífero. Esta noche, el estado del campo, algo mejorado respecto del deplorable aspecto de hace dos semanas contra River, tampoco ayudaba mucho, como en aquel mediodía de mayo. Los que estuvieron desmejorados y desfigurados fueron los dos equipos. Ni Boca le hizo honor al bicampeón ni Huracán es tan confiable como la versión que consiguió la clasificación a la Copa Libertadores.
Muchos cambios hizo Boca, que estableció su prioridad en el desquite del jueves ante Libertad por la Copa Libertadores. Una buena oportunidad para examinar la profundidad de su amplio plantel, de una variedad de la que no dispone la mayor parte de sus competidores. Una formación alternativa en la que no tuvo lugar Carlos Tevez, pasajero en el ómnibus que trajo a los jugadores a Parque de los Patricios, cada vez más espectador externo que delantero activo. Momentáneamente marginado (¿o en la cabeza de Barros Schelotto lo es a largo plazo?), el lugar que está cediendo al menos anoche no lo aprovechó nadie.
Como si siguiera aturdido por la derrota ante Estudiantes, Boca empezó demasiado pasivo, desinteresado por la pelota y por tomar la iniciativa. Parado para un contraataque que no armaba nunca. En menos de 10 minutos, Barrios ya le había cometido dos faltas a su compatriota y debutante Roa, un media-punta que insinuó y se fue apagando. Como todo era muy tosco, Roa después le devolvió las infracciones a Barrios.
Boca salía con pelotazos sin destino. La peor manera de aprovechar a Zárate, que necesita la pelota al pie. Tampoco se la acercaban los extremos Villa y Pavón, poco participativos. Boca despreciaba el juego asociado. Apenas se contabilizó una asociación por la banda entre Olaza y Pavón. Del otro lado, poco y nada se podía esperar de Buffarini, en muy bajo nivel, mal con la pelota y descolocado. Solo en un instante cerca del final, con un remate de media distancia que no logró controlar Díaz, hizo recordar al turbo que era en San Lorenzo.
Volvió Gago, que se pasó un buen rato viendo cómo la pelota le pasaba por arriba. Cuando le empezaron a hacer caso a sus constantes reclamos de que se la dieran a él, Boca organizó tres o cuatro avances decentes, nada del otro mundo, todo muy tibio. Aguantó todo el partido, terminó cansado, algo natural en que quien a los 32 años estuvo muy castigado por las lesiones y los encuentros que disputó en este año se cuentan con los dedos de una mano.
Huracán se mostraba más voluntarioso y ordenado, pero sin picante. Aun cuando fue amonestado tempranamente por un foul a Chávez, el pibe y debutante Balerdi mostró recursos y fortaleza para armar una zaga con Magallán que repelió varios ataques locales.
En un partido tan cerrado, no extrañó que escasearan las situaciones de gol, y que la primera fuera recién en el segundo tiempo, con la pelota detenida: Mancinelli, libre de marcas, cabeceó desviado un córner.
Con la entrada de Wanchope Ábila –recibió constantes muestras de cariño de los hinchas de Huracán–, Zárate tenía más libertad para buscar espacios, pero duró poco, enseguida ingresó Cardona. Realmente no fue acertada la decisión del Mellizo de ubicarlo al ex Vélez de centrodelantero en los últimos dos cotejos. No se lo vio cómodo ni se sintió útil.
Por la lesión de Walter Pérez, un lateral que Alfaro reconvierte en volante por la izquierda, la inclusión de Garro, más vertical, le dio al Globo un atisbo de profundidad, que, como casi todo en los 90 minutos, se diluyó irremediablemente. Huracán siente mucha nostalgia por las zancadas profundas que Pussetto se llevó a Udinese.
Boca seguía sin juntarse en ataque, hizo todo muy desperdigado y discontinuo. A Pavón no se lo nota en plan de ratificar los méritos que lo llevaron al Mundial de Rusia. Sigue en el pozo de las últimas semanas, poco comprometido con el juego. Entró un rato Cardona, buscó socios, no los encontró.
Tres fechas y Boca y Huracán hicieron un solo gol. Pavón, gracias a un rebote en un futbolista de Talleres. El Globo, de penal en Mar del Plata. Anoche, dos remates locales con dirección al arco por uno de los visitantes. Muy pobre los dos, aburridos, sin una pizca de aquel trepidante 3-3.